Capítulo 5
Narra Amanda.
Me paré en el portón principal mientras esperaba a que las niñas bajaran para que tomaran el autobús, quería gritarles que se dieran prisa, pero no quería tener más molestias con ellas. Para mi sorpresa la primera en aparecer fue Denisse, parecía preocupada por alguna razón, no creía que fuera solo por mí. Su cabello oscuro estaba suelto, llevaba un uniforme negro con detalles rojos de aspecto elegante que la hacia ver presumida. Su falda era un poco arriba de las rodillas con pliegues, medias negras con zapatos escolares negros.
—Te ves muy bonita con uniforme—le dije con una sonrisa.
Ella puso los ojos en blanco con disgusto.
—¡Vete a la mierda!—respondió molesta.
Su respuesta me enfureció, fue ahí que decidí jugar un nuevo juego, sin importarme las consecuencias.
—Vamos a aclarar una cosa querida—comencé diciendo firmemente. Ella me vio con disgusto—.Estoy aquí para cuidar más que nada a Zoé y realmente no me importa si te agrado o no.
—No me agradas—me interrumpió.
—¿Ese es tu juego? ¿Ser una perra malvada hasta que cada niñera decida irse haciendo de sus vida un infierno? —hable de nuevo, ella parecía furiosa —.¿Acaso quieres llamar a papi y contarle todo?—le dije con voz de bebé.
—Vete a carajo. Mantente fuera de mi maldito camino—me dijo aun más molesta.
—Seguiré en tu camino aunque no quieras. Me importa poco si no te agrado, cumpliré con mi deber sea como sea—sus cejas se levantaron con sorpresa al escuchar mis palabras—. De verdad compadezco a Zoé, ya que tener una hermana malvada no la va ayudar en lo más mínimo si sigues dándole esos ejemplos de mala conducta y ese lenguaje que tienes—le dije seriamente, en ese momento, escuché un auto acercarse, se trataba del autobús escolar—. Ahora, entra al maldito autobús—le ordené con firmeza, ella se tragó las palabras e ingresó sin muchos ánimos, por suerte Zoé había llegado también justo a tiempo y luego se subió.
Vi alejarse el autobús con una sonrisa en mi rostro, sabía que estuvo mal hablarle así, pero era necesario en este caso, no podía permitir que una adolescente como ella se saliera con la suya como estaba acostumbrada.
Regresé al interior de la casa, di un gran suspiró cuando entre, en ese momento escuché el ruido de una aspirada, extrañada por el sonido subí las escaleras, realmente no sabia si había mas servidumbre en esta casa aparte de la señora Betancourt, caminé por el pasillo, el ruido provenía de la habitación de Zoé, abrí la puerta para ver quien era, una señora de alrededor de cuarenta y tantos años con uniforme, estaba pasando la aspiradora. Ella me miró cuando me sintió llegar.
— Hola—me saludó amigablemente.
—Hola—sonreí, agradecida de ver una cara amigable.
Ella apagó la aspiradora y me dio la mano.
—Soy Suyapa. ¿Debes ser la nueva niñera?
Asentí nerviosamente.
—Sí, soy Amanda. Ella sonrió mientras me miraba de arriba abajo—.¿ Cómo entraste?—le pregunté con curiosidad ya que no la vi ingresar.
—Siempre entro por la cocina, hace unos minutos llegué—respondió—. ¿Sabes? Tienes un aura muy cálida y eso es bueno—comentó amablemente, ella parecía muy dulce, tenia algo que me daba confianza —.¿Cómo te ha ido hasta los momentos?—preguntó.
En ese instante me dejé caer sobre la cama.
— Muy mal, Denisse me odia, el señor White creo que también, al parecer no puedo hacer nada bien—respondí con sinceridad. Ella se rio mientras tomaba un trapo para limpiar la mesita de noche—. ¿Por qué te ries?—interrogue con curiosidad.
—Porque finalmente llegó una niñera honesta— respondió.
Su respuesta no la esperaba.
— Todos se van, ¿cierto?—pregunte a algo que ya sabía— ella asintió—¿ Es por Denisse?—interrogue de nuevo.
—Si, entre otras cosas—contestó—. Son una familia encantadora, querida, pero son un poco disfuncionales—agregó.
Su respuesta era algo que se podía intuir con tan solo pasar unos minutos con ellos.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para ellos?—quise saber.
—Cuatro años. Vine a trabajar para ellos después de la muerte de Dayana—respondió.
—¿Dayana?
—La madre de las niñas—me aclaró.
Me quedé en silencio, pensando detenidamente qué decir.
—Creo que el señor White me va a despedir esta noche—le quise compartir.
—¿Por qué?
Me quedé un instante en silencio.
—Me atrapó en su habitación esta mañana curioseando, luego no me di cuenta de la lista de la señora Betancourt ya muy tarde, las niñas casi pierden el autobús, después de eso tuve una discusión delirante con Denisse —finalice.
Suyapa se volvió a reír.
—Realmente eres muy honesta—comentó ella.
—Si, creo que es mi mayor defecto—sonreí.
—Yo creo que es una virtud, algo que no se muestra por aquí a menudo—respondió.
— ¿Qué quieres decir? ella se quedó en silencio por un momento — . Cualquier información que tengas podría ser útil. No quiero fallar más—le dije para que se animará a decirme lo que sabia.
—Esta bien—dijo preparándose para hablar— . El señor White tiene el corazón roto y Denisse le recuerda a su difunta esposa cada vez que puede. Apenas hablan, a menos que esté siendo disciplinada por algo, y Zoé compensa en exceso su falta de relación con demasiada dulzura para compensar el carácter frío de su hermana.
Con esta información, comprendí que Denisse debía sentirse sola, más cuando su padre la excluía de su vida, y no hacia nada por recuperar su relación de padre e hija. De repente me sentí culpable por haber sido horrible con ella esta mañana. En ese momento quería saber más sobre está familia.
—¿Cómo murió su madre?— pregunté pasa confirmar la información que había salido en los periódicos.
—Accidente automovilístico—contestó Suyapa.
—¿Cómo estuvo el señor White después de que ella murió?
—Tranquilo—contestó—.Siempre está callado—agregó.
Me estaba quedando claro que los miembros de está familia, necesitaban cambiar, les faltaba dedicación, pasar tiempo juntos pero sobre todo les faltaba amor.
—¿Quieres un poco de ayuda?—le dije ya que me sentía mal solo viéndola limpiar sin hacer nada.
Ella sonrió cálidamente al verme.
—No cariño, estoy bien. Además este es mí trabajo. Es mejor que salgas al patio un rato y tomes aire fresco, creo que lo necesitas—me recomendó.
Ella tenía razón. En ese momento me levanté.
—Gracias, ha sido un placer conocerte—mencione amablemente.
Ella sonrió dulcemente. Le hice caso y bajé al patio. Me sentía triste por esta familia, deseaba que las cosas cambiaran para que ellos fueran felices. El aire fresco tocaba mí rostro, este parecía anunciar que se acercaba un milagro.