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(4)

La adrenalina pasa por todo mi cuerpo, tanto que me olvidó de la lluvia en las calles, llegando totalmente empapada a casa, pero sintiéndome por fin segura. Estar con Leonardo era bastante peligroso. Había jugado claramente con fuego, no estaba acostumbrada a tener algún comportamiento indecoroso nunca, siempre fui la típica matada romántica, que no podía matar ni siquiera a un bicho.

–¿Mike? –Busco a mi prometido para recibir algo de aliento, ya que le había sido infiel y eso me mortificaba demasiado. –¿Mike? –Seguí buscando a mi prometido por la casa, esperando encontrarlo haciendo alguna tontería, puesto que era aficionado a los deportes, así que era posible que estuviera jugando o viendo la televisión, pero cuando llegué a mi habitación, me pude dar cuenta que no solo era fanático a los deportes, sino que era un maldito mentiroso.

–¿Qué demonios esta pasando? –Grité casi sin aliento, estaba realmente enojada.

Mike y otra mujer estaban haciendo el amor, podía escucharlos gemir cuando estaba enfrente de ellos. Mike se levanta de la cama realmente asustado, mientras la mujer que esta en mi cama, solo se empieza a reír.

–Amor, déjame explicarte. –Es lo único que me dice mientras yo empiezo a sollozar. Había puesto tanto tiempo y esfuerzo en nuestra relación, para que todo terminara de esta manera. Mike intenta detenerme, ya que claramente quería salir del lugar lo más pronto posible. –Amor, déjame explicarte. –Repite una vez más.

–¿Qué me quieres explicar? –Grité con desdén. –¿Qué te acostaste con otra mujer?

–Lo lamento. –Es lo único que me puede decir.

–Eres un maldito imbécil. –Nunca en mi vida había sido tan dura con él, pero supuse que era el momento adecuado para hacerlo. Tome de mi dedo nuestro anillo de compromiso, para terminar, aventándolo al suelo. Él lo cacha entre sus manos, pero ya era tarde, me estoy yendo de la casa, mientras él me sigue completamente desnudo.

–Eliana, por favor. –Me suplica que no me vaya, pero estaba claro lo que estaba pasando.

–¡Déjame en paz! –Le grite entre dientes mientras las lágrimas salían de mis ojos castaños.

Al salir de la casa solo pienso en una persona, que quizás he alejado de mi vida por el hecho de que decidió seguir otro camino diferente al mío. Tome mi celular y la llame, era obvio que la necesitaba.

–Necesitó verte. –Solloce con fuerza mientras caminaba con rapidez por mi vecindario.

–Ya sabes donde encontrarme. –Me responde esa voz que tanto amaba.

Tome un taxi hasta el club Wilmer, uno de los mejores clubs de chicas más caro de todo Manhattan. En el lugar trabajaba mi mejor amiga Sídney, que conozco desde que íbamos a la primaria juntas. Sídney era un alma libre, así que en preparatorio ella dejo todo para irse a vivir con un novio francés que tenía en ese momento. Ella pensó que su vida iba a mejorar, que iba a vivir en los suburbios como una madre y esposa respetada, pero nada salió como pensaba, el francés estaba metido en problemas de drogas, así que ella termino en un burdel de quinta trabajando para el francés, hasta que un día lo mataron por sus claros vínculos con la mafia.

Ella ya estaba dañada en ese entonces, así que, en ese momento de su vida, ella ya no quería una vida normal, quería seguir en ese medio de las mujeres de compañía, hasta que llego a su vida Meyer. Un hombre que la puso en medio de los mejores clubes en New York, tanto que ahora vive en un departamento muy caro, viste ropa lujosa y tiene todo lo que siempre deseó en su vida. Nuestra amistad siempre será duradera, pero también tengo que sincera, el camino de su vida no me gustaba, tenía miedo de perderla, así que nos separamos cuando entre a la universidad.

–¿En que te puedo ayudar? –Me pregunta el cadenero del club, mientras yo parezco un alma en pena. –¿En qué te puedo ayudar? –Me grita el hombre de color una vez más.

