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Capitulo 4.

“¿Me permitirías perderme en el color carmesí de tu sangre? ¿Me permitirías perderme en cada centímetro de tu piel? ¿Me permitirías encontrar la pasión en tus labios?, ¿Me lo permitirías?”

Tibio o frío.

Abrió los ojos pesadamente, sin ganas de hacerlo, los párpados le pesaban al igual que su cuerpo, giró su cuerpo a la izquierda quedando de lado, se quedó congelada en el lugar, está ahí, ahí...

Su grito resonó en toda la habitación, sabía que alguien allí escuchó y si lo hizo esperaba que no se alarmara, su reacción no haría que la persona que estaba a su lado espantarse, ni mucho menos despertar.

Se escucharon pasos de una botas, fuertes, firmes y sobre todo seguras, sabía que era él, era ese psicópata, no sabía que había hecho para que la tenga en ese lugar, sabía que estaba de madrugada porque el reloj marcaba las tres de la madrugada, se dio cuenta de que el cuerpo que estaba a su lado estaba muerto porque sus ojos estaban abiertos y, porque al estar abiertos se veían ligeramente perdidos.

Él, el dueño de los pasos se colocó en la parte delantera de la cama y, dirigió la mirada hacia su pecho, el rubor se apodero de sus mejillas cuando ve que sólo lleva una sudadera arriba, sus manos trabajan de inmediato y se cubren el cuerpo con el borde de la sabana.

—¿Que he hecho para que me tengas aquí? —Su voz salió en un hilo y sentía como se nublaba poco a poco la mirada.

—Gustarme. —lo dice con toda la calma del mundo ¿GUSTARLE? Por el amor de Dios.

Se había olvidado completamente del cuerpo que reposaba a su lado y al recordar eso, salió de un salto de la cama, cuando lo hizo tiró un grito, las sábanas blancas que estaban debajo de ella estaban manchadas completamente de sangre, de inmediato el olor metálico se coló por sus fosas nasales y sintió en ese momento náuseas.

—¿Te gusta? —Su pregunta la hizo darle una mirada de pocos amigos, la cual salió más fría de lo que pensó.

Su mirada se posó en ella y, apretó la mandíbula.

No le gustó para nada.

—¿Cómo eres capaz de preguntar algo así? Eres un Psicópata. —La palabra salió de sus labios y en ese momento se arrepintió de lo que dijo, al contrario, él se quedó tranquilo y su tranquilidad la asustaba.

Mucho.

—¿Me dirás algún día algo que no sepa? —Y ahí venía con la jodida frase. Añadió: —Si vuelves a poner esa mirada te arrepentirás Lennox.

—¿Qué? ¿Me sacarás los ojos? —Puso los ojos en blanco y lo miró a los ojos mostrándose más valiente de lo normal.

—No me pruebes. —Mierda.

Su respuesta la hizo temblar y en ese momento miró hacia atrás donde descansaba el cuerpo de Adam Lambert, el chico el cual la llamó la atención, un dios de la antigua Grecia.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué mataste a Adam? —Señaló su cuerpo con melancolía, miedo y con una pizca de tristeza.

—Te tocó y nadie, escucha bien, nadie toca lo que es mío —Se quedó pasmada ¿Pero qué mierda? ¿Cómo que era suya?

—¿Qué? —creía que tenía un fallo auditivo, no podía creer que este venga a reclamarla suya cuando ni siquiera sabía su edad. Aunque bueno, era mayor de edad.

—No soporto repetir. —Luego de que terminó esa oración, se acercó a paso apresurado hacia a ella, no se movió de su lugar y en sus ojos se veía una sombra de diversión. —¿Sabes? —dice pasando sus dedos por su mejilla, la acariciaba.

El movió su cuerpo y quedó frente al cuerpo pálido de Adam.

—Disfruté mucho sus gritos, sus súplicas, su sangre, disfruté sus maldiciones, sus lágrimas de niña bonita y mira tú... Tu dios...

—¿Cómo sabes...? —Él la jaló fuertemente del pelo.

—¿Así que te gustaba? —Se asustó y mucho, sintió como las lágrimas caían por sus mejillas sin pedir permiso, sentía como algo filoso cortaba su brazo derecho, el dolor se hizo presente, y sus gritos salían a montones.

Sintió algo húmedo y cuando volteó la cara vio a ese estúpido lamiendo su sangre, se apartó de inmediato de su toqué cayendo al piso y echando hacia atrás su cuerpo.

Una sonrisa apareció en su rostro, vio frialdad y no quería saber qué podría hacer.

Se fue acercando hacia ella y esta levanto su mano para que se detenga y lo hizo, de golpe lo hizo. Desvió su camino hasta la cama y tomo el cuerpo de Adam como si fuera nada, lo arrastro por el suelo y la sangre queda como pintura regada en el suelo.

Su cuerpo se recostó en el umbral de la puerta y quería saber porque era tan frío, tan macabro y tan..

—Soy frío porque me hicieron así, no hagas esa pregunta, la detesto. No soporto a nadie en esta vida, el único error que cometiste lo hiciste sin darte cuenta, pero ¿quieres saber cuál fue?

—Si —Su voz salió en un susurro y era consciente de que la escuchó.

—Gustarme, ese fue tu error.

—¡VETE A LA MIERDA! ¡HIJO DE P... —Sus palabras quedan en el aire por lo que él dice.

Él puso un dedo sobre sus labios y dijo:— Shh... Adam puede despertar.

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