Capítulo 13: No debía pensar en él cada vez que viera este vestido
Pero el señor no lo dejaba decirlo, ¿era porque temía que ella no lo aceptara?
Así que Sofía se contenía para no decir nada.
—Srta. Noboa, le llevaré a la ciudad.
Sofía la dejó en la carretera principal de la ciudad y le dijo que se cuidara antes de marcharse de mala gana.
Micaela observó cómo el coche desaparecía al doblar la esquina antes de retirar los ojos.
No habría más contacto entre ella y Carlos, ¿verdad?
Dejando a un lado su preocupación, Micaela se dijo a sí misma que se animara, ¡todavía le quedaba mucho camino por hacer!
Lo más importante en este momento era instalarse en una casa y luego encontrar un trabajo.
Encontró una sombra fresca, sacó su teléfono, buscó dónde estaban las casas en buenas condiciones, luego eligió unas cuantas que le parecieron bien y fue a verlas enseguida.
Después de un largo día de correr de un lado a otro y un almuerzo rápido, aún no pudo encontrar una casa adecuada.
Las que le gustaban eran demasiadas caras, las que no le gustaban estaban en un barrio no muy seguro, y las que ni sí ni no, tenían una condición de pagar más de un año de alquiler de una vez.
Con tan pocos ahorros, ¿qué comerá y beberá después de pagar el alquiler durante un año?
Abatida, andaba en una acera, con un anuncio de una casa en alquiler en la mano.
¿Qué iba a hacer? ¿Debía quedarse en un albergue esta noche?
Los albergues eran caros…
—¡Ay!
Una mujer de mediana edad no vio a Micaela y chocó con ella, y Micaela retrocedió dos pasos antes de poder ponerse en pie.
La mujer de mediana edad, que tenía el pelo corto y rizado que le llegaba a los hombros y tenía un aspecto elegante, se apresuró a disculparse con una sonrisa.
—Lo siento, señorita, ¿te he hecho daño…?
Micaela sacudió la cabeza.
—No, estoy bien.
—Oye, señorita, ¿quieres alquilar una casa? —preguntó la mujer de mediana edad con cara de sorpresa al ver a Micaela con el anuncio de alquiler en la mano.
Micaela asintió sin comprender.
—Tengo una casa que la voy a anunciar, ven a verla, es limpia y está en un barrio seguro. ¡Tengo prisa por salir del país y el precio es definitivamente aceptable!
Micaela seguía resistiéndose, temiendo que fuera una mala persona.
Pero cuando la oyó decir que era una casa limpia y segura a un precio aceptable, no pudo evitar echar otra mirada seria a la mujer de mediana edad.
De aspecto amable y vestido con gusto, no parecía mala persona…
—¡Vamos, definitivamente no soy una estafadora!
Micaela siguió a la mujer de mediana edad hasta un edificio del barrio, muy nueva, parecía construida en los últimos años.
Encima era con ascensor.
Tomó el ascensor hasta el noveno piso, sacó las llaves y abrió la puerta.
Micaela entró y, efectivamente, estaba limpio, como si lo acabaran de limpiar.
—Mira, ¿a que no te mentía? No vas a encontrar algo así ni en todo el barrio. Es de un dormitorio, una cocina, un baño, orientado al sur, con un balcón, totalmente amueblado y listo para que te mudes.
Micaela miró a su alrededor y le gustó mucho el lugar, echó un vistazo por encima al barrio y la seguridad estaba bien hecha.
Una casa así de bien debería ser cara, ¿no?
Micaela estaba un poco triste por dentro…
—Me has caído bien desde que te vi la primera vez. Tengo prisa por salir del país y el precio es muy negociable.
Micaela quedó aún más impresionada y preguntó con atención:
—¿Cuánto sería?
La mujer de mediana edad también frunció el ceño y habló con cuidado:
—¡200 al mes!
