Capítulo 4. “El despertar de un sueño” Parte 2.
Clara.
Piso de Clara y Morgan, en Foggy Bottom, Washington, febrero 2016.
Morgan confundió que mi silencio, pensando que mi cara de ira, iba dirigidas a esa zorra y a sus amigas, que de paso se lo merecían, aunque ahora mismo la rabia era más dirigida contra mí, por ser tan estúpida.
De todas formas la neoyorquina quiso aclararme rápidamente, que no hacía falta que me enfadara más, ya todo estaba solucionado, ella misma se había ocupado de que esas tres, recibieran su merecido.
-” Tranquila, al final las que acabaron en la habitación 465 fueron Elizabeth y su otra amiga, ya que una de ellas se me escapó. Por lo visto esas dos compartieron una lujuriosa noche con esos idiotas, que ellas mismo, habían pagado para que te grabaran follando con ellos.”- las palabras de Morga cayeron sobre mí, dejándome en un estado de shock.
-”¿Quéee?”- le pregunté con los ojos muy abierto y desorbitados, apenas creía lo que oía.
A partir de este momento Morgan me contó que como fue encerrada en el baño, por una de las dos estúpidas amigas de Elisabeth, y como gracias a su afición, incomprensible para mí, al Full Contac, reventó la puerta de una sola patada, luego fue a buscarme, al no encontrarme, fue a por ellas tres, las consideraba responsables de mi desaparición, pero sólo pudo encontrar a dos de ellas, Elisabeth y una de sus perritas falderas, y tras ser muy metódicamente “persuadidas”, estas confesaron todo.
Al parecer, alguien les había pagado para que me drogaran, y me enviaran a la habitación 465, donde unos deseosos, y muy bien pagados, compañeros de diversión me esperaban. Dentro de la lógica de mi vengativa amiga, esto merecía represarais en su justa medida, usando su habilidad en ese ya mencionado arte marcial, las obligó a ingerir lo mismo que ellas me habían administrado a mí, para luego, llevarlas a la habitación, para rescatarme.
Su sorpresa fue mayúscula al ver, que allí dentro, sólo había tres chicos, bastante borrachos y semidesnudos, esperándome, pero que yo no estaba por ningún lado, así que en compensación, por la espera, dejo a esa dos en la habitación, en compañía de esos deseosos varones, que ya ellas habían pagado, para que me sustituyeran.
En un principio puede parecer una acción radical, y extrema, incluso delictiva, pero Morgan se crio, lamentablemente, en los peores suburbios del Bronx, en Nueva York, todo en la vida se lo ha ganado con esfuerzo y lucha, es de las que piensan que, quién te la hace, la paga, su lema es “Ojo por ojo”.
Fue tras este relato cuando entendí que alguien quiera mi mal, y por alguna razón, yo ya sospechaba quién podía ser, mi maravillosa madrastra Ruby, pero en algún momento hubo un fallo o equivocaciones el fabuloso plan que esa zorra había montado, quizá se confundieron los números de las habitaciones, y por eso me había librado de la peor de las vergüenzas, una noche de auténtica pesadilla.
Por el contrario, los sucesos de esa noche, dentro de lo malo, habían sido, más bien, y contemplándolos desde mi cerebro, como uno de los más eróticos, fantásticos y extenuantes sueños que habia tenido en mi vida.
Pero esto me lleva a plantearme otro problema mucho más grave, justo por este pensamiento, no pude evitar decir mis inquietudes en alto, cosa que hizo que mi amiga me mirara con curiosidad, con mucha curiosidad, y suspicacia.
-” ¿Entonces quién es ese atractivo hombre que asalté en la habitación 456?”- en realidad esa pregunta me la hacía a mí misma, de manera inconsciente, por el shock de lo que acaba de descubrir, pero esto no evitó que la gritona neoyorquina volviera a intentar, con su fuerte voz, que mi cabeza retumbara como si estuviera produciéndose un maldito terremoto dentro de ella.
-”¿Quéee? ¿Te acostaste con alguien? ¿Ya nos eres Virgi Clara, la diosa de la pureza? ¿Es por eso llevas esa camisa de hombre tan varonil puesta?”- dijo la maldita Morgan sin ninguna compasión por mi estado anímico.
-” ¡Por dios, baja la voz! O remáteme, una de dos, pero no vuelvas a hacer eso.”- le dije con un pequeño gemido mientras mi faz se regañaba por el dolor.
-” Sólo me callaré cuando me lo cuentes todo, sin dejarte nada, con todo detalle, hasta el último gemido, o te prometo que te torturo toda la mañana.”- fue la sentencia final de esa maldita, y lógicamente, no me quedó de otra que relatarle lo que había pasado esa noche.
-” ¿Y ni siquiera recuerdas su cara?”- me volvió a preguntar cuando acabé mi relato.
-” Si te digo la verdad en el estado que estaba en ese momento, me interesan mucho más su cuerpo, ese si te puedo describir, lo reconocería en cualquier lugar, era un maldito un auténtico sueño erótico.”- le dije sin poder evitarlo rememorando en mi mente cada musculo de su pecho, la firmeza de su piel en mis manos, la fuerza de sus piernas y sus caderas, cuando entraba en mí, el calor que me hizo suspirar.
Algo debió de detectar mi amiga mientras yo me sumergía en mis pecaminoso pensamientos, algo que hizo que una carcajada abierta, y muy femenina, escapara de lo más hondo de Morgan.
-” Bueno, ¡Increíble! Si encima vamos a tener que agradecerles, a esas tres brujas, el favor que te han hecho. Bueno se dice que la universidad es la época para experimentar, y creo que tú te lo has tomado al pie de la letra, ¿No crees, ex Virgi Clara?”- dijo la neoyorquina entre carcajadas.
-” De agradecer nada, que la perdida de mi virginidad me ha costado dos mil dólares, se supone que eso es gratis, por lo menos la tuya lo fue.”- le dije gruñendo, pero Morgan me miro seria e incrédula, para luego volver a mirar la camisa que yo llevaba puesta.
-” Pues tengo que decirte, que lamentablemente, el único que ha salido perdiendo, en todo esto, sin lugar a dudas, es tu deseable sueño erótico, esa camisa que llevas puesta vale por lo menos doce mil dólares, está hecha a medida por el diseñador turco más famoso y caro del mundo, así que por lo menos, tu víctima de abuso sexual ha perdido, entre otras cosas, al menos, unos mil dólares...”- las palabras de Morgan fueron como una ducha de agua fría para mi mente, que se despejo de manera inmediata, para caer en una miserable realidad.
-” ¿Por qué mi vida, es así? ¿Por qué no puedo tener, como el resto de las mujeres, una vida normal y tranquila?”- dije lamentándome amargamente, mientras la risa de Morgan volvía hace que me doliera la cabeza, y esta vez no era producto de mi noche loca, el alcohol o de las drogas.
Lamentablemente el destino, las fuerzas del universo, o lo que quiera que sea que domine mi mundo, hizo oídos sordos a mis suplicas, y meses después, esa ley de Murphy que domina mi vida, volvió a cumplirse, haciendo que todo mi mundo se volviera del revés, y aunque no debía de sorprenderme, teniendo en cuenta mis antecedentes.