
Sinopsis
Léa nunca hubiera imaginado que una simple cena marcaría el comienzo de un cambio radical en su vida. Amaba a Thomas, o al menos eso pensaba. Su relación siempre había sido estable, sin ondulaciones, anclada en una cómoda rutina. Thomas, con su gentileza y calma tranquilizadora, le había aportado el equilibrio que tanto necesitaba. Eran una pareja armoniosa, o al menos eso era lo que ella quería creer. Luego hubo esta reunión. Théophile, el hermano gemelo de Thomas, siempre estuvo presente en sus vidas, una sombra familiar al fondo, con su encantadora sonrisa y su vivaz ingenio. Pero fue sólo entonces, después de años de equilibrio, que algo cambió. Lo que debería haber sido sólo una visita inofensiva de Théophile se convirtió en un encuentro decisivo. Esa noche, mientras reían juntos en casa familiar, Léa sintió que su corazón vacilaba. Un escalofrío que no había sentido desde hacía mucho tiempo recorrió su cuerpo. Ya no era el Thomas lo que veía en los ojos de su hermano, era el propio Théophile. Ella había luchado contra esta atracción, tratando de ignorar estas emociones que consideraba prohibidas. Después de todo, ella amaba a Thomas, ¿no? Pero cuanto más pasaba el tiempo, más se daba cuenta de que no podía resistir el magnetismo irresistible de Théophile. Mientras Thomas era la encarnación de la estabilidad, Théophile representaba la aventura, lo desconocido. El contraste entre ellos despertó en ella deseos que ya no podía reprimir. Los lazos que lo unían a Thomas se desmoronaron lentamente, mientras sus sentimientos por Théophile crecían en intensidad. Con el paso de los días, su amor por Thomas se fue apagando, y su mirada, su corazón, todo lo que había dentro de ella sólo tenía ojos para Théophile. Y pronto, Léa se encontró dividida entre dos hombres idénticos en apariencia, pero fundamentalmente diferentes en esencia. ¿Cómo podría una relación estable y predecible verse arrastrada por una pasión incipiente por un hermano gemelo? Léa estaba a punto de descubrir que el amor, lejos de ser simple, era a menudo impredecible y cruel. Había hecho una elección de corazón, pero esta elección cambiaría todo: para ella, para Thomas y para Théophile. La historia que se abrió ante ella ya no era la de un amor único, sino la de un amor compartido. Un amor para dos.
Capitulo 1
UN AMOR PARA DOS 1
Capítulo 1: Una historia de amor.
- Lea Dupont
-Tomás Martín
Era un miércoles por la tarde. Léa estaba sentada en su cama, teléfono en mano. Dudó un momento, pero finalmente decidió llamar a Thomas, su novio, para hablar sobre su fin de semana. Marcó el número, un poco nerviosa. El teléfono suena unos momentos antes de que Thomas responda.
_Thomas: “¡Oye, Léa! ¿Estás bien?” dijo con entusiasmo
_Léa: "¡Hola, Thomas! Sí, ¿cómo estás?" susurró, sonriendo tímidamente
Thomas: "Muy bien, sobre todo cuando eres tú quien me llama".
_Léa: "Tú siempre sabes qué decir para hacerme sonreír, tú..." dijo sonriendo levemente
_Thomas: "¡Estoy haciendo lo mejor que puedo! Entonces, ¿qué te trae?" preguntó con una mirada burlona.
_Léa (tomando aire, un poco nerviosa): "Me preguntaba... bueno, este fin de semana, ¿te gustaría que viniera? Podríamos pasar un rato juntos, solos tú y yo. Hace tiempo que no estamos". Realmente nos hemos visto..."
Thomas estaba casi sorprendido pero feliz de escuchar a su pequeño en la línea.
_Thomas: "¿Estás bromeando? ¡Claro que quiero que vengas! Incluso estaba esperando que me ofrecieras algo así".
Léa aliviada y sonriendo
_Léa: "¿En serio? No quería molestarte, con tus estudios y todo..."
_Thomas: "¿Estás bromeando? Nunca me molestas. Será un gran placer verte. Incluso ya tengo ideas para el fin de semana: podríamos ir al parque o ver esa película que me contaste el otro día". dijo con sinceridad
Léa, encantada por las palabras de su hombre, dijo:
_Léa: “Ah, sí, ¡sería genial! Y luego podríamos cocinar juntos, como la última vez, me encantó”.
_Thomas: "Lo que quieras, Léa. Mientras estemos juntos, estoy dispuesto". admitió con tono afectuoso
Léa quedó muy conmovida por su entusiasmo, feliz de poder pasar un rato con Thomas.
_"Realmente eres el mejor, Thomas. ¡No puedo esperar a que llegue este fin de semana!"
_Thomas, con una ligera risa: “A mí también el sábado, ¿te parece bien?”
_Léa: “Sí, perfecto. Tomaré el tren de la mañana”.
_Thomas, impaciente: “¡Genial! No veo la hora de verte, Léa”.
