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Capitulo 2

Vale, estaba enojada. Más que enojada

estaba furiosa, era el mejor termino

para como me siento en este momento.

 

 

Y no es para tomarse a la ligera el

hecho de que tu propio padre te haya

vendido por un par de ceros...pero era

esperarse de él.

 

-Se supone que hoy es tu día querida,

sonríe -me dice con dulzura Margaret.

 

Margaret es algo así como...una segun-

da madre para el señor con el que me

casare. Si, me casare y con un tipo que

ni siquiera conozco. Acepté el trato, pero nunca me imagine

que el trato sería casarme con él.

 

No sé si matarlo o darle las gracias en el momento en el que

lo vea.

 

Me sacó del infierno del que vivía,

pero ahora que lo pienso...creo que me he metido en otro.

Solo rezo porque este idiota no sea un ogro gruñón, porque suficiente tuve con

mi padre.

 

 

Hace tres días que me fui de casa y me

trajeron a "una casa" aunque, claro, a

esto no se le puede llamar casa. Este

lugar es una maldita mansión que tiene al menos diez o más

habitaciones.

 

-Diez minutos -medio grita la

organizadora.

 

 

Ella tan poco estaba muy feliz

que digamos.

 

Se puede decir que yo no coopero

mucho...me puse como fiera cuando

tiñeron mi cabello  a negro azabache, así que ahora me

veo más pálida de lo normal y mis ojos se ven

más llamativos.

 

Pero no solo eso me a hecho enfurecer, nooo. Me han embutido

en un vestido que apenas me deja respirar es hermoso, pero no me deja

caminar y tiene un gran escote que

termina en mi cintura.

 

Me han echado maquillaje en los moretones, depilado por

completo y me han obligado a ponerme unos tacones que son un peligro.

 

 

De milagro aún no me caigo de

bruces. Pero también esta el hecho, de

que, no dejan que Angela este conmigo.

 

 

Eso también fue el colmo.

 

 

-¡Entra la novia!

 

Trato de relajarme y pongo la sonrisa

más falsa que logro en mi vida. Muy

bien. Tengo que fingir estar locamente

enamorada de él aun que no lo

conozca, perfecto.

 

Un chico de cabello castaño oscuro

y ojos marrones se pone a mi lado y

me sonríe. Lo miro y frunzo el ceño

¿Y este quien es?

 

 

—Soy Ostin...tu futuro cuñado.-

Me a leído el pensamiento.

 

 

Asiento y me tiende su brazo. Lo tomo y suspiro para mis

adentros.

 

 

Espero que este día no sea tan largo.

 

 

La música comienza a sonar y camino

con Ostin por el largo pasillo repleto

de personas...y flashes. A penas doy

dos tres pasos logro ver al hombre que esta junto al cura

(si, me voy a casar por la iglesia y civil) Pero creo que siente mi mirada

porque se gira y me detengo de golpe.

 

¿Enserio es él? i¿Enserio?! ¡Dios santo! ¡Pero si debe de

tener unos veinticinco!

 

Y ES JODIDAMENTE GUAPO. Matame,

por favor. Ostin tira de mi y seguimos caminando.

 

Joder... Es él —chilla mi mente.

Sus ojos me recorren por completo y

siento mi cara arder cuando se detiene en el escote. Maldita

María... ella fue la que escogió este vestido y el otro.

 

 

Aunque el otro fue más por mi gusto.

Pero, no me jodas. Esta guapísimo ¡y me casare con él!

¡Dios!

 

 

—Hermano...-Ostin se detiene y yo con él.

 

Observo como mi mano termina sujetada por una más grande,

cálida y bastante masculina.

 

 

Sus largos dedos se entrelazan con los míos y observó

fascinada como encajamos perfectamente.

 

 

Levanto la mirada y me encuentro con unos azules. Un azul

más claro que el mío. Pero dios...

 

 

Mientras todo comienza, seguimos

igual, de frente y con las manos

entrelazadas. Debo de parecer una

estúpida mirándolo fijamente. Su

mandíbula es cuadrado, labios

carnosos, cabello corto castaño, sus

pestañas son normales, pero rizadas,

nariz recta, pómulos altos y sus cejas

están un poco pobladas. Pero es

jodidamente perfecto.

 

 

—¿Señorita Veas?

 

—¿Qué?—balbuceo sin apartar

mis ojos de él.

 

 

—¿Acepta al señor Vicencio como su

esposo?-pregunta.

