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Capítulo 2

Era jueza. Jueza federal. Y a los veinticinco años, una de las juezas federales más jóvenes de todo Estados Unidos. ¿Cómo llegó tan lejos tan rápido? Trabajando incansablemente, por supuesto, pero claro, ser hija de un Francisco tiene sus ventajas. Hija del señor Francisco, dueño de una multimillonaria industria editorial de periódicos. Para el mundo exterior, cuando la veían, era una joven de aspecto inocente, bondadosa, morena de ojos marrones, que adoraba sonreír, con una altura, figura y complexión perfectas; era la protegida ideal en el trabajo. Pero pocos sabían que era un arma letal. Que todo era una farsa. Tenía los ojos más verdes que se puedan imaginar, tan brillantes que era lo primero que llamaba la atención, y para no destacar demasiado, empezó a usar lentes de contacto marrones incluso antes de entrar a la facultad de derecho; así que, para el mundo exterior, tenía los ojos marrones, pero muy pocos sabían que en realidad eran verdes. Para el mundo exterior, era morena, pero en realidad era rubia natural con las puntas doradas. La combinación de su cabello, ojos y rostro era absolutamente deslumbrante e irresistible. De joven, se sentía abrumada por la constante atención que recibía debido a su extraordinaria belleza, similar a la de una historana, y deseaba con desesperación parecer normal. Por eso, cambió su apariencia tiñéndose el cabello de negro y usando lentes de contacto. Ahora, se alegraba de que su yo joven hubiera tomado esa decisión tantos años atrás. El disfraz le fue de gran ayuda. El comerciante... no. Su organización comercial era popular, pero nadie podía asociar un rostro ni un nombre al líder de la organización.

Ella era la responsable de todo lo relacionado con la ley en la organización. Si surgían problemas... o si preferían evitarlos... ella lo controlaba todo. Tenía información confidencial sobre casi todos los policías y jueces, información que podría haberlos encarcelado durante mucho tiempo. Prácticamente tenía la ley bajo su control.

♥. ♥. ♥. ♥. ♥. Ella había fundado esta organización paralela, creando su alter ego, hacía siete años, tras la muerte de su hermana menor, Winifred. La hermana más cercana a ella. La única que de verdad la entendía. Quedó inconsolable y juró no volver a ser débil ante un enemigo. No volvería a ser incapaz de proteger a quienes amaba. Rankov Zamani. El magnate multimillonario que había asesinado a su hermana pequeña. Se había convertido en jueza para tener el derecho de procesarlo... como correspondía. Pero hasta el día de hoy, no había encontrado ninguna prueba incriminatoria contra él. Impoluto. No podía encontrarlo. Su equipo podría haberlo eliminado fácilmente, pero la muerte era demasiado fácil para ese maldito. Necesitaba que primero sufriera en la tierra, que el mundo entero se volviera contra él, que lo arruinara hasta el punto de que no pudiera ni comprarse un traje y, cuando eso estuviera hecho, que muriera de la forma más dolorosa imaginable. Sobre este fundamento se construyó Vivman. Una venganza dolorosa, cruel y fría. Ese era el objetivo de su vida.

—Vale , sé que es normal que estés absorto en tus pensamientos. Tu espíritu tiende a desaparecer cuando más se te necesita. Pero esto es demasiado tiempo, incluso para ti. Han pasado más de treinta minutos y no das señales de que vayas a reaccionar. Así que, si no te importa que te pregunte, ¿cuánto tiempo más esperas que esperemos? —preguntó Ethan con un brillo de risa en los ojos.

—¿Qué ?... ¡Oh! Lo siento. Yo solo... yo solo... —dijo Viv, saliendo de su ensoñación.

—Está bien. Esto es normal en ti, ¿recuerdas? Ethan tenía razón. Casi no hay un solo día en que no te quedes pensando delante de nosotros —dijo Flick, suavizando su expresión, la más parecida a una sonrisa que jamás había mostrado... o al menos delante de ella.

—Convocaste esta reunión para contarnos algo. ¿Nos dirías ahora de qué se trata? —preguntó Aaron, riéndose abiertamente de su evidente vergüenza. Ella se sonrojó intensamente, preguntándose por qué siempre se quedaba en las nubes delante de ellos. Pero supuso que sabía la respuesta. Eran como de la familia. Esos seis tipos. Por eso podía bajar la guardia con ellos y desconectar. Habían pasado por las buenas y por las malas juntos. Pero, sobre todo, ellos también la conocían. A ella de verdad.

—¿Te acuerdas de nuestra clienta diamante rojo de hace cinco meses? —preguntó Viv en voz baja.

¿ El nerd sexy de seis pies? Y, ah, ¿ya mencioné que es sexy? Si fuera gay, que por supuesto *sollozo* lo soy, me lo tiraría sin dudarlo. Excepto que no lo es. Gay, quiero decir ... —Cole terminó encogiéndose de hombros, dejando entrever su acento inglés en cada palabra, mientras comenzaba a limpiarse los dientes con su bolígrafo.

—Todos lo recordamos, Viv —respondió Ethan aflojándose la corbata y apoyando las manos sobre el escritorio.

—Bueno , llamó esta mañana y dijo que teníamos que acelerar el proceso y que el diamante rojo le llegara antes de que terminara la semana —dijo en voz baja, escrutando sus ojos, observando, esperando alguna señal de reacción.

—¿Y qué le dijiste cuando te lo preguntó? —preguntó Nath.

—Bueno , le dije que consultaría con mi equipo antes de tomar cualquier decisión precipitada. Además, ya han pasado cinco meses… —Su voz se apagó.

—Viviana , había una razón por la que hicimos un cronograma de siete meses. Había una razón por la que le dijimos al señor Nygma que necesitábamos siete meses para conseguirle esos diamantes rojos —dijo Ethan, con el rostro transformándose instantáneamente en uno calculador.

—Conozco a Ethan —respondió ella en voz baja.

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