Capítulo N° 5 El Día Siguiente
Amanece un nuevo día… ¡El día siguiente! Son las seis de la mañana, y se despierta Nahim; se sorprende al ver la hora, como era posible que se quedara dormido, si se suponía que la iba a cuidar a Dorian, que iba a velar su sueño hasta que despertara y asegurarse que estuviera bien. Voltea y no la ve en la cama. Se lleva las manos a la cara, a la cabeza. Está y siente como si se lo hubiese llevado un camión por delante.
De repente reacciona y se levanta de la cama como si hubiese sentido un pinchazo. Aún está vestido con las ropas de la boda; estaba tan agotado que no tuvo tiempo de ducharse y ponerse el pijama. Se dirige hacia la puerta, la abre y corre por todos lados buscando y llamando a Dorian.
—¡Dorian, mi amor, mi princesa! ¿Dónde estás? —Lleno de angustia, exclama: —¡Por favor, por favor, que no se haya ido, que esté en casa, que esté en casa!
Terminando el recorrido, la encuentra por la parte de atrás de la casa, en un lugar espectacular, con plantas coloridas y flores perfumadas, convirtiéndolo en un sitio adecuado para meditar, para relajarse. Y eso era lo que a ella le hacía falta, ¡pero mucha falta! Él se la queda mirando sin decir nada; no le diría nada, ya era más que suficiente contemplarla y saber que estaba bien y que estaba en casa; ¡no se había ido! ¡No lo había abandonado!, y estaba feliz por eso.
Dorian lucía hermosa como siempre, allí sentada sobre una alfombra en posición de yoga, vistiendo ropa ligera y cómoda, con los pies descalzos, relajada, meditando, muy concentrada en su rutina, y por esta razón no se percató de que su esposo la llamaba angustiado. Ella permanece así por mucho tiempo, alejada del mundo exterior, sumida en su “yo” interno.
Nahim regresa en silencio hacia la habitación para ducharse y cambiarse de ropa. Dorian despertó a las cinco de la mañana; durmió nueve horas aproximadamente. Abre los ojos y se percata que aún está vestida con el traje de novia, siente mucho dolor en el cuerpo y le duele la cabeza.
Se levanta poco a poco para no despertar a su esposo, y empieza a recordar todo lo que le pasó el día anterior, entra al sanitario, cierra la puerta y le pasa el seguro, y acto seguido, se despoja de sus ropas, dejando entrever sus hermosas curvas, sus bellos senos y sus caderas incitadoras al pecado.
Prepara la bañera con agua caliente y sales perfumadas, se cepilla los dientes y se recoge su linda cabellera para colocarse un gorro; acto seguido, se introduce en la bañera para relajarse durante media hora. En ese tiempo trató de recordar los bellos momentos vividos con Nahim antes de casarse.
Recuerda sus paseos, sus besos, sus abrazos, sus “te amo mi princesa”, cuando montaban a caballo en la hacienda, sus llamadas a las siete de la mañana, para saber cómo amanecía, sus llamadas al medio día invitándola a comer o a cenar, o para ir a la disco, o a la tasca de su amiga Sofía.
Son muchos los momentos gratos junto a Nahim, pero aun así, no puede borrar de su mente lo sucedido el día anterior. ¡Cómo olvidar algo tan grotesco y vulgar!
—Lo que falta ahora, es que también me haya estado engañando con otras mujeres, o que tenga algún otro secreto guardado. ¡Ya no sé con quién me casé!
Sale de la bañera, se seca, se viste deportivamente cómoda, para ir a meditar, a practicar yoga. Cuando está lista, sale del dormitorio y se dirige a la parte de atrás de la casa.
Nahim ya está listo para realizar una pequeña caminata con su mascota “Deby”. Se dirige a la casa del perro, un precioso cachorro, que adoptó después de haberlo atropellado. Siempre recuerda ese desagradable momento: lo toma y se lo lleva a un veterinario; pero no a cualquier veterinario. Se lo lleva a Gustavo a su clínica veterinaria, y gracias a eso, hoy en día está casado con su princesa.
Recuerda que al entrar a la clínica, lo recibe Dorian. ¡Despampanante, mujer! Al verla se quedó paralizado y hasta se le olvidó la emergencia que lo llevó a ese lugar.
