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Capítulo 5

Benjamín

Sostengo su brazo haciéndola detenerse en su lugar, ella mueve su cabeza hacia atrás mirándome.

Sus ojos me miran, dirigiendo su atención a mi mano en su brazo.

— Suéltame— Sigo sosteniendo tu brazo — Me está doliendo.

La solté inmediatamente, a pesar de mi enojo, no quería lastimarla, no soy así.

— Ven conmigo – digo sin mirarla.

Sentí su cuerpo temblar, pero no fue porque me tuviera miedo.

Me quito el abrigo y se lo pongo, el viento frío de la noche, y el cielo con nubes negras, anunciaban la lluvia que pronto llegaría.

— No voy a ninguna parte – me mira con esa actitud de mujer segura.

Ella me mira sin apartar la vista, yo aparto la mirada de su boca por un momento, y luego vuelvo mi atención a su mirada.

— Liliana – suspiro cansado — Ven pronto.

Tomo su mano y la llevo a mi auto.

— Señor Hester, déjeme ir ahora – le suelta la mano — ¿Qué cree que soy? No tienes derecho a llevarme a ningún lado sin mi permiso.

Vale, eso es todo lo que necesitaba, que ella hiciera de abogada.

Porque no puede simplemente cerrar su boca caliente y obedecerme.

¡Cazzo!

— Liliana, no me irrites – Abro la puerta de mi auto — Métete en el Cazzo de ese auto ya, ya.

Aumento el tono de mi voz.

— NO ME GRITES.

— No estoy gritando – le explico, tratando de mantener la calma — Pasa, por favor.

No tenía mucha paciencia y me estaba haciendo perder el descanso que tenía.

— Tengo mi auto, puedo seguirte – dice, todavía parado frente a mí.

— Entonces enviaré a alguien a buscar tu auto – Yo digo — por favor pasa.

— Mira aquí — dice antes de subir al auto — Si estás planeando mi muerte, ya dejé una carta en casa, todos sabrán que fuiste tú.

En ese momento sentí unas ganas inmensas de reír, pero tenía que mantener la postura.

¿Por qué la mataría?

¿Cree que soy la mafia? ¿Solo porque soy italiano?

— Creo que estás leyendo demasiado fanfic – La hago subir al auto, doy la vuelta y me meto por el otro lado — ¿Crees que soy de la mafia o algo así?

—¿No eres parte de la mafia?— pregunta sarcásticamente —Siempre pensé que sí lo eras.

No podía perder mi postura.

Me quedo callado y la dejo hablando todo el rato, con sus teorías de que soy un mafioso, que uso mi condición de CEO y de la Compañía para ocultar a la mafia.

Intento no perder la postura, pero de vez en cuando, aunque sea por milisegundos, ella lograba hacerme sonreír, sin siquiera darme cuenta.

En unos minutos estamos cruzando las puertas de mi casa.

Estaciono el auto en el garaje, salgo y abro la puerta para que ella salga.

—¿Qué hacemos aquí?— pregunta mirando a su alrededor.

Cierro el garaje y entro por la puerta que da a la cocina de la casa.

— Si yo fuera un mafioso como crees – Entro a la sala y ella viene justo detrás de mí — Sería estúpido si te matara en mi casa, ¿no crees?

Llegamos al salón, me acerco a un mostrador, busco una botella de whisky, me sirvo un vaso.

— He leído varios libros donde a los mafiosos no les importa esto – ella se sienta en el sofá y me quita el abrigo y lo pone en el brazo del sofá — Se deshacen del cuerpo segundos después.

¿Habla en serio acerca de pensar que soy un mafioso?

— ¿Quieres tomar algo?— Le pregunto aunque sé que ella no es muy bebedora de alcohol.

— No.

Me acerco a ella y me siento frente a ella, con mi vaso de whisky en la mano.

—No eres de ser amiga de hombres_ le comento, ella me mira sin entender — ¿Por qué charlabas con ese playboy?

La vi reír con ese chico.

Ella se sentía tan cómoda con él, algo con lo que no se siente cómoda con ningún hombre, cualquier hombre que no conoce se acerca demasiado a ella, se vuelve extremadamente incómoda.

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