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PRÓLOGO.

—¿Por qué no quieres dejarlo? —me pregunta confundido. Se lo que está pensando, pero yo lo quiero y también lo comprendo— ¿Por qué te esconde? eres su maldita novia, si yo fuera tu novio te presumiría por todas partes. Mierda, solo mírate —me señala— eres preciosa, amable y muchas otras cosas más que no puedo decirte, y créelo eres igual de inquieta que yo, ¿porque...?

—Pero tú no eres mi novio Liam, no es lo mismo —contesto frustrada, desde que lo conozco lo único que me trae son problemas con Josh ¿Por qué no se aleja de una maldita vez si tanto me detesta?

—Podría serlo —me dice guiñándome un ojo.

Niego con la cabeza cruzando toda la habitación para dejarme caer sobre mi cama, por su lado suspira frustrado pasándose las manos por la cara. No tarda en seguirme y pararse delante de mí.

—Nena ¿Por qué te haces esto? —Pregunta acariciando mi mejilla— prefieres quedarte aquí sola cuando tu novio se la pasa en fiestas bebiendo y hablando con otras mujeres ¿Por qué Noah?

—Prefiero esto Liam.

—No lo prefieres, lo haces porque él no quiere llevarte, no quiere que nadie te vea con él, mierda, ni siquiera sus amigos saben que esta de novio contigo.

—¡No es asunto tuyo! —le grito en la cara porque él tiene razón. Diablos si tiene razón.

Mi arrebato parece enojarlo aún más cuando se pone de pie de un impulso y esta vez me habla completamente dolido.

—¡Bien! ¿Sabes qué? —Me mira— quédate aquí, marchítate aquí y no disfrutes con nosotros. Conviértete en una persona dependiente de su novio y deja que el pase por encima de ti, deja que se acueste con cuanta mujer se le cruce —sus palabras son como el dedo metido en llaga— sabes que es verdad Noah... solo que no quieres aceptarlo.

Muchas verdades por una sola tarde y me siento pequeñita al saber que se ha puesto de este modo conmigo. Prefiero al Liam divertido que no para de hablar y de moverse, el egocéntrico de siempre. Tiene razón, diablos la tiene, pero yo comparto algo mucho más fuerte con Josh.

Se queda a la espera de una respuesta, no se la doy. Su rostro se endurece y se por ciencia cierta que sus nudillos deben de estar blancos de la fuerza que ejerce

—No quiero verte esta noche con nosotros Ainhoa, ni se te ocurra venir porque te hecho a patadas. Y no vendré a por ti, será muy tarde cuando te des cuenta de que estas siendo injusta contigo misma.

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