Sinopsis
Damián Ferreira es un CEO brillante pero solitario que se finge inválido para investigar quién intenta traicionarlo en su empresa. Para mantener las apariencias, contrata a Valeria, una periodista encubierta que también tiene sus propios motivos para aceptar el trato. Lo que ambos no esperaban era enamorarse en medio de un torbellino de secretos.
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Prólogo
Nueva York, una noche lluviosa
Damián Ferreira, el poderoso y reservado CEO de una de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo, observaba la ciudad desde el ventanal de su despacho. Las luces titilantes de los edificios contrastaban con la oscuridad de su oficina, iluminada solo por el resplandor de su computadora y el fuego tenue de una chimenea eléctrica. Afuera, la lluvia golpeaba los cristales con insistencia, un acompañamiento perfecto para su estado de ánimo. El sonido rítmico de las gotas era lo único que lograba llenar el silencio opresivo de la habitación.
En el exterior, su imagen era impecable: un hombre inalcanzable, tan astuto como ambicioso. En las revistas de negocios, lo describen como un estratega implacable, alguien que siempre estaba un paso adelante. Sin embargo, dentro de esas cuatro paredes se ocultaba una verdad que pocos conocían. Durante el último año, había fingido usar una silla de ruedas, una estrategia que había considerado necesaria después de un «accidente» que no solo le costó una herida superficial, sino también la certeza de en quién podía confiar. Ese accidente no había sido fortuito, y Damián lo sabía. Aún podía sentir el eco del impacto, la frialdad del metal y el miedo en su interior cada vez que cerraba los ojos.
—Señor Ferreira, ¿necesita algo más esta noche? —preguntó Elena, su asistente personal, asomándose con discreción desde la puerta.
El tono de Elena era calmado, casi maternal. Era una de las pocas personas en quienes confiaba plenamente, aunque ni siquiera ella sabía toda la verdad. Damián giró levemente la cabeza hacia ella y le dedicó una sonrisa cortés, más para tranquilizarla que por un verdadero gesto de amabilidad.
—No, Elena. Puedes irte. Descansa. La tormenta está empeorando.
—Gracias, señor. No dude en llamarme si necesita algo.
Cuando la puerta se cerró, Damián deslizó una mano sobre los reposabrazos de la silla de ruedas y suspiró profundamente. Cada día que pasaba, la farsa se volvía más pesada, pero también más necesaria. Alguien dentro de su propia empresa estaba conspirando contra él, y hasta que no encontrara al responsable, no podía permitirse mostrar ninguna debilidad. Ser un hombre «vulnerable», al menos a ojos de los demás, era su mejor defensa. Sin embargo, no dejaba de preguntarse cuánto tiempo más podría mantener el engaño antes de que las grietas comenzaran a mostrarse.
En ese momento, la pantalla de su computadora se iluminó con un recordatorio: Reunión confidencial – Proyecto "Esposa".
Damián frunció el ceño mientras se inclinaba hacia adelante, dejando que sus dedos se deslizasen lentamente sobre el teclado. Era un plan extremo, pero necesario. Una esposa temporal no solo podría reforzar su imagen frente a los accionistas y los medios, sino también distraer a quienes estuvieran vigilando sus movimientos. Además, la elección no había sido al azar. La mujer que había seleccionado tenía un historial que lo hacía confiar en que no se acercaba a él por codicia. Ella también necesitaba algo de él, aunque no lo supiera aún.
Mientras meditaba en su decisión, la imagen de Valeria Armenta apareció en su mente. Había visto su fotografía cientos de veces desde que comenzó a investigar su vida. Periodista incisiva, idealista, con una tenacidad que había desafiado a grandes corporaciones y destapado escándalos que hicieron tambalear imperios financieros. La clase de mujer que, paradójicamente, habría evitado a toda costa en otro contexto. Pero también la clase de mujer que podría ayudarlo a desentrañar los secretos ocultos tras su "accidente".
Damián recordó una de las entrevistas más memorables de Valeria, donde se enfrentó a un magnate del petróleo con preguntas tan afiladas como dagas. Había visto la grabación innumerables veces, estudiando cada movimiento, cada palabra. Sabía que Valeria no era alguien que se dejara intimidar, y eso la hacía perfecta para su plan. Sin embargo, también sabía que su independencia y su carácter podían convertirse en un obstáculo.
—Un año —dijomurmuró para sí mismo, mientras su mirada se perdía en las luces de la ciudad—. Solo un año. Y después, cada quien seguirá su camino.
La frase sonaba simple en teoría, pero algo en su interior le decía que nada sería tan sencillo. Ni siquiera él, con toda su inteligencia y control, podía prever cómo esa decisión cambiaría su vida para siempre. Afuera, el sonido de la lluvia se intensificaba, como si anticipara el caos que estaba a punto de desatarse.
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