–Lo lamento. –Me disculpe porque aún tenía en mente a mi prometido, cogiendo con otra mujer. –Me vere con ángel caído. –Era una clave secreta. Las mejores mujeres del club eran buscadas con un nombre especial, ya que no todos podrían tener sus servicios especiales.

–Dime la contraseña. –Me murmura en privado, para que nadie más pueda escucharnos.

Yo solo sonreí, ya que mi mejor amiga era muy creativa.

–"Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas”. –Era obvio que era muy fanática de las películas de Harry Potter.

El cadenero me sonríe de vuelta, dejándome pasar al lugar que era realmente lujoso. Todo era de color dorado, como si estuviera hecho de oro. El lugar era precioso y lleno de gente con mucho dinero, apostando, bebiendo, cogiendo, haciéndolo todo. Había mujeres con vestidos caros y diamantes, que solo verías en las revistas. Todo aquí se hacía realidad. Hasta que claramente me vi vestida muy mal mirándome en un espejo, incluso mi cabellera esta despeinada. Me di vergüenza porque mi cara estaba roja, así que traté de caminar lo más rápido posible, hasta llegar a los camerinos en donde las chicas se arreglaban.

El lugar era hermoso, lleno de vestidos y ropa fina, mientras que el olor a perfume Chanel numero cinco invadía el lugar. Mire por todos los camerinos encontrándome con mujeres, que realmente parecían modelos, delgadas y altas. Hasta que llegué al penúltimo camerino, y la encontré, tan bella, tan rubia y tan espectacular como siempre.

–Sídney. –Dije su nombre realmente contenta, al verla vestida con un vestido color oro que hacía que su cintura se asemejara a un reloj de arena. Su sonrisa blanca hace que mi cara brille, mientras sus labios están bien pintados de colorete rojo fuerte.

–Mi niña. –Corre hacía a mí para abrazarme con fuerza, ya que era más altas que yo. –¿Pero que te ha pasado? –Me pregunta en cuanto ve mis ojos hinchados y mi cuerpo tembloroso. –Eliana, ¿qué ha pasado? –Pregunta realmente preocupada.

Yo la miré sin poder decirle nada, supuse que mis ojos llorosos lo dijeron todo. Ella me toma del brazo y me lleva dentro de su camerino, en donde nos encierra. Ella me da una copa de champagne, para que pueda hablar después de llorar por más de cinco minutos. Cuando me tranquilice, fui bastante clara con lo que había pasado.

–No puedo creer que ese mal nacido haya hecho eso. –Escupe la joven enojada, mientras se que lo quiere matar. –Siempre lo odie lo suficiente para saber que eras más que él. –Hace un sonido con sus labios inyectados. –Maldito mal nacido con sueños de idiota.

–Bueno, ahora lo se. –Aclare mi garganta con el alcohol.

–Lamento mucho lo que paso. –Se apiada de mí, besando mi frente. –Se que nunca demostré ser afín de tu relación con ese hombre, pero también pude haber dicho algo y no lo dije, porque no quería perderte. –Me confiesa. –En realidad siempre pensé que iba a ser un error si se casaban.

Bueno, era bueno saberlo ahora.

–Y se que no estoy ayudando, diciéndotelo ahora pero ahora estas aquí. –Sonríe la joven. –Creo que tengo una idea.

La joven feliz se levanta del sillón aterciopelado, para buscar entre sus miles de vestidos, un vestido de diamantes blanco, que era tan hermoso y supuse que era tan caro como se veía.

–Ahora que estas aquí, quizás puedas jugar un poco. –Alza sus cejas, dejando salir ese lado pícaro que me encantaba. –Quizás puedas tomar algo de alcohol y conocer a algún hombre rico.

–No quiero conocer a nadie, en realidad pensé mucho en ir a tu departamento e ir a beber vino. –No estaba de humor para lo que ella quería.

–No creas que te dejare ir a mi departamento, estas aquí en el mejor lugar de New York para conocer hombres ricos y poderosos.

–El único hombre poderoso que quiero ver ahora es al Doctor Phill en la televisión. –Suspire abrumada. –No quiero hacer nada que no sea acostarme en un sillón y comer helado. –Aclare decidida.

–No lo harás, mi querida amiga. –Niega la joven más de una vez.

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