 

 

¿Es aquí cuando tengo que decir "si,

acepto"? O ¿debo salir corriendo ahora que puedo? O

¿decir yo me opongo cuando pregunte? Carajo, no sé qué hacer. Estoy a tiempo de

echarme para atrás y romper el estúpido trato que hice con él.

 

 

Pero... Irme significa que probablemente el alcohólico de mi

padre me busque. Demonios... Puedo

vivir con Angela, Patrick y Jacob (él

último es gay) Pero...

 

 

—Si, acepto —respondo con voz firme.

 

 

Él irá a buscarme y me iría mucho peor que las otras veces.

Antes de irme me amenazó y si lo creo capaz.

 

 

—Si, acepto —dice el señor de

ojos bonitos.

 

Su voz... ¡Dios! ¡Que voz! Es suave,

grave y firme.

 

 

—Por el poder que se me a concedido,

yo los declaró, marido y mujer —dice y nos sonríe—. Puede

besar a la novia.

 

 

¿Qué? Eso no estaba en el trato... Pero puedo asegurar que

besa muy... ¿a que vienen estos pensamientos?

 

 

Antes de que me niegue, sus labios

ya están sobre los míos. Yo estoy

petrificada mientras escucho los

aplausos y silbidos.

 

Siento su mano meterse en mi cabello rizado, su otro brazo

rodea mi cintura, pegándome a su pecho y acaricia mi labio inferior con su

lengua. Involuntariamente se me

sale un leve gemido.

 

 

Dios... siento fuego con cada movimiento de sus labios y yo

torpemente le sigo el beso. Nunca había besado a alguien, patético ¿verdad?

 

 

Termina el beso tirando de mi labio y

me siento como una nube flotando. Eso fue un buen beso ¡y

como no! Si besa de manera espectacular.

 

 

Luego de esquivar a todo mundo,

subimos a una camioneta negra y

abrocho mi cinturón.

 

-Quiero que sonrías como nunca en tu

vida —me dice señor ojitos bonitos.

 

 

—No tienes que decirlo-medio gruño

y miro por la ventanilla todo el viaje.

 

 

Ahora que no me ve nadie (solo él) dejo salir mi ira. Estoy

segura que parezco un tomate de lo roja que debo estar por la ira, pero decido

descargarlo cuando estemos solos completamente.

 

 

El chófer conduce y parece sumido

en sus pensamientos. Pero no quiero

tentar a la suerte.

 

 

Al llegar no espero que abran mi

puerta y bajo por mi cuenta. En pocos

instantes estoy siendo arrastrada a una 'habitación por

María. Ahora el vestido sencillo.

 

Suelto un largo suspiro cuando soy liberada del ajustado

vestido y me

meto en uno mas practico.

 

Es bonito, tiene un listón negro en la cintura, escote en

forma de corazón, solo es justo de la cintura y de ahí cae como campana. Es

sencillo, como yo.

 

 

Mientras María ata el listón, observo los anillos en mi dedo

anular. Tiene una bonita piedra, demasiado exagerada y el otro esta lleno de

¿diamantes? Sepa dios, pero son hermosos. Duele aceptarlo.

 

 

—Ya estas. Lista —dice María

mirándome por completo—. ¿Quieres

seguir con los zapatos?

 

 

—NO—digo con horror.

 

María ríe. Me cambio los peligrosos

zapatos por unos planos y me hacen

un moño despeinado. Salgo de la

'habitación y me veo metida en otra.

 

—¿Pero que demonios te pasa?-

Angela sonríe y me abraza. Creí que me echaría la bronca o

algo así, pero no.

 

 

-Sé que esto es un acuerdo..-susurra

en mi oído—. Pero vi como se miraban en la iglesia y si

parecían enamorados.

 

 

Si, claro, enamorada de Ojitos bonitos... y mi mamá no me

abandono. Claro.

 

—Si, si, si, Angela —digo alejándome

de ella.

 

 

Escucho pasos frenéticos afuera y a que puedo adivinar quien

es.

 

—Vamos ya, que de seguro Don neurotico me debe de estar

buscando como loco —digo mientras tiro de su mano.

 

Angela se ríe y cuando salimos, no me

equivocaba. Esta abriendo puerta por

puerta, al verme sus ojos se encienden.

 

 

Y no por cariño. Hay enojo en esos

bonitos ojos.

 

—Yo los dejo-dice Angela y

desaparece por el largo pasillo.

 

 

Me miro fijamente con Don neurótico,

hasta que él pierde el contacto y me

mete de nuevo a la habitación.

