Capítulo 5
- ¿ Cuántos años tienes? -
- Veintiséis... ¿y tú? ¿Puedes al menos revelarme esto? -
- Tengo veintiocho años - Respondo con la verdad esta vez.
- ¿ Hay algo más que quisieras contarme sobre ti? -
- No hay mucho que decir, en realidad... -
- Bueno, podrías empezar explicándome por qué terminaste en mi habitación para empezar... -
- Ya te lo dije, es complicado... solo debes saber que puedes confiar en mí, no soy una persona maliciosa y no pretendo lastimarte de ninguna manera... -
- No sé por qué pero confío... No te habría permitido quedarte si no hubiera sido así... -
- Y te lo agradezco... -
- Tal vez solo soy un tonto imprudente... -
- No lo eres para nada, eres bueno y generoso... -
- Ser demasiado bueno no siempre es una ventaja... -
- Para mí lo es... - Respondo.
- ¿ Quieres visitar Seattle esta noche? No estoy de servicio y podríamos darnos una vuelta por la ciudad, si quieres... suponiendo que no lo sepas ya... la verdad, ni siquiera sé cuánto tiempo llevas aquí... -
- No conozco la ciudad... y estoy muy feliz de ir contigo a visitarla... -
- Perfecto, entonces me cambiaré y podremos salir… - exclama, luego me da la espalda y desaparece de mi vista.
No sé en qué lío me estoy metiendo pero de una cosa estoy seguro... Me gusta bastante esta chica humana...
Valentina
Después de ponerme un par de jeans cómodos y una blusa ligera, salgo de casa con Oscar a cuestas. Él también se ha cambiado de ropa y lleva los zapatos nuevos que compramos juntos.
- Entonces, si nunca has visitado Seattle, primero no puedo evitar mostrarte la Aguja Espacial... - Afirmo mientras me preparo para abrir la puerta del auto.
- ¿ Eso es? -
- ¿ En serio nunca has oído hablar de eso? -
- No lo creo... -
- Es una torre simbólica de la ciudad, tiene unos metros de altura y desde su cima se puede observar el horizonte de Seattle, por ejemplo... y no sólo eso, ofrece un paisaje nada menos que impresionante, en En resumen, es absolutamente necesario verlo... -
- Está bien... - Oscar finalmente asiente y yo estoy cada vez más confundido, tengo que admitirlo.
Casi parece que vivió en otro mundo hasta hace poco y el hecho de que no me revele casi nada sobre sí mismo me irrita e intriga a partes iguales.
Una vez llegamos a nuestro destino compramos los billetes, o mejor dicho los compro para los dos, ya que él ni siquiera tiene cartera, tras lo cual nos subimos a uno de los ascensores de alta velocidad, que en unos segundos tarda en llegar. Nos llevamos a la cima, hasta el famoso mirador. En mi opinión, la vista desde la Space Needle es algo que debería verse al menos una vez en la vida.
Subimos al último piso, mi favorito, y me pierdo admirando el paisaje que tengo delante junto a Oscar, que parece haber perdido definitivamente el uso de las palabras. Giro para mirarlo y lo veo completamente absorto en sus pensamientos.
- ¿ Te gusta? - le pregunto.
- Es fantástico... -
- Lo sé, siempre tiene este efecto la primera vez... ¡Subiría allí todos los días! - exclamo.
- ¿ Quieres que te tomemos una foto? - Le propongo sin pensar y él asiente.
Saco mi teléfono del bolso y me tomo una selfie con Seattle detrás de nosotros.
- Eso es... Supongo que ni siquiera llevas un celular contigo... - Deduzco.
- Imagínate bien... - me confirma mientras estamos sentados en uno de los particulares bancos de cristal.
- ¿ Entonces también perdiste todos tus documentos? -
- En cierto sentido... - se mantiene vago, como siempre.
- Entiendo... -
El viento nos revuelve el pelo y no puedo evitar reflexionar sobre lo absurdo de esta situación; Está claro que Oscar me está ocultando algo y me pregunto si realmente estoy tomando la decisión correcta al confiar en él.
- Sé que te estás haciendo preguntas... - afirma.
- A lo cual nunca recibiré respuestas… así es, ¿no? - pregunto y su silencio me hace entender que tengo razón.
- Me gustaría poder hablar contigo libremente... pero no puedo... - afirma poco después.
- Vale, me rendiré... No sé a ti pero a mí me empieza a dar un poco de hambre, ¿te apetece una pizza? - Le sugiero.
- Por supuesto... -
Oscar
Luego de estar en compañía de Valentina en lo alto de una asombrosa torre desde la cual pudimos admirar una vista impresionante de toda la ciudad, la sigo por las calles del centro de Seattle, hasta llegar a nuestro destino. Nos sentamos en una mesa apartada y pedimos nuestra cena. No tengo ni la más mínima idea de qué es esta famosa pizza que vamos a comer, ni a qué sabe pero, por razones obvias, evito mencionarla.
Después de ser atendida, trato de imitar a Valentina sin llamar demasiado la atención. La miro mientras toma los cubiertos en sus manos y comienza a cortar la pizza en el plato frente a ella. Corta una primera rebanada y luego se la lleva a la boca con las manos.
