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Sin Darnos Cuenta

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S. Dal santo
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Sinopsis

En el mundo existen diferentes tipos de grupo de apoyo para enfrentar diferentes tipo de circunstancias en la vida. Existen grupos para ayudar a aquellos quienes tienen problemas con el consumo de alcohol, otros para aquellos con adicciones a las drogas, e incluso para aquellos quienes no pueden controlar sus impulsos por las apuestas, pero ¿Por qué no existe un grupo de apoyo para aquellos que están despechados? Esa fue la pregunta que se hicieron Franchesco y Jordana una tarde de aquellas que pasaban juntos contándose sus penas de amor. Fue de esa manera como dos amigos comenzaron su grupo de apoyo llamado "Despechados Anónimos" y se nombraron padrinos de despecho del otro sin saber que en medio de todo aquello algo sucedería sin que ellos se dieran cuenta. LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DE ESTE MATERIAL QUEDA PROHIBIDA. LA HISTORIA ESTA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE . Copyright © 2006014206559

RománticoSEXOSeductor

1. Despechados

Otro día más de esos donde no quiero levantarme de la cama. La alarma sigue sonando y yo lo único que quiero es lanzar mi móvil por el aire y que se estrelle contra una pared para que deje de sonar ese ruido molesto, pero no puedo; si rompo mi móvil estaré incomunicado y Amanda me matara. Asique, ya que la primera opción no es viable, estiro mi brazo sin quitar la almohada que esta encima de mi rostro y silencio el molesto ruido.

Detrás de la ventana de mi habitación el mundo sigue girando, marcha el mes de junio y se supone que debería de estar feliz, en tres meses mis primeros dos cuadros ya estarán disponibles para que el publico pueda verlos y en cinco lanzare la obra completa, pero no, no estoy feliz.

¿Cómo voy a estarlo cuando hace una semana encontré a mi novia con otro en la cama? Es el simple hecho de recordarlo y sentir la misma rabia que sentí en ese instante en el que abrí la puerta, de la habitación del piso que compartíamos juntos y la vi desnuda moviéndose encima de ese imbécil que ni conozco y gimiendo de placer.

Quito la almohada de encima de mi rostro y observo a lo lejos aquella pequeña cajita de felpa color roja apoyada sobre mi escritorio. Allí dentro estaban mis ilusiones; está el anillo con el cual le pediría que se convirtiera en mi esposa y la madre de mis hijos, pero todos esos planes se han ido a la basura, al igual que mi ánimo. Solo queda seguir respirando y vivir con un corazón roto.

Me giro sobre la cama y me quedo boca abajo con mis brazos estirados debajo de la almohada. No pienso levantarme de aquí en todo el día y mucho menos le hare caso a esa alarma la cual todas las mañanas me avisa que es hora de mi rutina de ejercicio. Cierro mis ojos y me dejo llevar por mi mente a un mundo donde no existe nada más que mi resentimiento hacia Cintia. Soy un hombre despechado, es así de sencillo.

Estoy en mi mundo, hasta que de repente escucho la puerta de mi habitación abrirse y a los pocos segundos el peso de un cuerpo sobre mi espalda me hace quejar. —¡Franchesco!— Exclama esa voz que tan bien conozco, aunque hoy se escucha un poco diferente, «¿ha estado llorando?»

—Jordana...— Digo sin ánimo y ella se deja caer a mi lado haciendo que mi espalda se sienta aliviada.

Sin que me quede otra opción, me giro hacia el lado donde esta ella y abro mis ojos lentamente para adaptarme a la luz. Al mirarla me encuentro con su cabello castaño atado en una coleta, y sus ojos color miel enrojecidos. Hago un paneo general de ella y el verla con un pantalón corto de jean y camiseta holgada color blanco llama mi atención, este no es el tipo de ropa que usa mi mejor amiga.

En realidad, Jor era la mejor amiga de mi hermana Tamara y es prácticamente una más de la familia Balestrini. Pasaba en casa muchísimo tiempo y lo sigue haciendo. Puedo decir que la conozco desde que tengo 18 años. Han sido tantos los momentos que hemos vivido juntos , que poco a poco nos hemos convertido en amigos inseparables; cosa que ha llevado a que ahora sea yo quien sea su mejor amigo y que Tamara me recrimine el haberle robado a su mejor amiga; aunque sé que es broma. Jordana y Tammy siguen siendo muy buenas amigas, pero la mayoría del tiempo la pasa conmigo.

—Me engaño.— Sentencia y se abraza a mí.

Su pelo me hace cosquillas y debo acomodarlo —¿Qué?— Pregunto bastante confundido y aun dormido.

—Mauricio, es un imbécil...— Explica entre sollozos.

