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Capítulo 2: Identidad Falsa

Thara fue de inmediato a la habitación de Mía quien le contó todo lo sucedido la noche anterior.

—Amiga no puedo creer que al final cumpliste el objetivo que tenías al venir aquí.

—No es gracioso amiga, no se con quien demonios pase la noche, estoy muy preocupada, que tal que es un delincuente.

—Eso no importa, lo importante es que el venir aquí no fue en vano - Thara también estaba preocupada, pero intentaba calmar a su amiga.

—Vámonos a casa, pasaré a comprar una postday, no recuerdo casi nada y no se si ese hombre utilizó protección, solo espero no pescar alguna otra cosa.

—Me preguntó cómo es que logró entrar a tu habitación.

—No lo sé, tal vez no cerré bien la puerta por bajar de prisa al restaurante, imaginate que sea un maniático, que miedo.

—¿Recuerdas la mesa con esos potros tan ricos? —Thara al ser cubana a veces tiene una manera algo particular al hablar.

—Lo recuerdo ¿qué pasó con ellos?

—Me ligue al güerito de ojos claros, pasamos una noche increíble, me hubiera gustado se quedará más días conmigo, pero su amigo le llamó y se tuvó que ir al aeropuerto uhmmmm.

—¿Y eso qué fue?

— Jajaja qué estaba riquísimo el condenado.

Ahmed se encontraba en el interior del avión, la cabeza echada hacia atrás, cerró los ojos y a su mente vino el rostro de aquella chica, realmente era hermosa, tenía un aroma especial, cuando entró en la habitación ese aroma inundo enseguida sus fosas nasales, lo que le hizo imposible poder contenerse, además que las formas de su cuerpo eran agradables al tacto, después de tanto tiempo de no tener relaciones sexual es con nadie, lo había hecho de la peor manera, forzando a una chica tan delicada, apretó sus sienes con sus manos, masajeandolas para tratar que el dolor de cabeza aminorara.

Cambell llegó unos minutos después, al ver a Ahmed tan metido en sus pensamientos decidió no hablarle, su amigo solía ponerse furioso cuando se le molestaba, rato después el árabe abrió los ojos.

—Vaya amigo pensé que estarías en esa posición todo el viaje, ya casi llegamos.

Ahmed lo observó muy serió, se sirvió un vaso de whisky, lo tomó antes de hablar.

—Necesito saber quien es esa chica y también que demonios paso anoche, no sé quién puso el afrodisiaco en mi bebida, porque si no fuiste tú con esa insistencia que has tenido de que debo estar con alguien, entonces no tengo ni p**a idea de quien fue y por qué.

—¿Crees que esa chica tuvo que ver? Quizá te conocía y deseaba estar contigo.

—¿Por qué lo haría? Ella no sabía que entraría por error en su habitación, además fue su primera vez y yo se la quite de la peor manera y no creo que me conociera, al menos yo nunca la había visto.

Apretó el puño rompiendo el vaso de cristal que tenía en su mano, enseguida envolvió su mano en un pañuelo para calmar la sangre que comenzaba a brotar.

Cambell lo veía asombrado, vaya manera que tenía su amigo de contarle las cosas, interesante noche la que había pasado y él pensando que mientras él se divertía con una hermosa cubana, su amigo dormía en su habitación, aburrido como siempre.

Cuando llegaron a Nueva York, se dirigieron directo al corporativo, al poco rato de llegar, Ahmed recibió una llamada de Zafir.

—Aló Zafir ¿qué has investigado?

—Jefe la chica dejó el hotel, cuando llegamos ya no se encontraba ahí, conseguí las imágenes de las cámaras de los pasillos del hotel, se las enviaré.

—¿Ya has investigado su nombre?

—No, la chica se registró con una identidad falsa.

—¡Demonios! Sigue investigando, es muy importante que consigas las imágenes del restaurante.

—Tratare jefe, los empleados del hotel son muy herméticos, fue difícil que me facilitaran las imágenes de los pasillos, en cuanto logré obtenerlas se las envió.

—Ok.

Revisó las imágenes, en ellas se veía salir de la habitación a Mía en compañía de su amiga, sin duda esa era la chica con quién pasó la noche, ese hermoso rostro lo reconocería en cualquier lugar, guardo muy bien el video, era lo único que por ahora tenía de aquella chica.

En Los Ángeles, un apuesto hombre y una frívola mujer se encontraban reunidos, estaban celebrando que todo salía de acuerdo a sus planes, pronto él tendría a su lado a una mujer muy bella y no le importaba todo lo que había hecho para lograrlo.