Instintivamente mis ojos se posan en sus labios, que se abren para recibir la comida, luego de lo cual la mastica con gusto e imagino que está haciendo algo completamente diferente con esos labios. Mi polla se mueve instantáneamente entre mis piernas y de mala gana aparto la vista de la escena.
- ¿ No estás comiendo? - me pregunta, mientras se lleva un segundo trozo a la boca.
- Sí... - Me apresuro a responder, llevándome un trozo a los labios también y debo admitir que el sabor no es realmente malo.
- Aquí hacen la mejor pizza de todo Seattle... Me encanta la pizza y vengo aquí a menudo con Yasmin... -
- Tienes razón, está muy bien... - Confirmo.
Después de la pizza, por consejo de Valentina, también tomamos un postre, llamado tarta de queso. Mientras lo prueba, una pequeña porción permanece en la comisura de sus labios e instintivamente me preparo para retirarla; Extiendo la mano en su dirección y limpio el pastel de su labio con mi pulgar. Ella me mira inmóvil e incluso parece contener la respiración. Le devuelvo la mirada y nos quedamos así mirándonos durante unos segundos interminables.
Todavía tengo mi pulgar sobre sus labios, que están ligeramente abiertos. Joder, las ganas de apoderarse de esos fabulosos labios se vuelven cada vez más poderosas pero pronto nos vemos obligados a separar la mirada; el chico que nos atendió hace un momento volvió a preguntarnos si queríamos algo más y me daban tantas ganas de gritarle que de momento solo desearía que desapareciera y nos dejara en paz otra vez.
Retiro mi mano mientras Valentina responde cortésmente que estamos bien tal como están. Poco después nos levantamos y salimos de la habitación. Ya ha oscurecido y Valentina me pregunta:
- ¿ Prefieres regresar o dar otro paseo? -
- Caminemos... -
Llegamos así a un bonito sendero que, siguiendo la costa, permite caminar disfrutando de la vista hacia la bahía. De vez en cuando te encuentras con una pequeña playa, con césped verde y bien cuidado y rascacielos detrás.
Esto último sólo lo había visto en unos pocos libros y debo admitir que ver todo esto en persona me produce cierto efecto. Los humanos somos mucho más modernos y tecnológicos que nosotros los aruxianos, de esto no hay duda...
Caminamos en silencio uno al lado del otro y de vez en cuando nuestros brazos se tocan.
- ¿ Tienes novio? - le pregunto, curiosa.
- No... ¿y tú? ¿No puedes revelarme esto tampoco? -
- No estoy comprometido... - Estoy diciendo una verdad a medias.
Poco después nos sentamos en un banco y nuestras miradas se vuelven a encontrar.
- Eres muy hermosa... - dejé escapar.
- Gracias... - exclama avergonzada al no poder sostener más mi mirada.
Ella baja los ojos, pero rápidamente agarro suavemente su barbilla con dos dedos y la obligo a levantarla, haciendo que sus ojos vuelvan a los míos. Poco después bajo mi mirada a sus labios y ella inconscientemente se muerde lentamente el labio inferior, lo que definitivamente hace que mi cerebro caiga en picada.
Tengo que besarla y tengo que hacerlo lo antes posible.
Lentamente acerco mi boca a la de ella, todavía sosteniendo su barbilla con mis dedos y, cuando estoy a un suspiro de sus labios, coloco los míos delicadamente sobre ellos.
Ella no se aleja, así que aprovecho la oportunidad para intensificar mi beso. Lamo el contorno de su labio inferior y luego lentamente me acerco a su boca. Ella abre más los labios para darme la bienvenida y me devuelve el beso. Nuestras lenguas comienzan a deslizarse una sobre la otra en una danza sensual y la suya parece tener la consistencia del terciopelo. Además su sabor mezclado con su aroma es algo indescriptible… y además altamente erótico, te lo aseguro.
Los dedos de mi mano todavía están firmemente en su barbilla mientras que con los de la otra estoy agarrando firmemente el respaldo del banco detrás de ella. Es inútil describirles cuál es la situación allí abajo.
Mientras tanto el beso es cada vez más intenso e impetuoso y temo seriamente poder explotar en cualquier momento. Besar a Valentina es como sentirme abrumado por un tornado de emociones a la vez y nunca me separaría de esos labios perfectos.
Nuestra respiración se vuelve cada vez más rápida y nos separamos por un momento, el tiempo suficiente para recuperar el aliento y solo en ese momento me doy cuenta de que se ha creado un ligero vórtice de aire a nuestro alrededor que mueve su largo cabello.
Apoyo mi frente contra la suya mientras el vórtice de aire se va desvaneciendo poco a poco y exclamo, sin aliento:
- Creo que lo mejor es que nos levantemos de este banco... -
- Sí... Yo también lo creo... - Asiente Valentina, metiéndose un mechón de pelo detrás de la oreja.
Así que nos dirigimos de nuevo hacia su coche y ella permanece en silencio, evitando deliberadamente mi mirada.