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Capítulo 4

–¿Estás bien, Lana? –Se acercó Jaime.

Es el chico que atiende el bar, es muy amable y gracioso, siempre suelta uno que otro chiste para que todos entremos en confianza.

–Si, gracias.

–Sabes que si hay problemas con los clientes solo tienes que decirnos.

–Para nada, es solo que ya sabes cómo es mi carácter –bufé.

Ni yo sé porqué estoy diciendo esto, pero en realidad ese chico no hizo nada malo, simplemente ahora me fastidia que quieran hacer todo con dinero.

–Quería hablar contigo –mencionó –. El viernes tengo la tarde libre y estaba viendo que tu también, ¿Qué te parece si salimos por un trago?

Parpadeé varias veces por lo que me está diciendo, Jaime me está invitando a salir, es un chico lindo y amable, es solo que no sé como decirle que no.

–Jaime es muy lindo de tu parte preguntarme –balbuceé.

–¿Qué pasó? – interrumpió Marine.

–Es que ya le prometí a Marine cubrir su turno de la tarde.

Marine me vio y luego a Jaime, le hice una mueca dando a entender que me siguiera la corriente.

–Oh si claro, Lana me cubrirá el viernes porque tengo una cita.

–Entiendo –contestó Jaime –. Lo dejamos para después.

–Si, gracias Jaime.

Él regresó a su lugar y yo solté un suspiro caminando hacía la cocina.

–¿Qué pasó? –murmuró Marine detrás de mí.

–Nada, solo que me invitó a salir y no sabía qué decirle.

–Un sí hubiera sido fantástico.

Bufé rodando los ojos, no tiene sentido contradecirla.

–Tú deberías estar feliz porque te cubriré el viernes.

–No cuando hay posibilidades que mi amiga salga con un chico.

–Ya deja ese tema.

Me siguió hasta casi llegar a la cocina, se interpuso en la puerta y se acercó para susurrar algo.

–Lana, nunca te he visto con nadie en todo este tiempo y rechazas a todos, hasta ese tipo sexy de las mañanas.

Hank es un cliente que viene de lunes a viernes a desayunar, siempre pide que yo lo atienda, conversamos un poco cuando lo atiendo y luego se va a su trabajo, siempre tiene ese traje impecable y su cabello castaño bien peinado, es muy atractivo, pero tiene ese ego solo por trabajar en una empresa.

–Hank solo viene a desayunar, déjame en paz.

–Hay amiga –se acercó más para hablar al oído –. ¿Eres virgen?

Me alejé por su estúpida pregunta.

–Por supuesto que no.

–¿Te gustan las chicas? Porque yo no tengo ningún problema con eso, eh.

–Estoy completamente segura que me gustan los chicos y no soy virgen, ahora déjame tranquila o nuestro trato se acabó.

Levantó las manos en señal de rendición y me dejo continuar con mi trabajo, genial ahora tendré que hacer doble turno el viernes, le dije la verdad, me gustan los chicos y no soy virgen, es sólo que no he estado con nadie en mucho tiempo y justo ahora siento que sería demasiado complicado. Me gusta como vivo ahora y no quiero estropear nada por un chico.

*

La semana pasó tranquila después del incidente con el chico y el interrogatorio de Marine; sin darme cuenta ya es viernes, Marine está extra fastidiosa por su cita con el chico preguntando sobre que ponerse, siempre sabe como arreglarse aunque sea con ropa barata porque su sueño es ser diseñadora de moda incluso tiene unos cuadernos con diseños muy bonitos, pero ahora estoy enojada porque tendré que hacer doble turno, no puedo creer que terminará así solo por no querer lastimar a Jaime y su invitación a salir.

–Nos vemos –me despedí mientras salía del apartamento muy temprano, debía entrar a las siete de la mañana y cubriendo el turno de Marine terminaría saliendo hasta las diez de la noche, atendiendo personas, caminando de un lado a otro y comiendo de prisa, esto sería demasiado cansado.

El apartamento queda cerca del restaurante así que puedo caminar hasta allá y nos ahorramos la gasolina, además Marine se llevará el auto de segunda mano que hemos comprado para su cita, ¿por qué no se consiguió un chico con auto? Al menos, a mi me parecía un poco raro que ella lo fuera a traer.

Es increíble lo mucho que he avanzado por mi cuenta en este año, con todo el dinero y poder de mi familia se diría que tenía todo, pero no es así, ni siquiera todo el dinero del mundo puede protegerte o resolver tus problemas emocionales o falta de afecto.

–Hola roja –me sonrió Hank como todas las mañanas.

–Hola Hank, ¿qué tal la empresa?

–Igual de aburrida como siempre –mencionó.

Fui por su desayuno y se lo entregué, atendí otras dos mesas más mientras él leía el periódico y terminaba su desayuno.

–¿Y cómo va la universidad? –preguntó cuando le entregué la cuenta.

–Aburrida como siempre –sonreí.

Y lo decía en serio, estudiaba en la universidad nocturna dos días entre semana, pero todo lo que me enseñaban ya lo sabía, solo estaba ahí por Denis que me insistió tanto.

–Si necesitas ayuda avísame.

–Supongo que sabes muchas cosas.

–Puedo enseñarte cuando quieras –me guiñó el ojo.

Las conversaciones con Hank siempre terminan en ese extraño coqueteo, a mi me divierte. Pago la cuenta y se retiró. El día pasó tranquilo y Denis siempre se iba una hora antes dejando a alguien a cargo para cerrar, hoy le tocaba a Marine, pero como soy yo quien la cubre, me toca a mí. Me retrasé un poco porque al final del turno me quedé organizando las cuentas, algo en lo que era muy buena y Denis me había confiado en el poco tiempo que llevaba, de hecho tenía muchas ideas para el restaurante porque estudié dos años de finanzas en la universidad más prestigiosa del país, pero no quería asustar a Denis, solo le he dado algunas ideas pequeñas.

Al cerrar el restaurante me di cuenta que unos chicos en sus motocicletas están bebiendo, un escalofrío recorrió mi espalda y algunos malos recuerdos llegaron a mi mente, decidí no darle importancia y comenzar a caminar, dos de ellos caminaron detrás de mí, observé alrededor, por la hora estoy solo yo y los hombres.

–Cariño, quieres divertirte –me habló uno acercándose.

Sentí una presión en mi pecho al escuchar sus palabras y reaccioné empezando a correr, sabía que al doblar en la esquina podía encontrar la clínica médica en donde estaría a salvo, pero el hombre fue más rápido y me arrastró contra la pared, tarde un poco en reaccionar porque sentí un zumbido en mis oídos, agite mi cabeza para centrarme en la situación y la forma de salir. Está vez estoy consciente y no voy a permitir que me toque.

–Suéltame –grité abofeteando su mejilla.

–Te haces la difícil.

Me tomó del cabello y me lanzó contra la pared golpeando mi cabeza, casi me desmayó cuando a lejos escuché una voz.

–¡No la toquen!

Alguien habló a lo lejos, no entiendo muy bien lo que está pasando, intente mantenerme consciente, pero todo se ve borroso, escuché unos pasos apresurados y sentí que alguien me tomó del brazo.

–Suéltame –me sacudí.

–Tranquila, ya se fueron…

Esa voz la conozco, pero todo empezó a oscurecerse hasta que no escuché nada más.

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