—Explícate.— Le pido y es que en verdad todavía estoy un poco confundido.

—Fui a buscarlo esta mañana y lo vi saliendo de su piso en bóxer con una mujer. Me escondí para ver que sucedía y vi como se besaban, pasaron la noche juntos.— Resume angustiada.

—Bienvenida al club de los engañados.— Comento sabiendo perfectamente cómo se siente.

—Tengo rabia... lo odio...— Se queja mientras su llanto aumenta.

—Eso se llama despecho Dana.— Le aclaro.

—Sí, estoy despechada.— Afirma —¡Tres malditos años le di!— Exclama.

—¿Y yo? Yo le di cuatro años a ella.— Añado.

—Somos dos despechados...— Comenta acomodando su rostro para verme.

—¿Habrá un grupo de apoyo para despechados?— Inquiero intentando hacer una mala broma en este momento.

—No lo creo.— Dice triste.

—Debería... así como para los que sufren algún vicio que es difícil salir… para nosotros será difícil superar esto.— Explico sin animo.

— Fran yo no quiero estar así... Hagamos nuestro propio D.A..— Me dice y no entiendo nada.

—¿Qué?—

—Despechados anónimos.— Me dice entre lágrimas.

—¿Y engañados?— Añado.

—También... puede ser de despechados y engañados... ayúdame Franchesco, se mi padrino de despecho, no dejes que me deprima por ese imbécil... no dejes que mi corazón me haga sufrir por encapricharse con él. Yo no soy así.— Me pide y por primera vez una tímida sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Solo si tú eres mi madrina de despecho. Yo tampoco quiero sufrir por ella, pero ya ves que soy idiota para cuestiones del amor.— Propongo y ella extiende su mano con la clara intensión de estrechar la mía.

—Trato hecho, nos apoyaremos el uno al otro para no caer en depresión, ni en sus falsas disculpas, ni palabras bonitas que nos enreden.— Expresa firme.

—Suena como un plan madrina.— Digo y es increíble que en medio de este caos seamos capaces de apoyarnos el uno al otro.

—Padrino...— Señala mirándome —El primer consejo que le doy como madrina es que se ponga de pie y salga de este cuarto. Como integrante del grupo de despechados anónimos le pido a mi padrino que me apoye y me haga pasar un día increíble en la playa olvidándome de toda la mierda que tengo en la cabeza.— Sentencia mirándome como un cachorrito herido y no puedo más que asentir.

Si hay una habilidad que tiene Jordana es de poder convencer a quien quiera de lo que quiera.

—De acuerdo... vamos...— Afirmo y me levanto de la cama para alistarme sin poder creer que finalmente si me levantare de esta cama.

—Te espero.— Dice sin levantarse de la cama.

Sacudiendo mi cabeza a causa del poder de convencimiento de mi mejor amiga, entro al baño para comenzar un día diferente a pesar de que había dicho que no lo haría.

[…]

Caminamos por nuestra playa favorita, una de esas que poca gente conoce hasta que encontramos un sitio cerca del mar que nos agrada a ambos y dejamos nuestras cosas sobre la arena. Lo que más nos gusta de aquí, es que nunca hay nadie; es nuestra playa como le decimos nosotros. Este paisaje ha sido testigo de muchísimas conversaciones entre los dos y se ha enterado de alguno que otro secreto nuestro.

Estiro la toalla de playa sobre la arena y me acuesto en ella boca arriba para dejar que los rayos del sol peguen en mi cuerpo y me relajen. Ella hace lo mismo y se acuesta al lado. Tenemos nuestros Ray Bans puestos para proteger nuestros ojos del sol y cualquiera diría que somos hermanos o algo así; tenemos los mismos lentes de sol y es que los hemos comprado juntos.

—Franchesco...— Dice interrumpiendo el sonido de las olas del mar.

—Dime.—

—¿Cómo hago para que mi corazón no me gane?— Me pregunta y puedo escuchar el tono triste de su voz.

Pienso un instante y no sé ni que responderle, estoy peor que ella —No lo sé Dana... ¿has escuchado esa canción que dice "the heart wants what it wants" ? — Le pregunto.

—Claro... There's a million reasons why I should give you up, but the heart wants what it wants the heart wants what it wants.— Canta sin amino.

(Hay un millón de razones por las que debería dejarlo, pero el corazón quiere lo que quiere El corazón quiere lo que quiere)

—Bueno, así funciona esto del desamor.— Le digo ya que en esto me estoy convirtiendo en todo un experto. «Tres desengaños en 28 años, eso debe de ser todo un record.»