 

-Debes de estar conmigo siempre

-me espeta.

 

 

Me cruzo de brazos y elevo las cejas.

Si cree que me dejare mangonear por

él...se equivoca. Han hecho conmigo

lo que se les vino en gana desde

hace tres días.

 

 

—Ah... ¿si?

 

—Si -gruñe y me mira impaciente.

 

—Pues ¿que crees? Me importa

una mierda.

 

 

—¡Cuida esa boca!.- Formo las manos en puños y lo miro con

odio.

 

—¡A mi no me gritas, idiota!

 

—¿Que cuides esa puta boca!

 

—¡Tu también estas diciendo groserías! —respondo a gritos.

 

 

Él se pasa sus manos por su corto

cabello y tira de él en la parte de arriba.

 

Vaya que esta enojado

 

—Esto no nos llevará a nada —dice

con los dientes apretados. Solo no

te separes de mi.

 

 

Y con eso sale. Bufo y salgo detrás de él. Pero a mitad de

las escaleras aparece una señora muy parecida a Él.

 

Creo que es su madre.

 

-Aquí están —dice con una enorme

sonrisa y me mira—. Has escogido bien, hijo. Esta señorita

es muy guapa.- Miro de reojo como él rueda los ojos.—¿Como te llamas, linda?

Este tonto no me a dicho nada sobre ti.-

Miro a el señor gruñón.

 

—Mamá ¿no tienes que ir con Jane?.-

Su madre lo ve mal.

 

 

Ahora me doy cuenta que me case

con alguien que no sabe mi nombre

y ni yo el suyo. Ni siquiera se como

se llama su madre. Solo sé que su

apellido es Vicencio

 

 

-Su nombre es Dayan, mamá.-

Lo miro sorprendida. Vaya...si sabe mi

nombre, pero yo no el suyo.

 

 

 

—Que bonito nombre—me elogia y

luego mira a su hijo—. Los veo pronto.

 

 

 

Con eso da media vuelta y se va.

Apenas desaparece de mi vista, me giro hacia el gruñón.

 

 

—¿Cual es tu nombre? —le pregunto.

 

 

—Solo dime "amor"

 

 

Y se va, dejándome con la palabra en

la boca. Cabrón...

 

La fiesta...me pone abrumada. No conocía a nadie, solo a

Angela, la mamá de "amor" Y Ostin. Solo ellos tres.

 

Pero hace media hora conocí a su hermana, Jane, me agrada.

Jane me dijo que a pesar de que su hermano es un gruñón (vaya que lo es) es

alguien bueno y dulce.

 

 

Pues bueno, lo dudo. Pero estar con

Jane tiene sus ventajas, se que su mamá se llama Lisa y su

padre Thomas, y que son cinco hermanos en total y que ella es la única mujer,

además de su madre claro.

 

 

Jane esta casada con Peter desde

hace unos meses y es la mayor de todos,

 

 

—¿Vez a esa chica de ahí?.- Sigo la dirección que me indica

Angela y asiento. Esta metida en un diminuto vestido que no deja mucho a la

imaginación y esta como perra encelo detrás de cada hombre. -Pues bien, hace

media hora me habló

y me dijo que la hermana de tu "amor" —dice y hace

comillas con sus dedos.- Es una reverenda puta. Entonces me moleste y le dije

puta a ella. Y se enojo.- Termina con el ceño fruncido y niego con la cabeza

divertida. Tan directa como siempre y me gusta eso.

 

 

—¿De que hablan?

 

Mi AMOR se sienta a mi lado y nos mira a las dos con sus

fríos ojos miel. Yo lo ignoro y comienzo a girar mi anillo.

 

 

-Hablamos de putas que se emputan

cuando las llamas putas —dice Angela

con una mueca.

 

 

Miro de reojo a AMOR y juraría que vi

una pequeña sonrisa. Yo sonrió y miro a mi mejor amiga.

Angela se encoje de hombros, me lanza un beso cuando se levanta y se va.

 

 

—¿Seguirás comportándote como una

niña o me miraras al menos? .-

Lo miro y sonrío falsamente. Él

entrecierra sus ojos y me observa.—La hipocresía no te va

—suelta y

ahora yo entrecierro los ojos.

 

 

—No, la verdad es que no .- Suspiro y

entrelazo mis dedos. Pero hoy es mi

día, tengo que fingir amor por alguien

a quien odio... Así que, seré hipócrita

por un día.

