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02.- El Scotter.

Nataly solo subió a su moto, al despedirse con la mano de nuevo de los niños Sullivan, y solo se retira al estar entre los autos, mientras el semáforo se encuentra en rojo para después estar en verde, para avanzar, tiene sus audífonos puesto, cuando escucha que suena su teléfono a lo que ella mientras maneja y se detiene en otra seña contesta:

—Bueno.

—Hola Naty, ya vienes en camino.

—Hola Quique si ¿Por qué, paso algo?

—Puedes pasar a Dancebuster, olvide las llaves de la casa de playa, se encuentran en el segundo cajón del escritorio.

—Está bien.

—Gracias.

Se despiden y cuelga al desviarse del camino, yendo hacia el salón de baile que es dueño de su amigo Enrique.

Desde niña ha sido aficionada a todos tipos de scooter, tiene una pequeña colección que aún conserva y se mantienen bien guardadas en el garaje de su madre, de vez en cuando la visita, al igual a su colección, aunque continúa viviendo al compartir departamento con su mejor amigo Enrique.

Nataly se detiene al estacionarse y bajar de su vehículo, para correr, llegar y entrar, saludar a algunos conocidos y amigos que trabajan ahí enseñando, se dirige y entra a la oficina de Enrique yendo a su escritorio, al abrir el cajón y solo toma las llaves volviendo a cerrarlo, para solo salir de la oficina. En eso que va caminando al irse.

—Naty.

Ella voltea, al ver quien es, ambos se saludan.

—No sabía que habías vuelto Hugo. —le dice Nataly.

—Llegué la semana pasada creí que Enrique te lo había dicho.

Ella niega.

—Lo habrá olvidado, pero veo que enseñas a los niños.

—Sí, estoy cubriendo a Gloria, ahora que lo pienso quédate para mostrarles algo a los pequeños.

—Me encantaría, pero debo irme, Enrique me espera, la próxima te lo prometo.

—Ok ¿Aun te presentas con los muchachos en el bar Dalton´s?

—Sí, debo irme adiós.

Los dos se despiden y sale de ahí, volviendo a su scotter al cual sube, volviendo a manejar hasta llegar al departamento, al ser que el edificio queda cerca de la escuela de danza de su amigo.

Llega hasta el estacionamiento, ya solo debe subir al elevador en donde ya se encuentra para solo llegar al piso, donde está su departamento, en eso llega, abre con llave.

—Enrique ya llegué. —dice.

En eso se da cuenta de su maleta y de que él sale de su cuarto.

—Llegaste nena.

Ella le entrega las llaves.

—Aquí tienes.

Mientras él guarda en su maleta otras cosas y las llaves.

—Gracias Naty, saliste del trabajo tarde.

—Sí, es que estuve cuidado a los niños Sullivan que me pidió la directora, porque saldría, al ser que su padre venia en camino, aun no entiendo porque su madre no los recoge.

—No lo sabes, verdad. —le dice él al estar los dos en la habitación de él.

—Saber qué.

—A ver si estoy captando, casi siempre me hablas de tus alumnos y del entusiasmo de tres niños, que son gemelas y su hermano.

—¿Eso hago?

El solo asiente.

—Y me dices, que los cuidaste y tuviste la suerte de conocer al señor Sullivan.

Ella piensa "suerte", lo borra de su pensamiento y asiente al decir:

—Sí, que es lo que no sé.

—El padre de esos niños, es viudo.

—No te creo.

—Créelo, ella fue su esposa y una gran directora de cine, se llamaba Fernanda Gutiérrez, murió en un accidente de avión.

—Creía que era divorciado o algo así.

Su amigo Enrique negó.

—Solo son los niños y él.

—¿No volvió a casarse?

—No, sigue soltero.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunta Nataly.

—Aarón Sullivan es jefe y propietario de la firma de videojuego Vidovictria, con Jorge Guzmán y Felipe Jiménez.

—Son los videojuegos que juegas.

El asiente.

—Que pequeño es el mundo.

Continúan hablando de Vidovictria, hasta que Nataly comenta a su amigo.

—Lo que si Enrique, es que al señor Sullivan lo he visto en otro lado.

—A sí, dónde crees haberlo visto.

—No me acuerdo, lo memorizo continuamente, pero nada, pero bueno, mañana te vas.

—Sí y el sábado, igual te verás con los chicos.

—Aún no se, Tobías o Guille quedaron de avisarme.

—Aún están viendo eso de las giras, para abrir los conciertos.

—Eso creo. —contesta sin mucho interés al tema

—Y si lo obtienen ellos, aceptaras ir. —le dice Enrique, sabiendo bien que para ella ya no es tan importante continuar en su grupo de banda, que inicio desde la secundaria, ahora tiene otras cosas que le interesan y que quiere hacer.

