921
-¿Nicholas?
-Nicholas ¿está todo bien? Te has puesto pálido
Parpadeó varias veces para poder concentrarse, le costó unos instantes pero se compuso, el hombre que estaba frente al él, había sido muy difícil de contactar y necesitaba cerrar este trato lo antes posible pero no podía..., no conseguía concentrarse ahora que había oído su voz...
-Hombre te ves descompuesto ¿seguro que los mariscos estaban en buen estado?
-Comienzo a creer que no Kenneth...
No conseguía mirarlo, su vista estaba fija en las mesas a su alrededor, buscaba desesperadamente su rostro pero no daba con la dueña de aquella voz
-Bien, tranquilo, de todos modos ya es hora que me reúna con Edith, mi esposa odia la impuntualidad
-Por supuesto..., enviaré un mensajero con el borrador del contrato mañana a primera hora... –prometió aun sin mirarlo
-El baño está para el otro lado -le advirtió Kenneth-. ¿Nicholas?
-Sí, lo, lo sé, gracias, hablamos cuando estés listo...
Apenas consiguió acabar la frase y ya estaba levantándose, le dio un leve apretón de manos a Kenneth, y avanzando hacia el fondo del tranquilo restaurante. Al final se encontraban las mesas "familiares", también habían reservados que usualmente eran solicitados para alguna reunión de trabajo, los alrededores estaban rodeados de edificios con oficinas.
Con los latidos de su corazón cada vez más fuertes golpeando su pecho escaneó todo el salón, cada mesa y cada rostro hasta que dio con quien buscaba... Había pasado tanto desde la última vez que la vio, y el impacto lo acababa de dejar sin aliento..., habían pasado 2 años
Novecientos veintiún días, para ser exactos.
Dos años. Seis meses. Y cinco días.
-Danielle...
Susurró probando el sabor de su nombre en la boca después de mucho tiempo sin decirlo en voz alta. Estaba nervioso, asustado que lo hubiese olvidado.
Un jadeo y unos grandes y hermosos ojos azules lo buscaron en el salón y aterrizaron en esos estanques negros como la noche que aguardaban a que lo encontraran. Sus miradas chocaron y brillaron por el reencuentro de emociones encontradas y recuerdos, buenos recuerdos. Se observaron por lo que a ellos le pareció unos segundos pero que en realidad fueron varios silenciosos minutos...
-¿Dani, nena, te encuentras bien? Parece que has visto un fantasma
El chico a su lado le tocó el hombro para hacerla reaccionar pero estaba congelada, hipnotizada por los ojos que se posaron en ella hablándole sin palabras, gritándole cuanto la había extrañado
-Danielle -por fin Nicholas, sacaba la voz-. Danielle, ahora que al fin te encontré no puedo callarme. Ven conmigo..., por favor
En piloto automático Danielle, se levantó, tomó su pequeño bolso y se lo cruzó temblando, todos en la mesa la observaban sorprendidos, el chico a su lado no entendía lo que ocurría así que se puso de pie de inmediato pidiendo una explicación
-Tommy, me tengo que ir, mañana te busco, discúlpame con tus padres por favor
Antes que Tommy, añadiera algo más Danielle, salió de la mesa y aceptó la mano que le extendía Nicholas. Con sus dedos entrelazados deliciosamente a gusto, sintiendo ese familiar calor, salieron a toda prisa del restaurante deteniéndose frente a un deportivo de lujo estacionado en la acera. Continuando con el plan de salir de allí Nicholas, se inclinó para abrir la puerta pero tan pronto como lo hizo recibió el golpe de su calor, de su aroma, su cercanía..., su cuerpo reaccionó, con la piel erizada de pies a cabeza. La miró a esos estanques azules, luego sus ojos vagaron hasta sus dedos entrelazados y como si estuviesen enredados los separó con lentitud..., la agarró de la cintura con delicadeza empujándola en cámara lenta hasta tenerla atrapada entre el auto y su cuerpo... con delicadeza llevó su otra mano hasta el rostro nervioso de Danielle, y se inclinó para besarla con suavidad, solo necesitaba confirmar que era real, que de verdad estaba pasando, solo un roce inocente de sus labios y lo confirmaría
-No sabes cuánto te he extrañado cariño -susurró sobre sus labios aun sin besarla
-Sé qué esperas la misma respuesta pero por favor vámonos de aquí, no quiero que nos vean..., no quiero lastimar a nadie –pidió mirando hacia la puerta del restaurante
-Por supuesto
Sus labios solo se rosaron lanzando una pequeña chispa que ninguno pasó desapercibido. Inmediatamente retrocedieron para subir al auto y alejarse del restaurante cuanto antes. Sin preguntar Nicholas, condujo hasta el apartamento de Danielle, en absoluto silencio observándola cada vez que tenía la oportunidad, estaba inquieto, seguía algo aturdido por el reencuentro y no sabía cómo hablarle. Estacionó cerca de la entrada del edificio y la siguió hasta su piso por las escaleras. Algunas cosas nunca cambiaban, negó para sí mismo, el destartalado ascensor seguía descompuesto como siempre. Cuando llegaron hasta su puerta y ella abrió entrando sin mirar atrás supo que finalmente estaba sucediendo, tras casi un año completo en el que visitaba el apartamento vacío esperando verla salir finalmente ella había regresado. Estaba sucediendo
-¿Te vas a quedar parado allí afuera?
