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Capítulo 5

Se removió inquieta en su lugar, no podía apartar las imágenes de Bruno y ella enredados haciendo el amor hasta el amanecer, sus cuerpos sudados, un fin de semana lleno de placer. Levanto su brazo un reloj Lady Datejust, adornaba su muñeca, mordió su labio al recordar el momento exacto en el que Bruno, se lo dio como un regalo de cumpleaños, esta era la vida que deseaba, a la que no estaba dispuesta a renunciar, no volvería a dormir en una cama dura jamás, mucho menos por preocuparse de lo siguiente que comería, hoy había tenido un delicioso desayuno, al volver a la habitación por sus cosas para asistir a la Universidad se encontró con un lindo Jeans celeste, una blusa de tirantes en color blanco y una linda chaqueta negra, Bruno tenía un justo exquisito y ella podía acostumbrase fácilmente, para rematar su mañana, la llevo hasta la puerta de la Universidad en un Porsche Taycán Turbo S, el hombre tenía una colección increíble de autos, que la dejo alucinada cuando entró al garaje, suspiró, pensando que si movía bien sus cartas todo eso sería suyo, camino hacia la cafetería, podía darse el gusto de pagar por un rico almuerzo hoy.

Alberto sonrió apenas sus ojos se posaron sobre la figura de su novia, se acercó, mientras la abrazó por la espalda, esperaba que realmente no estuviera enojada, aunque los días habían pasado, aun se sentía culpable por dejarla sola en el Antro.

— Lo siento – murmuro en el cuello de Ángela, dejándole un beso húmedo, Alberto no era una relación que debía esconder, pero de repente se sintió incomoda, apenas había dejado la cama de su amante, los cariños de Alberto le resultaron un tanto molestos.

— Está bien, no te preocupes – repitió lo mismo que el día anterior

— Era tu cumpleaños, esa noche debí estar contigo – sonrió ante las disculpas de su novio, en realidad, ahora agradecía que su compañero de turno se enfermara

— Todo está bien, te lo juro — aseguro queriendo dejar el tema

— Quiero compensarte, esta noche tengo libre, podemos ir a cenar, conozco un lugar donde sirven la mejor comida, es sencillo, pero estoy seguro que lo disfrutaras – Ángela, se mordió el interior de su mejilla, no quería ocuparse con nada ni con nadie, quería estar libre para Bruno

— Me encantaría, pero tengo que trabajar sobre un proyecto, ¿podemos ir otro día? – esperaba que Alberto no se pusiera intenso, realmente lo quería, pero él no podría darle lo que ella necesitaba.

— Entiendo, será otro día ¿tienes clases por la tarde? – negó

— No, pero tengo el proyecto – tenía que trabajar, medio tiempo, aun no podía contar con Bruno, como su benefactor o como le decían las chicas su Sugar Daddy…

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Ángela, había pasado toda la tarde esperando un mensaje de o una llamada de Bruno, había terminado su turno en la cafetería, hacía más de dos horas, estuvo sentada en la última mesa fingiendo tomarse un café, no quería ir a casa, por si Bruno llamaba estaría cerca, pero no había sido así, ¿Qué podía esperar? Se había entregado a él todo el fin de semana, le había hecho regalos caros, imaginaba que era el pago por sus servicios, apretó su puño con enojo, ¿podría vender el reloj? Dudaba que pagaran algo por él, no tenía la factura de la compra, venderlo en el mercado ilegal, serio regalarlo el precio sería sumamente ridículo.

Tomo su móvil decidida, "Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña"

—“Ten dulces sueños” – presiono el teclado de enviar y espero, tenía que enamorarlo, tenía que dejar la vida que hasta ahora había llevado. Espero por un largo rato, estaba aburrida y desesperada

—“Te amo Angie” – Alberto, le había enviado un mensaje, suspiró

— “También te amo” – tecleo rápido

— “Como va tu proyecto”

— “Te escribiré cuando vaya a la cama, estoy ocupada, realmente lo siento” – tomó sus cosas y salió de la cafetería, Bruno Torrebiarte, no había respondido su mensaje

— “No te olvides de mí” – el último mensaje de Alberto, fue ignorado guardo el móvil, la zona por la que tendría que caminar no era nada segura y por nada del mundo quería perder el único medio que tenía para comunicarse con Bruno.

Una hora más tarde, abrió las puertas de su habitación, el lugar estaba frio y sombrío, había vivido de esta manera y en condiciones peores durante ocho años, sería paciente, esperaría un poco más, solo un poco más antes de dejar todo esto atrás. El timbre del móvil, la trajo a la realidad, lo cogió rápidamente, con la esperanza de que fuera Bruno

— “Dulces sueños Angie” – se sintió de repente molesta, si Alberto, perteneciera al mundo de Bruno, no tendría que hacer esto, pero no podía vivir de los sueños, el amor daba felicidad, pero no te quitaba el hambre, ni te ofrecía un lugar seguro para vivir, ni comodidades, ni lujos.

— “Te veo mañana” – tecleó rápido, tomó sus cosas para darse un baño, ojalá hubiese agua, no le apetecía bañarse con agua fría, pero su suerte no era buena con ella ese día, no había agua en las tuberías, tendría que hacerlo con el agua que había apartado desde el viernes por la tarde.

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— “Ten dulces sueños” – se lamentó no haber visto el mensaje a tiempo, eran cerca de las dos de la mañana, cuando se dio cuenta, había asistido a una reunión con unos amigos interesados en adquirir locales comerciales, pudo delegarle el trabajo al personal, pero Pablo, era el hijo de un buen amigo, no podía dejárselo al personal, las horas se extendieron, olvido le móvil en el auto, finalmente pudo ponerse al día cuando estaba ya acostado.

— “Lo siento, estuve ocupado”– envió el mensaje, mañana quizá podría verla, había estado pensando en ello durante muchas horas, ¿podría darse una oportunidad con ella? El fiasco que se llevó con Carlota, cuando tenía solo veinte, le había servido para ser precavido con las mujeres, no necesitaba una nueva arribista en su vida, necesitaba alguien en quien poder confiar, a quien amar, esperaba que Ángela Beltrán fuera esa mujer, era hermosa, inteligente, una estudiante A, en una de las mejores Universidades, esperaba saber un poco más de ella.

Sonrió al recordar, cuando le había entregado el regalo de cumpleaños que había elegido para ella, sus ojos habían sido de sorpresa y luego su renuncia aceptarlo, eso le había llamado la atención y aumentado su interés por ella.

— “No puedo aceptarlo, es demasiado, pero te lo agradezco Bruno” – había dejado un beso en los labios del mayor, como muestra de agradecimiento

— “Es un regalo de cumpleaños, Ángela, por favor” – había insistido, para que ella pudiera aceptarlo

— “Bruno, me gustas tú, no lo que pueda obtener de ti” – sus palabras habían causado una sacudida en su interior

— “Es un regalo, por favor” – ella sonrió

— “Está bien, voy a aceptarlo porque insistes, muchas gracias” – terminaron haciendo el amor una vez más, el recuerdo hizo que su cuerpo reaccionara, las imágenes de Ángela enredada en su cuerpo, era algo que deseaba repetir.

Durante el día no había tenido oportunidad de pensar en ella, sus reuniones y trabajo, lo habían mantenido ocupado, pero ahora en la soledad de su lujosa habitación, podía recordarla. Estaba fascinado por su belleza, podría decirse que enamorado, era demasiado pronto para palabras tan grandes, aunque no lo descartaba, se daría tiempo de explorar las emociones y sentimientos que ella le provocaba, tiempo para conocerse mejor…

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