—¡Hey! ¡Señor, señor! ¿Qué le sucedió a su canino?
Nahim se sorprende, —¡ah, sí, sí! Es mi mascota que lo atropellé sin querer, ¡por favor sálvelo, señorita! ¡Yo no sé qué haría si mi mascota se muere! Yo tengo la culpa, me descuidé y no lo vi.
Dorian lo conduce al consultorio y le indica que lo acueste en la camilla. —Tranquilo, ya viene mi padre que está atendiendo otra emergencia. Hoy es el día de las emergencias caninas. ¿Cómo se llama?
—Nahim, Nahim Smith, ¡mucho gusto! ¿Con quién tengo el honor?
—Con Dorian; pero disculpe, me refiero a su mascota.
—¡Ah¡ perdón. Se llama… “Deby”, si, se llama Deby. Lo atropellé accidentalmente, ¡y no quiero que muera, por favor! Yo pago lo que sea, pero ¡sálvenlo!
Entonces aparece su padre y lo revisa, lo interviene de emergencia, y todo ese tiempo, como dos o tres horas, no sabe cuánto; estuvo allí fingiendo que era su mascota, por el solo hecho de estar al lado de esa preciosa chiquilla, que lo impactó desde el primer momento.
—Debe tener paciencia, tranquilícese señor Nahim, su perro se salvará, creo que lo que tiene no es tan grave y sanará, ¡claro que sí! Está en manos de mi padre y él tiene mucha experiencia como Veterinario. ¡Si lo sabré yo!
Nahim saca al cachorro de su caseta. Él se la mandó a construir, porque desde el momento que conoció a Dorian, él se prometió amar a esa linda mascota que se le atravesó para que lo atropellara. Lo abraza y le da un beso y juguetea con su pelaje, mientras le pregunta que como amaneció, que si está bien, y que llegó la hora de salir a dar un paseo.
Le coloca la cadena y sale con Deby a su acostumbrada caminata. Nahim siempre habla con la mascota mientras caminan y lo deja hacer sus necesidades:
—Bueno Deby, recuerdas que hace unos días te prometí que hoy saldríamos con una acompañante, mi esposa, pues, hoy no pudo ser, pero en algunos días puede que sí, te lo prometo. Creo que te llevarás muy bien con ella, porque le gustan los animales, ella es muy dulce. Ya te he explicado que cuando te atropellé, ella estuvo todo el tiempo conmigo consolándome porque le hice creer que tú eras mi mascota. Pero desde ese instante, sentí que de verdad lo eras, y me prometí adoptarte. Espero que tú me ames como yo aprendí a amarte y a cuidarte.
En la hacienda de los Carvajal, los padres y el hermano de Dorian se preparan para llamarla, sienten que es una imprudencia, pero ya no aguantan tanta incertidumbre. Marcan su número y esperan respuesta:
—¡Alo! Buenos días, madre, ¿qué sucede? ¿Cómo están? —Dorian está a la expectativa, no sabe qué pensar.
—No hija, tranquila. ¡Estamos muy bien! Solo queríamos darte nuestra bendición y saber cómo amaneciste. —Responde Alicia, que ha activado el altavoz.
—Sí hija, eso es. Estamos bien, no te preocupes. —Recalca Gustavo.
—Hola, hermanita, estamos bien y queremos saber cómo están tú y Nahim. —Añade Camilo.
—¡Ah! ¡Gracias a Dios! Me asusté, creí que había pasado algo. Tranquilos, estoy bien, muy bien. —Responde Dorian, suspirando.
—¿Y… Nahim? —Pregunta Alicia.
—¡Él está bien! Está duchándose y yo aproveche para meditar un poco, mamá. Tú sabes que me gusta mucho meditar y ejercitarme, practicar yoga, y ahorita lo necesito mucho.
—Está bien hija, me alegro que todo esté bien. No te quitamos más tiempo. Adiós y Dios te bendiga.
Al terminar la llamada, los Carvajal se sienten un poco más tranquilos, pero siguen pensando que hay algo que no cuadra. Alicia arruga el ceño, mientras piensa que en plena luna de miel, como va a tener tiempo su hija, para meditar y relajarse, cuándo debería estar metida en la ducha con su marido, disfrutando de las mieles del amor, saciando sus deseos reprimidos por tanto tiempo. Eso sucedió cuando se casó con Gustavo, no querían salir de la habitación, ¡amándose hasta el cansancio!