Micaela tragó saliva…
La mujer de mediana edad miró su expresión, «Oh no, ¿he dicho un precio demasiado alto?». Inmediatamente cambió:
—¡100 al mes! No puede ser más bajo que eso. Tengo prisa por irme al extranjero, tengo mi visado y todo y no quiero esperar más, sino no tendría este precio.
Los ojos de Micaela se abrieron de par en par con incredulidad.
¡Después de un día dando vueltas, el mínimo para pisos como estos era de 500 dólares o más al mes!
Esta señora…
¡No!
¡Esta señora magnate probablemente no conocía los precios del mercado!
¡No podía perderse esta gran oportunidad!
Micaela agarró la mano de la mujer de mediana edad y dijo emocionada:
—¡Sí! ¡Quiero esta casa! ¡Firmemos el contrato!
Una hora más tarde, Micaela se lanzó felizmente al sofá de su habitación.
¡Mudarse era la palabra más bonita del mundo!
Mirando el contrato que tenía en la mano, ¡100 al mes, con derecho a pagos mensuales de alquiler y sin aumento de renta durante tres años!
Micaela se revolcaba emocionada, las fundas de la cama no eran nuevas, pero estaban limpias y olían a detergente recién secado y a sol.
Deslizando su mano sobre el suave edredón, tocó casualmente la esquina de la cama… ¡ehhh, había una tarjeta!
Había doble colchón, ¡entonces no era de extrañar que fuera tan suave y cómodo!
Esta tarjeta estaba colgada en el colchón y cuando fijabas tus ojos en ella, ¡la etiqueta del precio era de 999!
Micaela se incorporó con un sobresalto, ¿tan caro era este doble colchón?
¿Esto era nuevo?
Micaela dio mil gracias a la dueña de la casa, ¡sin duda era alguien que le traía suerte en su vida!
Abajo, la mujer de mediana edad que salía del edificio, la que Micaela estaba muy agradecida, miró hacia arriba, se limpió la frente, sacó su teléfono móvil y envió un mensaje a un tal Sr. Aguayo:
«Misión completada con éxito, ¡ya se ha mudado!».
Micaela salió al balcón y miró la vista.
Era increíble que pudiera alquilar una propiedad tan grande por un precio tan bajo en Teladia, donde cada centímetro de tierra era oro, y la ubicación de este sitio era particularmente buena, con fácil acceso a todo…
Dios no había sido tan malo con ella, siempre se encontraba con gente buena en momentos de crisis…
Micaela se acordó de repente de Carlos…
También era alguien al que estaba agradecida, y al pensar en su cara tensa cuando lo rechazó…
Se dio una palmadita en la mejilla, «Micaela, no hay nada que lamentar, fue correcto rechazarlo, ¡no sois del mismo mundo!».
Micaela se recogió, cogió sus llaves nuevas, bajó a comprar algunos artículos de primera necesidad e ingredientes sencillos, preparó una cena rápida, comió y luego se aseó y se fue a la cama.
«¡Vamos Micaela, a buscar trabajo mañana! ¡Todo va a ir cada vez mejor!».
Después de un largo día de correr de un lado a otro, Micaela pronto se quedó dormida…
Micaela se despertó al amanecer y aún tuvo un breve momento de confusión mirando el techo desconocido.
Tardó un rato en levantarse, luego lavarse y cambiarse de ropa.
Tomando la bolsa que Sofía le había dado ayer, sacó uno de los vestidos…
Este vestido, que se puse ese día al salir del hotel, ¡se lo regaló Carlos!
Probablemente Sofía pensó que era suyo y se lo puso en la bolsa, ¿no?
Micaela puso este vestido en un rincón poco visible de su armario vacío.
No debía pensar en él cada vez que viera este vestido.
El pasado estaba a punto de pasar página y de desaparecer.
Micaela cerró la puerta y salió, iba a empezar a buscar trabajo.
Confiaba en poder encontrar pronto un empleo, ya que su capacidad de trabajo y su experiencia laboral pertinente se habían perfeccionado y acumulado durante su trabajo a tiempo parcial en la universidad…