—No lo sé, aunque se pueden encontrar con otro guitarrista.

—Pero tu empezaste con ellos.

—Lo sé y los quiero, y me encanta saber que ellos luchen, tienen todo mi apoyo, pero sabes bien Enrique, quiero hacer otras cosas.

—Como el ser maestra de música.

—Claro. —responde Nataly.

—Espera, te conozco Nataly, no piensas continuar como maestra.

—Tal vez.

—¿Qué paso?

—No quería decir nada, pero recuerdas a Sebastián Heitor, al que conocimos en febrero en la inauguración de su escuela de danza.

—Sí, has hablado con él.

—Me llamo la semana pasada, para proponerme ir a Guadalajara y ser maestra de danza haya.

—Sé que sabes cualquier clase de danza y demás cosas, pero ¿Vas a aceptarlo?

—No sé, debo pensarlo, me dio tiempo.

—Y ya tienes pensado algo.

—No, pero aparte menciono que vendrá.

—¿Cuándo?

—Solo viene de entrada por salida, me parece que el jueves porque quiere cenar conmigo.

—Debes decidir, es una gran oportunidad Nataly.

—Lo sé, ahora que recuerdo cuando iba saliendo de Dance me encontré con Hugo.

—Se vieron.

—Sí, me dijo que estaba cubriendo a Gloria, no sabía que había vuelto.

—Perdón olvide avisarte, pero ese chico continúa enamorado.

Nataly solo mueve la cabeza al medio sonreír.

—Bueno iré a cambiarme. —dice ella, al ser que continuaba en el cuarto de él.

—Iras a ver a tu mamá.

—Sí, quede de verme con ella.

—Piensas decírselo a ella, sobre ir a Guadalajara.

—No lo creo, sé que si se lo digo se pondrá feliz por mí, pero aún no se si lo aceptare, debo antes hablar con Sebastián claro.

—Cierto.

—Y no solo eso, ya no he estado bailando.

—Entonces deberías volver a bailar, hacerlo yendo a Dancebuster, tal vez Hugo lo haga contigo.

Nataly lo mira para solo ignorarlo, entrando a su habitación, Hugo es un amigo tanto de Enrique como de ella, sin olvidar que es uno de los chicos que ella ha bateado y que, aun así, intenta gustar a Nataly.

Ella se encuentra vistiéndose algo rápido para llegar con su madre, al quedar con ella a comer, se apresura y se despide de Enrique.

—No, ahora no te detengas, tu puedes, tu puedes. —decía Nataly al ver que su moto comenzaba a detenerse, haciendo extraños sonidos y teniendo en cuenta que de gasolina tenía suficiente, al ser que después de salir de la escuela primaria había pasado a la gasolinera.

En eso que ya se encontraba cerca, solo quería ella llegar a la casa de su mamá, que es de dos pisos en color verde olivo, estaciona su moto y baja al ir a tocar a la puerta, donde su madre ya la esperaba, ambas se abrazan y saludan. Al estar en la mesa ya lista.

—¿Qué tal el trabajo Naty?

—Muy bien mamá. —dice Nataly.

—¿Qué pasa? —pregunta su madre al verla pensando.

—A es cuando venía para acá, la moto comenzó a sonar con esos raros sonidos, otra vez.

—Te digo que vayas y la mandes revisar.

—No lo sé mamá.

—Y toma otras de tus motos.

—Pero son de colección mamá.

—Pero te ayudaría mientras esta en el mecánico.

—Bueno, mientras me iré en autobús, dejare la moto aquí y mañana la llevare.

—Porque no te quedas esta noche.

—No puedo, mañana se va Enrique y lo iré a dejar al aeropuerto.

—Se va de nuevo.

—Si otra vez, lo contrataron para un video musical, se va por algunas semanas porque tiene otros asuntos.

Nataly no menciono nada sobre el trabajo en Guadalajara, y solo se quedó por algunas horas más con su mamá, hasta que decidió irse, al despedirse ambas dejando con ella su scotter, de ahí fue a la parada donde tomo el bus, volviendo a casa.

—¡Enrique! —grita Nataly al haber llegado a casa y notar de que su amigo no este, va hasta su cuarto donde se queda ordenando, al ver que tiene algo desordenado.

Muy temprano, los dos iban en el auto, Nataly manejaba, se encontraban platicando:

—Y no le dijiste nada a tu madre.

—No, quiero antes hablar con Sebastián, pero ayer llegaste tarde.

—Si tuve que ir hablar con Gabriel.

—Que tal salió, eso.

—Bien, papeleo.

En eso llegan hasta el aeropuerto, ambos bajan, se despiden.

—Nos vemos y ya sabes, puedes usar el auto.

—Gracias Enrique, me llamas cuando llegues.

El asiente y solo vuelve al auto, de ahí se fue directo hacia la escuela.

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