_Léa, sonriendo para sí: “Yo también, Thomas, entonces nos vemos el sábado”.
_Thomas, con ternura: “Hasta el sábado, querida, cuídate hasta entonces”.
_Léa: “Tú también. Buenas noches, Thomas”.
_Thomas: “Buenas noches, Léa”.
La llegada de Léa a casa de Thomas
Es sábado por la mañana. Léa baja del tren, impaciente por encontrar a Thomas. Coge su bolso, cruza la ciudad en autobús y acaba llegando frente al edificio de Thomas. Saca el duplicado de llaves del bolso, sonríe y entra discretamente en el apartamento. El lugar es tranquilo, bañado por la luz de la mañana. Sabe que Thomas sigue en cama, aprovechando su sábado para descansar.
Léa se quita los zapatos con cuidado para no hacer ruido y luego camina hacia la habitación de Thomas. La puerta está entreabierta y ve a Thomas tirado allí, profundamente dormido, medio tapado con una manta.
Avanza en silencio y se sienta suavemente en el borde de la cama. Léa se inclina hacia él y su cabello le roza la cara. Ella le da un ligero beso en la mejilla y luego le susurra algo cerca de su oído.
_Léa: "Despierta, corazón mío... estoy aquí." susurró con ternura.
Thomas se mueve ligeramente, una sonrisa se forma en sus labios incluso antes de abrir los ojos. Siente la presencia de Léa, su calidez, el dulce olor de su perfume. Lentamente, abre los ojos y la ve, sentada a su lado, con la mirada llena de dulzura.
Thomas, medio dormido, sonriendo.
:"¿Estoy soñando o realmente eres tú?"
Léa (riendo suavemente, pasándose la mano por el pelo): "No, no estás soñando. Estoy aquí, de verdad".
Thomas se sienta un poco, todavía entumecido por el sueño, luego extiende los brazos hacia ella para atraerla suavemente hacia él.
Thomas, susurrando: “El mejor despertar de mi vida…”
Léa bromea, mientras se acurruca contra él: “Pensé que podría sorprenderte. ¿Estás feliz de verme?”
Thomas, con una tierna sonrisa, abrazándola: "Qué feliz. He estado esperando este momento toda la semana... Te extrañé, Léa".
Léa, acariciando suavemente su rostro: “Yo también te extrañé, pero ahora estoy aquí y vamos a pasar un gran fin de semana juntos”.
Permanecen en este abrazo por un momento, disfrutando de la presencia del otro. Luego, al cabo de unos instantes, Léa se endereza un poco.
Léa, con una sonrisa cómplice: “Vamos, dejaré mis cosas y te prepararé algo de comer. Debes tener hambre después de tanto dormir”.
Thomas mirándola con ternura: "Leíste mis pensamientos. ¿Pero estás segura de que no quieres descansar un poco primero? Acabas de hacer un largo viaje".
Léa (moviendo la cabeza con determinación): “No, no, tengo muchas ganas de mimarte esta mañana. Y además, me encanta cocinar para ti”.
Se levanta, recoge su bolso y se dirige a la cocina. Thomas la sigue con la mirada, siempre asombrado por la dulzura y la atención que ella le brinda.
Léa entra a la cocina, coloca su bolso en una silla y comienza a sacar algunos ingredientes de su bolso: huevos, tomates, pan fresco y una pequeña caja de fresas que había comprado especialmente para ellos.
Thomas, todavía con una manta sobre los hombros, se une a ella en la cocina. Se apoya contra el marco de la puerta, con una sonrisa divertida en los labios.
Thomas, en voz baja: “Lo tienes todo planeado, ¿eh?”
Léa, rebuscando en un armario en busca de una sartén: “Evidentemente no podía venir con las manos vacías”.
Enciende el fuego y empieza a batir los huevos en un bol. Thomas se acerca y la rodea suavemente con sus brazos, besando su sien.
Thomas en un tono amable: "Sabes, el solo hecho de que estés aquí ya es todo lo que necesito".
Léa, sonriendo, gira ligeramente la cabeza para mirarlo: “Lo dices para que te deje cocinar para mí, ¿verdad?”
Thomas riéndose suavemente: "No, es sólo la verdad, pero ahora que lo dices, podría ayudarte..."
Léa, volviéndose hacia él, bromea: "De ninguna manera. Siéntate y déjame hacerlo. Yo me encargo de todo".
Thomas levanta las manos en señal de rendición, luego se sienta a la mesa y la observa mientras prepara cuidadosamente el desayuno.
Thomas, mirándola con ternura: "Tengo mucha suerte de tenerte, ¿lo sabías?"
Léa, sonriendo, mientras fríe los huevos en la sartén: “Y estoy feliz de poder estar ahí para ti. Haces que todo sea tan fácil, Thomas”.
Intercambian miradas de complicidad y la atmósfera es suave y pacífica. Saborean estos momentos compartidos, donde cada gesto está impregnado de ternura y complicidad.