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El clima estaba demasiado calmo, hacía calor por estar en época de verano. Después de escribir un largo capítulo de mi novela me sentía cansada, y estresada también. Mis ojos dolían por estar pegada todo el tiempo al computador. Y mis huesos sentían que necesitaban hacer yoga urgentemente para estirarme y desestresarme. Me tomé un enorme vaso de agua y me acosté en la cama. Me sentía con sueño, pero sabía que por estar todo el tiempo en el computador me costaría dormirme. Eran quizás las dos de la tarde, vivir frente a un lago tenía sus ventajas, el calor no era tanto. Abrí la ventana corrediza de mi habitación cerca de mi cama para que entrara un poco de aire.
Cuando cerré los ojos para intentar dormir un poco me costaba, venían pensamientos a mi una y otra vez. Me removí en la cama para probar de otro lado. Relájate, Jane, puedes relajarte. Suelta los músculos, suelta tu mandíbula, deja de apretar los ojos... puedes hacerlo. Hice todo para no estar estresada, pero el calor no me ayudaba mucho. Minutos después de contar ovejas fui quedándome dormida poco a poco, venían imágenes de sueños a mi cabeza... imágenes que se perdían a los segundos. Sentía mi respiración agitada, no, no puedo dormir. Intenté abrir los ojos pero no podía, intenté moverme pero tampoco podía. El pánico se apoderó de mí al sentir esa sensación.
¿Qué me pasa?
Solo es parálisis de sueño, pensé, solían darme a veces. Mis ojos se entreabrieron, estaba entre dormida y despierta. No podía diferenciar entre la realidad y el sueño. Fue entonces donde sentí un enorme peso encima de mi, no al punto de asfixiarme. Sentí un cuerpo encima mío, imaginé que era el cuerpo de un hombre.
¿Acaso estoy teniendo un sueño húmedo?
Sentí la virilidad del hombre encima de la mía así que eso hizo que mis piernas se abrieran para que sintiera mejor. Ese sentimiento me gustó y juraría que me estaban entrando ganas. Si era un sueño húmedo parecía muy real, lo estaba disfrutando. La mano del chico pasó a mi pecho izquierdo, apretando mi pezon fuertemente. Sentí el dolor. No podía verle el rostro, estaba oscuro y distorsionado. Sentí los labios del chico posarse en los míos, besándome. Yo le seguí el beso sin ningún problema, la mano del chico bajó a mis bragas. Yo solamente usaba una camisa grande y bragas, sin nada más. En un rápido movimiento me las quitó, al igual que mi camisa. Solamente pude ver el abdomen trabajo del chico mientras quitaba su camisa. Elevé mis manos y lo acaricié.
El chico se quitó el pantalón, quedando al descubierto su enorme pene frente a mi. Seguía sin distinguir su cara. Lo único que sentía era unos enormes deseos de él. Era el sueño más real que había tenido jamás. El chico abrió mis piernas y fue introduciendo su pene a mi vagina, sentía placer al mismo tiempo que un poco de dolor. Sí, era Virgen. Las manos del chico acariciaron mis pechos, mis pezones. Ahogué un fuerte gemido cuando el pene del chico me penetró toda.
¡Se sentía tan real!
Mi respiración se sentía agitada, mi corazón latía más a prisa. El chico me volvió a besar, empezando a hacer movimientos con su pene dentro de mi vagina: metiendo y sacando, metiendo y sacando. Primero lento y después un poco más rápido.
Jadeé de placer mientras mi espalda se arqueaba, sentí la boca del chico chupándome uno de mis pechos mientras que con la otra mano masajeaba el otro. ¡Dios! Se sentía tan excitante. Me dejé llevar en el sueño, enterré mis uñas en su espalda haciendo que a él también se le escapara un gemido. Me sentí en la gloria cuando lo escuché gemir también.
—¡Ah! —jadeé con más placer.
—¿Te gusta? —escuché la voz del chico: era gruesa, imponente. Dios, qué hombre.
—¡Sí, más! —tiré de sus cabellos sintiendo el placer una y otra vez. El ritmo del chico se hacía cada vez más rápido. Y duro. Fuerte.
—¿Quieres más? Harás que me venga dentro de ti —me advirtió.
—No me importa —lo besé, su lengua y la mía se encontraron así que las dos jugaron entre sí.
—¿No te importa que te embarace? —dijo después.
—¿Te importa a ti?
—Para nada —me dio más duro haciendo que gritara casi— Me vendré todas las veces que quiera dentro, Jane, porque ahora eres mía y solo mía. Te marqué —jadeó, sintiendo más placer— Y me encantas, me vendré dentro —dijo gimiendo más. Entre la distorsión que veía en su cara pude notar su boca entreabierta de la cual provenían los gemidos de placer. Escucharlo gemir me excitaba más y más.
—¡Oh sí! —yo estaba a punto de tener un orgasmo cómo jamás había tenido uno. El chico mordió uno de mis pechos dándome más placer.
—Oh, Jane —gimió más.
—¡Sí!
En ese momento tuve mi orgasmo al mismo tiempo que él tenía el suyo, pude sentirlo, su pene palpitante dentro de mi vagina y un líquido tibio dentro de mi. El chico me besó apasionadamente.
—Te veré pronto —fue lo que escuché decir, después de eso desperté del todo. Me sentía agitada, confundida. Estaba en mi habitación, pero estaba sola. Sentía todavía el dolor en mi pezon izquierdo.
¿Había sido un sueño? Diablos, parecía tan real. Sin embargo cuando me senté en la cama yo estaba desnuda, mis bragas y mi camisa estaban a la par hechas bolita. Juraría haber dormido con la camisa puesta. Mi corazón aún estaba acelerado. Había tenido mi primera vez pero en un sueño. Y me había gustado. Llevé mis dedos a mi vagina, tanteándola. Me dolía un poco lo cual me pareció raro. Cuando me puse de pie noté un poco de líquido en mi colchón, donde estaba acostada recién.
Qué extraño.
Era el sueño más real que había tenido jamás, y me gustó demasiado. Tanto así que deseé que fuera de noche para poder dormir y encontrarme con ese chico para que me follara de nuevo.