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Capítulo 10: Regalo inesperado

—No, nada —Valeria estaba tan nerviosa que tartamudeaba y escondió la caja detrás de ella—. Es el mismo que el tuyo. Ay, me duele la tripa, con permiso, tengo que ir al baño.

Dicho esto, Valeria se fue corriendo a esconderse al baño.

Valeria se sentó sobre el váter y volvió a abrir con cuidado la caja. A diferencia de los pañuelos de sus compañeras, en la suya había un manojo de llaves.

Valeria cogió la llave y, antes de que pudiera recuperarse del susto, escuchó vibrar el teléfono del bolso. Era un mensaje del “Acreedor de 500 euros”.

“Acreedor de 500 euros” era el nombre que había puesto para Aitor. Quién hubiera pensado que el acreedor llegó a ser su esposo en tan solo un día.

Valeria desbloqueó el móvil y vio que Aitor le había enviado una dirección, que era una de las urbanizaciones más lujosas de la ciudad.

Dirección y llaves.

Valeria lo entendió de inmediato. Aitor quería que se mudara con él de verdad.

La idea de Aitor era normal. Ahora eran un matrimonio y deberían vivir juntos.

Valeria metió la llave en el bolso y cambió el apodo para Aitor en el teléfono a “esposo” tras dudarlo un momento.

Esposo, no marido, las dos palabras representaban la relación matrimonial. Pero la primera tenía un significado más distante, como su relación.

Después de salir del baño, regresó a la revista con Lola y los demás.

En esta entrevista, se llevaron a un fotógrafo y tomó varias fotos de Aitor durante la entrevista. Sin embargo, su revista no se atrevía a publicarlas sin el consentimiento de Aitor.

Así que el editor jefe preguntó sutilmente al Grupo Lustre.

El editor jefe lo hizo sin esperar una aceptación. Después de todo, el presidente del Grupo Lustre era conocido por su misterio. Ya era una gran sorpresa que aceptara la entrevista, ni se atrevían a pensar en las fotos.

Pero lo sorprendente fue que Aitor aceptó y toda la revista se revolucionó.

—¡Joder! ¡Una foto del presidente del Grupo Lustre! ¡Nuestra revista va a hacerse rica!

—Dejad de decir tonterías. Juan Rodríguez, enséñanos la foto del presidente del Grupo Lustre, ¿es tan guapo como dice Lola?

Antes, sin el permiso de Aitor, Valeria y sus compañeros ni se atrevían a mostrar las fotos a sus colegas. Ahora que tenían su consentimiento, todos rodearon a Juan, el fotógrafo.

Juan encendió su portátil y apareció en la pantalla la cara de Aitor.

De repente, las mujeres de toda la revista se excitaron.

—¡Madre mía! ¡Qué guapo! ¡Lola, no has descrito ni la décima parte de la belleza del presidente!

—¡Sí, supera por mucho a estos famosos!

—¿No es un poco extraña la silla en la que se sienta? ¿Por qué parece una silla de ruedas?

Por fin alguien notó la silla de ruedas de Aitor y todos se callaron.

—Sí —dijo Lola—. El presidente Aitor está en silla de ruedas. ¿Y qué? Es guapo y rico, aunque esté en silla de ruedas, ¡sigue siendo un príncipe azul!

Las demás mujeres estaban de acuerdo, pero los hombres estaban un poco celosos y dijeron con amargura, —Qué importa que sea rico y guapo, ¿no sabéis que el 80% de los discapacitados también son discapacitados en la vida sexual?

—Eso, ¿no dijisteis que se acaba de casar? Me da que casi seguro su esposa vivirá como una viuda.

Valeria al principio estaba bebiendo agua sin meterse en la conversación. Al escuchar estas palabras, se atragantó y empezó a toser fuertemente.

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