Lo miró curiosa desde el umbral de la puerta. Se había quitado la chaqueta y recogido su cabello en un moño descuidado. Era ella. Estaba pasando. Después de 921 días de angustia y arrepentimiento por haberla dejado ir ella estaba de regreso y a diferencia de lo que creía merecerse estaba hablándole..., le permitió acercarse...
-¿Nicholas?
Volvió a llamarlo, verlo allí congelado la preocupó, lo observó detenidamente de pies a cabeza, llevar un traje de sastre como solo él puede hacerlo, encajando a la perfección con su cuerpo ejercitado, atlético y alto. Elegante pese a esa barba no tan cuidada de al menos una semana y su cabello ya no estaba perfectamente peinado, lo llevaba algo más corto y desordenado. Era él, pero ¿qué le pasaba?
Nicholas, absorbió la lluvia de sensaciones que le provocaba verla observarlo con tanta atención, y es que creyó que después de tanto tiempo estaría listo para el reencuentro, pero no, temblaba de expectación y miedo a arruinarlo con su bocota. Inspiró una buena cantidad de aire y lo soltó lentamente preparándose para este momento qué tanto había imaginado en su cabeza. Desabotonó la chaqueta de su traje y avanzó hasta el interior del apartamento invadiendo el espacio personal de Danielle, para cerrar la puerta a su espalda. Se miraron a los ojos con respiraciones agitadas, sus pulsos se dispararon ante la cercanía y solo eso bastó para que sus bocas colisionaron en un hambriento y necesitado besó escandalosamente efusivo, con tanta lengua que estaban listos para provocarle cosas a quién los viera. Era el reencuentro.
Danielle, derretida por su tacto alzó los brazos para rodearle el cuello, mientras que Nicholas, no perdió oportunidad para apretarle el trasero como tanto disfrutaba en el pasado, descendiendo las palmas lentamente hasta llegar a la zona de los muslos levantándola del piso para rodearse la cintura con las piernas de ella, la acarició sobre sus delgados pantalones recordando cómo se sentía tocar su piel. Casi a tientas se movió por el reducido espacio y llegó al diminuto pasillo, se negaba a dejar su boca, así que con una mano abrió las únicas dos puertas que había en busca de la habitación hasta dar con la que tenía una cama.
Con sumo cuidado la depositó sobre el colchón, se desvistieron sin dejar de
besarse, luchando con la ropa que les estorbaba. Desnudos y jadeantes uno frente al otro sentados sobre la cama se miraban a los ojos excitados, habían llegado a este punto casi sin ser consientes, con el único sonido de sus respiraciones en la pequeña habitación Nicholas, quiso decir algo pero Danielle, inmediatamente lo interrumpió, gateó hasta la mesita de noche y del cajón sacó un condón, extendió el brazo ofreciéndoselo a Nic, para que lo tomara. Lo hizo. Expectante observó el espectáculo. El modo en que se agarraba su erección sin cuidado para deslizar el preservativo la calentaba como ni se imaginan. Y él, por supuesto que lo sabía. La sonrisa en su rostro no se borró ni siquiera al descubrir una fea cicatriz en la cadera de Danielle, en su lugar la agarró del brazo haciéndola caer sobre su pecho, la besó en los labios con fuerza antes de rodar para invertir posiciones guiar su excitación y penetrarla muy lentamente disfrutando cada segundo, cada centímetro que se enterraba en su interior
-Oh mierda... -gimió Nicholas-. No voy a durar mucho
Como animales en celo se besaron y acariciaron mientras el vaivén de sus caderas les proporcionaba el placer que tanto necesitaban atrapándolos en una burbuja de gritos, gemidos, jadeos, arañazos, pasión..., posesión
-Creo que... –gimió Nic
-Shhh, no lo arruines
Divertido rió sobre el cuello de Danielle, provocándole escalofríos con el calor de su aliento provocándole un tremendo alivio, llevaba tanto tiempo sin reír de ese modo que ella con un simple comentario provocó, enseguida necesitó aferrarse a ella con todas sus fuerzas mientras golpeaba fuerte y profundo
Jadeantes se miraron a los ojos, había sido rápido pero sumamente satisfactorio e intenso, todo les daba vueltas, ambos necesitaban sexo, pero no por el contacto físico, por el acto de hacerlo juntos, su conexión. Danielle, llevaba un tiempo creyendo que había un problema con ella, pero después de este agitado round, supo que era por la compañía. Hace un tiempo que debía fingir orgasmos para no hacer sentir mal a Tommy, de hecho llegó a plantearse tener algo malo y necesitar un profesional, pero Nicholas, acababa de demostrarle que no era necesario, que no estaba mal. Sus sentimientos avivaron la llama que creyó apagada, volvió a la vida y estaba hambrienta
-Ni se te ocurra pensar que eso ha sido todo
Le advirtió Nicholas, para luego rodar y caer junto a ella interrumpiendo sus divagaciones. Se quitó el condón, le hizo un nudo y lo soltó en el suelo para recostarse de lado apoyado sobre su codo concentrándose en su delicioso cuerpo brillante con una delgada capa de sudor por el ejercicio