 

 

Sus ojos me mira y veo como brillan

con malicia. Lo miro sin entender

cuando se levanta y me da su mano. A

regañadientes la tomo y me lleva hasta la pista de baile.

 

 

Ya es de noche y todos estamos

bailando, pero cuando llegamos, todos

se van. Amor se detiene en medio de

la pista y tira de mi hasta que estoy

pegada a su pecho. Con los zapatos

bajos le doy a mitad de la mejilla, y

calculo que debe de medir uno ochenta o uno ochenta y cinco.

 

 

Una canción comienza a sonar y le lanzo dagas cuando

reconozco que es Say you love 'me de Jessie Ware. Ya quisiera...

 

 

—Odio a las personas hipócritas.

 

Susurra bajo en mi oído. Su cálido

aliento me golpea y me estremezco.

 

—Entonces es una lastima...lo estoy

siendo en este momento. Así que

ódiame-digo bajo y contengo

el aliento cuando siento su nariz

recorrer mi cuello.

 

 

—No te odio. Pero tu a mi si.-

Y no pudo haberlo dicho mejor.

 

 

—¿Qué comes que adivinas?

 

—Esto sonará cruel, pero lo soy...

Solo te estoy utilizando, que eso te

quede claro-sentencia y me gira de

modo que mi espalda queda pegada

a su pecho—. Solo eres una más del

montón. Claro que...tu conseguiste ser

la señora Vicencio

 

Cierro los ojos con fuerza y reprimo la

ira. Lo odio. Lo odio, maldita sea. Lo

odie desde el momento en que lo vi parado en el altar y sus

palabras solo han hecho crecer mi odio hacia él.

 

Que daría por tener un cuchillo y clavárselo hasta dejar que

se desangre lentamente...

 

 

Señor, dame paciencia, porque si me

das fuerza también necesitaré dinero

para la fianza.

 

 

 

 

Ignacio pov's

 

No me gusta que me desafíen y es lo que a ella le gusta. Los

hipócritas no

van conmigo, y ella lo esta haciendo en este momento.

 

Me puse furioso cuando desapareció y tuve que decirle a

mibfamilia que no se sentía bien. Aunque, claro, la princesa le gusta sacarme

de quicio.

 

 

Pero, no podía mirarla con tristeza o pena. Sé lo que hice,

la compre. Me gané su odio fácilmente.

 

 

Ostin termina su discurso y yo aplaudo sin ganas. A mi lado,

Dayan  aplaude y sonríe de verdad. Claro, mi hermano la a hecho reír con

sus historias de mi de cuando eramos niños.

 

Observo el papel color marfil con perfecta caligrafía.

 

 

Mr&Mrs Vicencio.

 

Nunca pensé ver ese estúpido papel

con mi apellido en él. Si lo vi, en la

renovación de votos de mis padres,

 

 

-Señor...-Sacudo la cabeza y veo a María, la

organizadora, sonreírme sonrojada

y elevo una ceja. —El auto esta listo.

Asiento y ella desaparece.

 

 

Respiro hondo y tomo la mano de

Dayan. Ella me mira y muevo la cabeza para decir que se

levante. Lo hace con cuidado y me mira con sus cejas elevadas. Le queda bien el

negro.

 

 

—Nos vamos.

 

—¿Donde dormitas tu?.- Me giro y la miro.

 

 

-Ahí —señalo la cama y me quito

la pajarita.

 

 

Me deshago de la chaqueta y entro

al vestidor. Me quito la ropa, saco un

pantalón de algodón y busco ropa

para Dayan

 

 

Se supone que dormiríamos en

habitaciones separadas, pero mi familia tuvo la genial idea

de querer quedarse aquí lo que resta del verano.

 

 

Osea, dos semanas. Dos semanas durmiendo con Dayan

 

 

Tomo una playera roja de pijama al

azar y otros pantalones de algodón de

cuadros. Salgo y me cuento con Dayan

mirando la cama aun.

 

Ella se gira y casi chillando me dice:

 

—Ni loca duermo contigo.- Frunzo el ceño y lanzo la ropaba

la cama.

 

 

—Deja de decir tantas malas palabras

—digo entre dientes y camino al baño.- Ella me sigue aún

vestida de blanco.

 

—¡No dormiré junto a ti! -chilla y pone sus brazos en

jarras.

 

 

La ignoro y lavo mis dientes. Me tomo

mi tiempo y la miro de reojo. Me esta

viendo sin ningún pudor y cuando se

da cuenta que la atrape, se sonroja

y sale rápidamente. Sonrío para mis

adentros y termino de hacer mi rutina.

