Sinopsis
"Seré tu única compañía". El club Lorisytes es conocido por sus miembros ricos, mimados y arrogantes que están acostumbrados a conseguir lo que quieren. El Lorisytes club es un club privado, en ese momento sólo reservado para hombres, un pequeño grupo de estudiantes universitarios. Es conocido por sus miembros ricos y adinerados, grandes cenas y comportamientos destructivos, como el vandalismo. No está oficialmente reconocido, ya que sus miembros se ven obligados a guardar silencio. Lorisytes era originalmente un club para ricos mimados, acostumbrados a hacer lo que quisieran. Hubo un escándalo aterrador que causó estragos tanto dentro como fuera de la asociación. La membresía ha costado a los socios hoy, precisamente por lo que sucedió en el pasado, en el club adoptan actitudes mesuradas y para que esto suceda, David De Forest obligó a los futuros socios a tener un socio elegido.
Capítulo 1
El Lorisytes club es un club privado, en ese momento sólo reservado para hombres, un pequeño grupo de estudiantes universitarios.
Es conocido por sus miembros ricos y adinerados, grandes cenas y comportamientos destructivos, como el vandalismo.
No está oficialmente reconocido, ya que sus miembros se ven obligados a guardar silencio.
Lorisytes era originalmente un club para ricos mimados, acostumbrados a hacer lo que quisieran.
Hubo un escándalo aterrador que causó estragos tanto dentro como fuera de la asociación.
La membresía ha costado a los socios hoy, precisamente por lo que sucedió en el pasado, en el club adoptan actitudes mesuradas y para que esto suceda, David De Forest obligó a los futuros socios a tener un socio elegido.
Cuya tarea era y es mantener esos instintos animales a raya, en total libertad.
La mujer tiene por tanto un papel de poder absoluto, aunque los hombres que forman parte de él están completamente en contra de ello.
Ricos, mimados, arrogantes y acostumbrados a conseguir lo que quieran.
-Abre la boca- le dijo con firmeza el joven del club.
-Abre la puta boca- repitió, apretando el pelo entre sus dedos, de la chica arrodillada a sus pies.
El chico no la hizo esperar más y la llenó de su sexo.
Dorian lo estaba haciendo brutalmente, sin ningún tipo de consideración. Ella curvó sus labios en una sonrisa de satisfacción y pasó sus manos por su cabello, esta vez suavemente mientras el líquido nevado salpicaba, el cual tragué hasta la última gota.
-No me pidas que vaya... No quiero-susurró la joven temblando.
-Gracias por este hilarante momento- fue la respuesta mientras se ajustaba los jeans cerrando los calzoncillos de acero, luego se ajustaba la camiseta y comenzaba a salir del baño.
A Dorian le encantaba ese lugar, no sólo por los rapiditos que podía conseguir. Prefería ese lugar con sus amigos, era un lugar de encuentro.
Los socios del club se presumían de ser hombres que se hacían pocas ilusiones. Su lema oficial: por cada acción debe haber una reacción igual.
Sabían que eran hombres arrogantes. No buscaron excusas para ocultarlo, habían aceptado este hecho y esperaban que eventualmente todos pudieran entenderlo.
Dorian se sentó en un taburete en el bar del mejor establecimiento de Oxford, donde sus amigos se reunían con él para cenar, y saludó con la cabeza al camarero.
Tenía cuarenta y ocho horas antes de que llegara su elegido. El tiempo necesario para disfrutar de una noche de sexo, no de un encuentro apasionado para recordar toda la vida.
El camarero se acercó y Dorian pidió una copa de tinto argentino, luego comenzó a golpear el mostrador, pensando que las cosas cambiarían pronto.
Cogió el teléfono y abrió el correo electrónico. El artículo oficial en el que se escribió que Jane Ary Bether anticipó su salida.
Tomó la copa de vino e instintivamente la olió. Lo golpea contra el mostrador, enojado. Maldición.
Dorian apartó la mirada y vio a Alex mirándolo.
-¿Terminaste de hacer cosas sucias en el baño? - El sargazo era una de las mejores armas de Alex, también miembro del club.
Alex, a diferencia de los demás, era dulce y sensible. Un punto por el que se definió como el punto débil de los chicos.
Siempre terminaba en problemas, no era capaz de dañar ni a una mosca, por eso los demás no hacían más que darle pena, siempre era golpeado por vándalos.
Los socios del club se temían que sí; pero también muy odiado. Es qué mejor manera de demostrarles a los nueve miembros que estaban exactamente tan indefensos como los mortales comunes y corrientes.
Dorian saludó al resto de los miembros de Lorisytes con un pequeño movimiento de cabeza y luego miró hacia afuera para observar a una chica acompañada por David De Fost.
La señora Jole recibió cordialmente a la mujer
y la felicitó por la belleza de la niña, aunque habría tenido que retocar su vestido dada su evidente pérdida de peso.
Mientras tanto, cada uno de los directivos del club repartía los papeles llamando por su nombre al interesado y cuando David de Fost llamaba al suyo, se acercaban lentamente a él.
El silencio que cayó entre ellos estaba lleno de tensión, Jane Ary Bether con el Maestro Dorian Dromper.
Obviamente Jane no escuchó más, estaba totalmente absorta mirando a Dorian quien parecía evitar su mirada.