De reojo la observo girarse sobre la toalla hasta quedar boca abajo. Se quita los lentes de sol y estira el brazo para levantar los míos —Lo siento, sé que tú la estas pasando igual o peor que yo.— Dice avergonzada.

—No te preocupes, lo tuyo ocurrió anoche, lo mío hace una semana.— Respondo intentando restarle importancia, pero es imposible.

—¿Y qué vas a hacer con el anillo?— Me pregunta casi en un susurro.

Cabe destacar que ella fue la primera en enterarse de mi decisión de pedirle casamiento a Cintia —Tirarlo, donarlo... no sé...— Le respondo sin ánimo.

—¿Por qué no lo regresas a la joyería?—

—No... no quiero regresar ahí. Siento muchísimo el haberte hecho perder medio día para que me ayudaras a escoger el anillo.— Comento sentándome ya que hace demasiado calor.

Una franca sonrisa se dibuja en su rostro —Fran, ¿Cómo me vas a pedir disculpas por eso? Yo lo hice con la mejor voluntad.— Expresa haciendo que me sienta un poco mejor.

El ruido de su móvil interrumpe nuestra conversación y cuando ella mira la pantalla su rostro cambia completamente —¿Es él?—

—Sí, no sé cómo le da la cara de llamarme.— Dice enfadada y sin decir una sola palabra más responde. —¡Vete a la mierda Mauricio, no quiero saber nada más de ti! ¿Comprendes?— Le grita con todo ese enfado que llevaba dentro y sin más preámbulos termina la llamada.

—No lo dejaste ni hablar.— Compento sorprendido.

—Cuando su primera palabra es "lo siento", ya sabes que es lo que viene después.— Explica tratando de controlar el enojo que siente.

Asiento y extiendo mi mano para que me dé el móvil —Esta será mi primera acción como padrino de despecho.— Le digo cuando me da el móvil y bajo su atenta mirada bloqueo el numero de ese imbécil.

—Mi turno.— Habla abriendo la palma de su mano con la clara intención de que le dé el móvil.

Sin pensármelo mucho se lo doy y la observo mientras que ella bloquea el número de Cintia —Llego la hora de volver a empezar de cero.— Digo dejando el móvil en el bolsillo de la mochila que he traído.

—Contigo o sin ti.— Canta imitando la letra de esa canción que hemos escuchado en la radio haciéndome reír.

—Solo tú me puedes hacer reír en un momento así.— Comento sacudiendo mi cabeza de lado a lado.

—Se supone que el artista aquí eres tú, deberías estar creando tus cuadros en medio del dolor.— Me dice seria.

—Ya viste para lo que me ha servido ser Franchesco Balestrini...— Comento bastante frustrado.

—Imagínate, si a ti que eres famoso y guapo te engañan... ¿Qué queda para personas como yo que somos una simple personita mas en este mundo?— Me pregunta frustrada.

—El engaño y el desamor es para todos Jordana... no importa si eres artista o diseñadora de interiores como tú.—Le explico y ella asiente.

—Eso es cierto...—

—Bueno, basta de hablar de esta mierda, vamos al agua que hace calor.— Digo poniéndome de pie.

Ella imita mis pasos y se quita el pantalón corto que llevaba puesto para ir al mar junto a mí.

—Esta exquisita.— Comenta cuando sale del agua luego de sumergirse.

—Lo está.—

—Sin dudas el mar cambia nuestros ánimos.— Expone al notar que sonrió nuevamente.

Tiene razón, siempre que estamos mal venimos al mar y nunca ha fallado, es terapéutico —Uno de estos días deberíamos acampar aquí.— Comento de la nada y ella me mira entusiasmada.

—Que sea esta noche. No quiero regresar a casa y soportar los consejos de despecho de Nora.— Dice con desgano.

—¿Ya no la soportas? ¿no?— Le pregunto y ella niega.

—No, desde que esta con Erick nuestra amistad se fue a la basura.— Me explica.

—Deberías mudarte.— Le aconsejo.

—Sabes que aun no puedo pagar un piso sola. Aun sigo pagando las deudas de lo de mi padre.— Me dice con desgano. —Pero ese no es el tema, ¿nos quedamos aquí entonces?— Me pregunta.

Sé que no le gusta hablar de los varios problemas que tuvo que afrontar cuando su padre falleció, es algo que la pone muy triste ya que todas esas deudas fueron a causa de la enfermedad que él tenia y el mencionar a su desaparecida madre es un tema que solo lo hemos hablado una vez; ni siquiera la conoce...

—De acuerdo, luego vamos por la tienda de campaña y nos quedamos aquí como lo hacíamos hace años.— Digo con entusiasmo y decido zanjar el tema de lo de su padre.

—Perfecto.— Sentencia y se sumerge nuevamente en el agua.