 

 

Cuando regreso, ya esta cambiada. Se

ve mucho más joven y pequeña con mi ropa que le queda

enorme.

 

 

—No. Dormiré. Contigo —espeta

furiosa. Me detengo a mitad de la habitación.

 

 

-Pues duerme en el piso —digo sin más y me acerco a la cama.

 

 

-¡No!-grita y gruño. A eso me refiero

 

- ¡Tú duerme en el piso!

 

Respiro hondo un par de veces y me

meto en la cama.

 

 

—No dormiré en el piso, hazlo tu si

gustas, pero ni sueñes que yo lo haré

cuando tengo una cama propia muy

cómoda —le digo y me pongo de lado.

 

 

Escucho sus fuertes pisadas y sus

palabras sin sentido. Necesito

paciencia y esta mujer esta a punto de

acabar con ella.

 

 

—Ok. Entonces me voy a otra de las

tantas habitaciones.

 

¿Qué? Mierda.

 

Me levanto y la tomo del codo apenas

llega a la puerta. Ella me mira con ira y me trago mi furia.

 

—No puedes dormir en otra habitación. Mi familia esta aquí

¿Y que pensaranbcuando te vean en otra habitación? — gruño y ella me mira fría.

 

 

—Pensaran que eres un idiota e hiciste algo para

enojarme-responde.

 

 

Hasta aquí.bMe agacho un poco y de un movimientobrápido la

pongo sobre mi hombro.

 

 

Dayan grita y chilla mientras se

retuerce en mi hombro. Pongo el

pestillo y doy grandes zancadas hasta

la cama.

 

Ahogo un grito cuando sus dientes se encajan en mi nalga

derecha.

 

 

La arrojo en la cama sin la mínima

delicadeza y la miro furioso.

 

 

- ¡¿Por que mierda me muerdes?!

 

- ¡¿Y tu porque me cargas?!

 

 

—¡Porque te comportas como una

niña malcriada!

 

 

—¡Y tu como un salvaje!.- Toma una almohada y me la arroja.

 

 

La esquivo y no logro esquivar las

siguientes. Dayan me lanza todos los

cojines y almohadas con furia, mientrasbme dice todos los

insultos conocidos.

 

—¡Hasta aquí!

 

Tomo la corbata y me acerco a ella.

Dayan  al ver mis intenciones se lanza

contra mi, rasguñando mis brazos y

torso.

 

Gruño y me lanzo sobre ella. La

inmovilizo con mi cuerpo y con una

mano tomo sus muñecas mientras me

pongo a horcajadas sobre ella. Dayan

chilla y maldice mientras hato sus

muñecas con la corbata al cabezal

de la cama.

 

 

—¡Sueltame maldito idiota! -grita,

roja de la furia.

 

 

—¡Esa puta boca!

 

 

Ella sigue maldiciendo y gritando y mi

poca paciencia estalla.

 

Voy al vestidor, abro uno de los cajones, saco lo que

buscaba y regreso con la fiera. Al ver lo que traigo en las manos se retuerce

con violencia gritando.

 

 

Me subo de nuevo sobre ella, meto

el calcetín en su boca y ato sus pies.

Empato las dos corbatas y las ato en

uno de los tubos que esta a los pies de la cama. Miro mi

obra de arte y sonrío con satisfacción al ver a la pequeña fiera amordazada y

atada.

 

Dayan no esta para nada contenta y lo

sé aparte de la mirada asesina

que me da.

 

—Haber si así aprendes.

 

 

Me acomodo en la cama y cierro los

ojos. La pequeña fiera se retuerce por

un rato mas hasta que doy por hecho

que se a dormido y no tardó mucho

en acompañarla.

 

 

Unos golpes me hacen despertar y tallo mis ojos mientras me

estiro. Miro a mibalrededor y gruño cuando un rayo debsol me da en los ojos.

Mis ojos deparan en la maraña de cabello negro y piel pálida que duerme más

tranquila que ayer apenas me acostumbro a la luz.

 

 

Vaya que es una fiera cuando

está enojada.

 

 

Otra vez tocan la puerta y estaba a

punto de mandar al diablo a quien

tocaba cuando hablan.

 

—Hijo...

 

 

¡Mierda!¡Mi madre! Miro a Dayan que

aún sigue atada. Carajo. Si mi madre la ve así tendré graves

problemas...

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