Mía llegó a casa, su hermana Caroline la recibió con alegría, había mucho amor entre ellas, aunque Sonia su madrastra siempre se encargaba de mantenerlas separadas, la mujer llegó más tarde, llamó a Mía para hablar con ella.

—¿A dónde estabas? Estuve tratando de localizarte - su madraste se veía realmente molesta.

—Eso es cosa mía, a ti no tengo porque darte explicaciones.

—A Carlo no le agradaría saber que no llegaste a dormir.

—Por mí puedes informarle.

—Será mejor que tengas mucho cuidado para no arruinar este compromiso, sabes lo que pasaría si no te casas con él.

-Lo sé perfectamente, no te preocupes me casaré con él.

Dio la vuelta y se alejó para encerrarse en su habitación, ese era su refugio en aquella casa, el único lugar donde sentía paz.

Se quedó dormida y al poco rato sintió que alguien se acostaba junto a ella, trató de levantarse pero no pudo, unos fuertes brazos la aprisionaban.

—Shhh pequeña, no te levantes, pronto seremos marido y mujer, así que no importa si me dejas acariciarte desde ahora, acerco sus labios a los de ella, intentando besarla.

Mía como pudo empujó al hombre y se levantó inmediatamente, estaba completamente furiosa.

—¿Qué demonios estabas pensando cuando decidiste entrar en mi habitación? Largo de aquí,

—Mía piensalo bien antes de tratarme de esta manera, yo te amo.

—Pero yo no y lo sabes,está boda será tan solo un contrato y nada más, crees que puedes comprarme como si fuera un objeto y después venir aquí para trata de acariciarme, estás loco, sal inmediatamente.

—Sé que estás nerviosa por la boda, eso te hace actuar así, mientras yo tan solo pienso en el momento en que pueda acariciar tu piel y en el momento en que pueda hacerte mía.

Alzó su mano y con su dedo comenzó a delinear el rostro de Mía, ella lo retiró de un manotazo, lo tomó por el brazo y lo obligó a levantarse para después sacarlo a empujones de su habitación, mientras Carlo no podía ocultar su molestia, ya arreglaría cuentas con ella en cuanto se casaran, por ahora tenía que contener su furia para no asustarla.

Después de que lo sacó cerró la puerta, está vez puso llave, recargo su espalda sobre la puerta y suspiro aliviada.

Minutos después escuchó que tocaban la puerta, al abrir vió que era Sonia, quien se encontraba furiosa, Mía intentó decir algo pero antes de que lograra hacerlo Sonia le dio un fuerte golpe en la mejilla, esa mujer no tenía idea de las ganas que tenía de hacerle pagar aquel trato.

—Chiquilla estúpida, que te estás creyendo al tratar así a Carlo, si él quiere estar contigo lo haces sin protestar, como se te ocurre correrlo, pronto será tu marido.

—Sabes muy bien porque acepté casarme, si vuelves a tocarme o a levantarme la voz no me casaré, ya soy mayor de edad y no puedes obligarme, tomaré la herencia que me dejó mi padre y me iré de aquí.

Sonia cambió su comportamiento inmediatamente al escuchar esas palabras, su voz sonó dulce y melosa.

—Ya pequeña, no es necesario que discutamos, solo te pido que tengas un poco de paciencia cuando estés con Carlo, él te ama y es capaz de hacer todo por ti.

—No me importa si me ama o no, para mi ésto no es más que un contrato, es un hombre que cree que con su dinero puede comprar todo, es despreciable.

Cerró la puerta de manera repentina, por lo que Sonia casi se cae hacia atrás.

—Escuincla insoportable, gracias a Dios pronto me desharé de ti -lo dijo en voz baja de manera que Mía no la pudiera escuchar, deseaba deshacerse de ella lo más pronto posible, era un estorbo con el que había tenido que cargar, por fortuna Carlo había estado dispuesto a pagar una fortuna por ella, eso era algo que Sonia había sabido aprovechar.

El imbécil de su marido había dejado toda su fortuna a Mía y a Caroline al morir, Sonia junto con su abogado había logrado engañarlas haciéndoles creer que la empresa se la había heredado solo a ella, Bob se había dado cuenta antes de morir de la clase de mujer que era, sospechaba de ella, a sus espaldas cambió el testamento meses antes de morir.

Sin Mía estorbando en su camino, pronto toda esa fortuna le pertenecería, ella junto a su amante la disfrutaría, no por nada aguanto tanto tiempo a ese viejo inútil.

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