Capítulo 5
SHANE
Sigo a la mujer que ha sido la columna vertebral de esta casa durante años, fuera de la cocina imaginando lo que está a punto de decirme.
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Veo a Maggie mirándome con asombro.
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Bueno. Admito que me perdí...
Cierro los ojos, tal vez esté muy enferma, pobrecita... Dice cosas incoherentes...
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Ciertamente no se puede decir que no sea revelador.
Trago en vano el terror que me infundió su mirada.
> Estoy feliz de haber encontrado un sinónimo adecuado.
Mentiroso.
> avanzarlo.
¿Estás diciendo que es mejor que no le dejemos saber a nadie que ella y yo hemos tenido un precedente... más de uno, en realidad?
Maggie asiente, yo también la veo poco convencida. Estoy a punto de decir algo más pero el sonido de unas risas me llama la atención.
Corro hacia la cocina como un corredor de maratón.
¿Conmocionado? Y por decir lo menos… Mis hijos se están riendo…
Mis hijos se ríen con un completo desconocido...
Mis hijos se ríen con un perfecto desconocido por la mañana tan pronto como se despiertan.
¿Pero están todos enfermos esta mañana?
SHANE
Cierro la boca ya que llevaba varios segundos abierta.
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Tienes razón Matt... Todo tu padre...
> digo moviendo mi mirada hacia mi hija.
¿Y cómo puedes culparla? Pobrecito comparado con los que les presenté a ambos hasta hace unos días..
Los ojos de mi hija parecen iluminarse. Se gira para mirar el esplendor de la mujer que está parada frente a mí en silencio en este momento.
Lo cual es extraño para ella. Normalmente lo único que hace es hablar.
No es que me importe si se queda callada... al contrario.
Me inclino hacia la encimera de la cocina, donde hay una hoja de papel con todas las instrucciones que tendrás que seguir.
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Lo toma vacilante y luego lo lee con atención. La veo levantar la nariz un par de veces antes de llegar al final.
Chasqueo mi lengua contra el paladar.
Digo tratando de sonar intimidante pero fallando estrepitosamente ya que mis hijos parecen muy, quiero decir, muy interesados e impresionados por sus tatuajes que están en exhibición en todas partes de su increíble cuerpo.
Y me toma un segundo recordar todas las veces que besé esos tatuajes... los acaricié uno a uno...
Lamo mis labios, enfocando mis ojos en ella quien a su vez me está mirando.
Le sonrío y le guiño un ojo y juro que ni siquiera sé por qué. Tal vez quiero que él sepa, o al menos imagine lo que está pensando.
Y definitivamente debió entenderlo, ya que con sus labios me dice un - cerdo - .
Sacudo la cabeza.
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Santa Maggie.
Matt y Clara la siguen hasta la mesa, donde como cada mañana ella ha preparado un espectáculo de desayuno, todo con sus manitas doradas.
Estamos solos.
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Podría decir que sí, quedo encantada cada vez que lo miro, y yo mismo me cabreo porque no debería ser así, pero me quedo en silencio.
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Y por primera vez, desde aquella noche juntos, donde lo hizo innumerables veces, la veo sonreír.
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¿Soy predecible? ¿Estamos bromeando?
Vale... tal vez un poco, tal vez lo sea... Pero no puedo evitarlo, soy un hombre de infinitas responsabilidades. El control es todo lo que sé.
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Si quisiera hacerla enojar... no podría. De hecho, me sonríe. Ella está loca en mi opinión. Lo digo en serio.
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Y me deja ahí, como un completo idiota... sin darme oportunidad de responder, por segunda vez.
MARÍA
Todavía me río pensando en la cara del Sr. Imbécil.
Por suerte luego se fue.
Dos pequeñas figuras hacen espacio en mi visión. Todos vestidos de punta en blanco. Llevan lo que imagino que es su uniforme escolar verde y rojo. Lindo, sí... Como una monstruosidad.
digo realmente impresionado. Ok tienen seis años y no son pequeños, pero ese uniforme tiene muchas cosas que armar.
Contengo una risa...
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Se echaron a reír y mi estado de ánimo mejora un poco... No es que estuviera de ningún humor en particular... De hecho creo que a veces estoy un poco... de mal humor.
Me abstengo de decir malas palabras.
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Asiento con la cabeza atrapada por algún tic nervioso.
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Cuando salimos del edificio, y juro que me contuve del fuerte impulso de correr a su oficina y mostrarle quién es el no muy inteligente, lo primero que noto es un auto negro, un hombrecito negro sosteniendo la puerta abierta. .
> dicen los gemelos a coro
¿Caballeros? ¿Pero terminé en mil ochocientos y nadie se molestó en decírmelo?
Mmm...
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Me ofrece su mano, que cortésmente tomo de inmediato.
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SHANE
Sus manos se mueven con cada vez más énfasis....Dios es hermoso lastimar...
Todo en ella grita sexo... sexo salvaje y desenfrenado. Como lo que estamos consumiendo en el sofá. Mi sofá, en mi casa.