De repente Jane estaba a punto de salir de la habitación, cuando Dorian la agarró del brazo.
-Lo que sea que tengas en mente, olvídalo. Aquí y en todas partes serás tú quien haga lo que te diga, no al revés - su aliento solicita el oído de la joven que rápidamente se escapa de su agarre.
-¡Cómo te atreves! - afirmó, retrocediendo unos pasos más.
Él permanece quieto, mirándola obstinadamente.
Su mirada era de terror que la había asaltado, haciéndole sentir náuseas.
ane Ary Bether, estaba sentada frente al notario de su padre. Sólo se dio cuenta de esta asociación
cuando cumplió 10 años.
Su actitud inspiró cierta compasión en el agente de la ley, que tamborileó distraídamente con los dedos sobre la superficie de cristal del escritorio.
El pesado silencio que reinaba en la oficina sólo era interrumpido por el monótono zumbido del reloj.
-Supongo que debo tu visita al testamento de tu padre, Antonio.-
le dijo finalmente con dulzura.
Jane lo miró con grandes ojos negros, sombreados por largas pestañas negras, llenos de terror.
-Señor Nicolás, necesito explicárselo. El cálido timbre de su voz no podía dejar indiferente a nadie. La mirada de Nicolas Mafik expresaba cierta satisfacción y se sentó en el sillón para escucharla mejor.
-Acababa de empezar mi carrera de magisterio, y mis padres dieron un vuelco a mi vida al hablarme de este club. Del cual no sabía nada y preferiría no saber más.
Sin embargo, parece que he comprendido que no puedo dar marcha atrás, mis ideales y mis sueños se han acabado. Puede que te parezca trivial, pero verás que trabajé muy duro para llegar allí. Mis ideales, mi sacrificio, ¿qué pasará con ellos? Entrarán en lo indiferenciado.
Jane empezó a tamborilear nerviosamente con la correa de su bolso de nuevo.
-Señorita Bether, el club es un gran motivo de envidia para quienes no pueden formar parte de él. Verá que una vez que entre, ya no querrá salir. - le dijo el notario con voz temblorosa, era necesario que consiguiera convencerla suavemente. Ella era una chica tan dócil que no podía decirle que no tenía otra opción.
-Sus padres fueron parte incluso antes que ella así que no hay nada de qué preocuparse.. en cuanto a trabajo, ella puede decidir qué hacer junto con otros miembros del club. - Jane pensó que debería haberlo previsto, Nicolas, era un joven que sabía ser convincente y sin embargo había algo terrible en su forma de actuar, casi tenía miedo. Su pierna derecha temblorosa lo confirmó.
-Soy consciente de que ya conociste a algunos miembros del club. - Jane suspiró frustrada, recordando el episodio en el que había conocido a Dorian, su frialdad, sus ojos tan carentes de luz.
-Si tuviera que ponerle cara a la arrogancia, estaría tentado a usar la apariencia, el rostro, la mirada y hasta el corazón de Dorian. Recuerdo que cuando lo conocí tuve la impresión de estar ante la delicadeza de un puercoespín. La mirada compasiva de Nicolas se posó por un instante en las mejillas pálidas y los labios vivaces de Jane.
-Podrías complacerlo..-
-No, nunca- intervino ella en un tono que no permitía respuestas.
Mientras Jane se aleja
y, como era de esperar, la mirada de Nicolas apunta directamente a su trasero.
-Qué dulce, ¿verdad? "Está claro que hay una afinidad mística entre ustedes", le dijo su asistente en un tono falsamente lánguido.
-Sí, muy místico- confirmó sin dejar de mirarla.
-Cuando miro su trasero, tengo visiones.
El notario, Nicolás, era un joven de unos treinta años y de amplias perspectivas.
No tenía reparos en coquetear descaradamente con uno de sus clientes, si no fuera por su padre.
-Con esa obra de arte natural, al final se hace caca como nosotros los simples mortales – dice, casualmente.
Nicolas siempre pone en escena el mismo. Él finge estar interesado en lo que dice Jane, para poder ver su trasero más de cerca cuando ella se da vuelta.
-Siempre eres tan dulce. ¿Por qué no intentas escribirle una nota con estas hermosas palabras? Las mujeres aman a los poetas. - Nicolas se encoge de hombros, riendo.
-Soy más práctico como vigilante de culos que como poeta.
Mientras tanto Jane no estaba al tanto de todo lo que los jóvenes decían a sus espaldas, por un momento Nicolas pensó en Jane viendo esa conversación con las mejillas en llamas.
-Señor Dromper, ha llegado su elegido- anunció una de las secretarias que prestaba servicios en "Lorisytes Dor".
El hombre de cabello negro perfectamente cortado miró a la mujer de ojos azules y luego los volvió a colocar en el gran plasma. Donde había cámaras, para poder observar adecuadamente cada parte de la empresa.
-Por favor preséntame, con mi nombre y apellido- Especificó Jane en tono amable, dedicándole una sonrisa sincera.
-¿Recuerdas su nombre? - el joven asistente se limitó a asentir. La voz de Dorian respondió fría y formalmente.
-¿La mafia, para ser presentada como lo que es? - continuó Dorian, negándole incluso una rápida mirada.