Capítulo 1: ¿Dónde estamos?
Capítulo 1: ¿Dónde estamos?
Tan bella
¿Qué pasó para que me encontrara encadenada aquí con otras chicas, en celdas insalubres?
Andrea, ¿dónde está mi amiga?
- ¿Andrea, Andrea?
- Estoy aquí, Sibelle.
Ella está en la misma celda que yo, pero justo detrás. Se arroja a mis brazos tirando de la cadena que obstaculiza sus movimientos.
Ella empieza a llorar y yo también.
- Estás bien ?
- Qué pasó ?
- Nos secuestraron.
- Sniff, Sniff, Sniff, ¿qué será de nosotros?
- Cálmate, saldremos de esto.
- ¿Qué, estamos todos encadenados, aquí quién podrá salvarnos?
Se oye venir a unos hombres armados, abren las celdas, entran y empiezan a tirarnos y tirarnos fuera de la celda.
- Siga recto
Seguimos adelante, somos unas veinte, le pregunto a una chica cercana a mí:
Cuanto tiempo llevas aqui? Soy Sibelle y tu?
- Mi nombre es Lupita, llevo 3 días aquí, vine a buscar a otros que llevaban una semana según las conversaciones, estaban esperando a un gran número de nosotros para hacer la subasta.
¿Qué, nos van a vender? Que la Virgen de Guadalupe nos ayude.
- Cállate por ahí, avanza en silencio. Las que están en blanco van a la derecha, las demás a la izquierda, no porque vamos a comprobar.
Una joven rubia, de entre 16 y 27 años, sale conmigo de la fila, los demás van al otro lado, yo me separo de Andréa, nos miramos con lágrimas en los ojos.
- Todo estará bien Sibelle, saldremos de esto, está bien, haré todo lo posible para encontrarte.
Llegamos a una gran sala, en el medio hay una mujer de unos cincuenta años que nos muestra a dos chicas:
Ir a lavarlos, depilación láser permanente como siempre, tienen que estar más que bonitos, tenemos que sacarles el máximo provecho posible.
nos llevan a un baño grande
- Desnudarse
hacen un baño, nos instalan uno tras otro, nos lavan y nos secamos, nos instalan en una mesa para depilación láser.
- Disculpe, ¿eso está mal?
Se echaron a reír
- Seguramente sufrirás aquí pero, no menos que el lugar al que vas, eso es lo que debería preocuparte. basta de charla, cállate y déjanos trabajar, que el tiempo se acaba.
El gran jefe llegará pronto. Todo debe estar listo. Me acuesto y la dejo hacer su trabajo, recordando lo que me trajo aquí.
Con todo este revuelo no me presenté: mi nombre es García Sibelle Hernandez tengo 21 años, estudio en la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), estoy en mi segundo año. Salí el sábado por la noche con Andréa para apoyarla porque normalmente no me gusta salir, pero esta noche me obligó un poco.
Y aquí es donde nos llevó. Para ser vendidos como esclavos.
Dónde estamos ? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde el secuestro? A dónde vamos ?
Capítulo 2: Salida, secuestro.
Sibelle Hernandez, no importa cuánto tiempo pases ahí, algún día tendrás que salir, no me iré sin ti.
- Andréa, sabes que no me gusta ir a estos lugares concurridos, no me sentiría cómoda.
- Nunca has estado allí, ¿cómo puedes saber si no te gusta?
- Lo sé, eso es todo.
Escucho la voz de nuestro amigo en común: Rodrigo
- hola chicas por qué siguen en el baño, apúrense que sino nos perderemos los mejores asientos.
- Ya vamos, sólo ten paciencia, está bien.
- ¡¡¡papá!!! ¿Cómo lo encuentras Rodrigo?
- Esta minifalda es magnífica y te sienta genial.
- Gracias Rodrigo, qué lindo.
- Entonces, ¿podemos irnos?
- Sí, podemos ir.
Bajamos del piso donde se encuentra nuestro dormitorio, tomamos el auto de Rodrigo, el club no está muy lejos. Llegamos rápido, son las 23.30, el box está lleno, buscamos un buen lugar para sentarnos. Rodrigo sale para traernos una bebida. La música está alta, demasiado alta para mí, pero es muy bailable.
el ambiente es bueno, después de unas copas decidimos ir a bailar
- Vamos, Sibelle, sé que te gusta esta canción.
- Vamos
Nos movemos por la pista de baile al son de la canción de Kenzy Girac: pasito.
Siento dos manos en mis caderas y un hombre presionando mi trasero.
Hay que decir que tengo un trasero enorme, que siempre llama la atención, pero ahora no me interesan los hombres prefiero dedicarme a los estudios. La gente me dice que soy muy bella, pero yo creo que la belleza es subjetiva.
Vengo de una familia de dos hijos: mi hermana pequeña y yo. Somos muy religiosos en la familia. Mis padres, desde pequeños, nos inculcaron valores morales: tener el temor de Dios, amar al prójimo, no desear el mal a nadie aunque sea tu enemigo. Crecí en este ambiente de alegría y devoción.
Conozco a Andréa desde la primaria, ella es un año mayor que yo, es extrovertida, muy divertida, siempre me pide que salga de mi zona de confort.
Nos movemos en la pista de baile, me uno a nuestra mesa para saciar mi sed. Antes de volver a bailar, quién lo diría, me encanta bailar y me encanta el ambiente.
- Para alguien que no quiso venir, te estás divirtiendo.
Estoy un poco borracho, me siento frente a ella sonriendo,
- Me encantaba bailar, deberíamos venir más seguido.
- Eso no sería un problema, volvemos el próximo sábado dijo Rodrigo quien viene a acompañarnos acompañado de un hombre musculoso.
Le gustan los que tienen muchos músculos. Rodrigo es gay, sus padres, hombres ricos, lo repudiaron por sus inclinaciones hacia los hombres, su padre lo llama cobarde. Siguen el mismo circuito que nosotros, es decir contabilidad y gestión, en esta universidad gracias a una beca.
Salimos del club contoneándose, Rodrigo nos dejó atrás, se fue con el Sr. Músculos.
- Qué hacemos ahora ?
- vamos a caminar, no está tan lejos del campus.
- Pero no quiero caminar.
- No tienes elección, no hay más taxis en este momento. Venir.
Comenzamos a caminar, lentamente, a un paso del campus, un vehículo llega a gran velocidad y frena bruscamente delante de nosotros, bloqueándonos el paso. Salen tres hombres armados, nos recogen y nos arrojan al vehículo.
Me orino encima, tengo mucho miedo, Andréa, intenta resistirse pero nos ponen trapos empapados en un producto en la nariz.
Y es completa oscuridad.
Me despierto encadenado en una celda.
¿Qué pasará con nosotros? Mis padres no se enterarán pronto de que estoy desaparecido, llamo dos veces por semana. ¿Y Rodrigo? ¿Se dará cuenta de que hemos sido secuestrados? Señor, por tu gracia ayúdanos.