Nahim regresa de la caminata de media hora con Deby. Eso es algo que disfrutan los dos, y lo hacen cada vez que Nahim está con disposición de tiempo. Parece increíble, pero recién casado, y está haciendo cosas muy distintas a las que tenía planificado. Lo despoja de la cadena y lo encierra en su caseta, y va a la cocina a buscar su desayuno.
Cuál fue su sorpresa, cuando se encuentra a su princesa preparando desayuno para dos. Nahim no pudo contenerse y corrió a abrazarla y a besarla apasionadamente, y le ruega que lo perdone, que ya aprendió la lección, que no volverá a suceder. Que le promete ser el mejor esposo del mundo.
En ese momento sonaba arrepentido y creíble lo que decía, por eso, ella le permite que la acaricie, que le quite la sudadera y tome sus pechos en sus manos y los bese, y se introduzca los pezones a su boca, y al mismo tiempo introduce sus manos en su ropa interior y la ruede con el pantalón de tela suave y ancho para más comodidad. La toma entre sus manos y la sube al mesón de la cocina donde están colocados los desayunos, pero no sin antes tirarlos al piso para que no estorben. El procede a bajarse el mono y ella ansiosa, le quita la sudadera, y así desnudos los dos, ella le suelta el balde de agua fría.
— ¡Lo siento! —Y sin decir nada más, lo aparta y se baja del mesón, recoge su ropa y se aleja hacia la habitación, ante la mirada estupefacta de Nahim, que se ha quedado con la boca abierta y los ojos como huevos estrellados. No podía creer lo acontecido; le tocaba darse un baño de agua fría.
Ya en el cuarto, Dorian decide ducharse porque ella también quedó muy excitada y húmeda. Mientras tanto, las imágenes de lo sucedido regresan a su mente como una película, y ella sacude fuertemente la cabeza como ordenándole que pare.
— ¡Ya basta! No, Dorian, no puedes flaquear, tú lo amas y lo deseas, pero estás traumatizada, no lo puedes perdonar así, tan fácilmente. Estoy indignada. No sé cuándo se me va a pasar. ¡Si es que puedo perdonar!
Nahim, recuperado de la sorpresa que le tenía Dorian, regresa a la habitación en el momento que su esposa sale del baño. Ella actúa como si no lo vio y él mientras tanto la observa con el deseo a flor de piel, pero no puede hacer nada. Ni modo que intente tomarla a la fuerza; eso está descartado, no puede cometer el mismo error dos veces.
Dorian sentada frente al espejo, con una toalla cruzada cubriéndole el cuerpo, toma una crema para aplicársela en la cara como si nada estaba pasando. Nahim da media vuelta y se va al baño, se da una ducha con agua fría, se seca y se deja el cabello alborotado sin peinar. Se le acerca a Dorian que está acostada, haciéndose la dormida. Él la contempla con un brillo en los ojos y acerca su mano tratando de tocarla, sin decidir donde posar la mano, con temor de que lo rechace nuevamente. Se levanta, termina de vestirse y sale de allí a preparar algo de comer.
Sofía decide no ir a la agencia ese día, luce desaliñada, se la ha pasado tomando licor; despechada y muy molesta por el desprecio que le hizo Nahim, maquina la forma como se va a vengar, quiere hacerle algo que le duela, y todo gira alrededor de Dorian. Sonríe al imaginarse lo que puede hacerle para tener a Nahim en sus manos.
Nahim recorre los pasillos, mientras piensa que hacer para que su princesa le perdone la burrada que cometió. Llega a la cocina y se dispone a hacer algo rico para demostrarle lo arrepentido que está. Prepara una bandeja con alimento para los dos y la adorna con flores que toma de su jardín y se dirige muy emocionado a la alcoba.
Entre tanto, Juan Luis se encuentra en su oficina caminando de un lado a otro como animal enjaulado. Toma su teléfono y hace una llamada, ya está desesperado y quiere saber del paradero de su amada Dorian.
—¿Cómo estás? Por favor necesito que vengas a mi oficina, tengo otro trabajo para ti. Necesito que me investigues el paradero de una dama; ven y aquí te explico mejor.
