Capítulo 3
Al fin y al cabo no ha sido una gran idea venir con un vestido corto de tirantes. Por suerte mamá no dijo nada por el pronunciado escote ni por el largo del vestido, tal vez que esto es demasiado corto para mí.
Teniendo en cuenta que esta era una fiesta de gala, quizás por eso me sentía tan fuera de lugar, tan perdida e incomprendida, ni a mi madre ni a Anna les cuesta encajar, la falsa sonrisa que mi madre regala a todas las personas que se acercaban a ella y mi padre.
Era realmente creíble y cualquiera que no la conociera pensaría que era la dama perfecta. La mujer tiene cabello rubio, buen gusto por la moda, ojos verde claro, labios carnosos, pero no es sumisa. Es cierto que muchas veces trata de controlarse, pero cuando explota es una criatura para la vista, su lado agresivo estalla y consume todo a su paso. Creo que es una especie de psicópata o sociópata, no sé cuál, tal vez ambos, pero cuando entra en éxtasis. Es realmente peligroso, no sucede a menudo, nunca sucede porque de alguna manera. George logra controlar sus demonios, pero mis demonios no pueden, los amo, por supuesto, mamá nunca me vio en el momento de la destrucción, ni siquiera sé que estoy allí y la verdad es que él no. Tengo que culpar, pero no lo hago, me detuve hace años y luché contra el diablo, solo me comuniqué con ellos, tal vez fui yo, fue lo mejor que pude hacer en mi vida.
Siempre me pregunté cómo hubiera sido si hubiera nacido en una familia más humilde, tal vez no sería tan orgullosa, egocéntrica, tan confiada en mí misma, tal vez hubiera sido una chica insegura, tímida, seguramente a estas alturas ya habrían roto mi negro corazón, siendo sinceros, me gusta ser como soy, no cambiaría nada de mi vida, tal vez cambiaría algunas cosas de mi niñez, pero realmente no me gustaría hacerlo.
– ¿Qué hace una mujer tan guapa, sola?
Sonrío al reconocer esa voz, esa irritante y familiar voz, siempre utiliza las frases más trilladas para ligar, no ha cambiado nada, Ander Cooper, sigue tan guapo como lo recordaba, alto, cabello castaño claro peinado hacia arriba, en punta, cara alargada, labios delgados, ojos verdes grisáceos o algo por el estilo, viste con un caro traje negro, con corbata por supuesto, siempre tan correcto y tan... Bueno, tan él, su mirada no es amistosa, tal vez se deba a que le rompí el corazón, y aunque no me enorgullezco de eso, no puedo decir que me arrepiento porque no lo hago y al parecer él tampoco me guarda rencor, o eso creo.
– Vaya, vaya mira ahí la perra Claudia por fin sentó cabeza.
No, definitivamente no tengo rencor, extrañada, ¡Dios! No entiendo cómo eso puede ser tan malo, pero sus insultos no me golpearon mucho, y sabía por qué me acerqué, y estaba en ambos lados, de una distancia, por supuesto, lo que ha hecho aquí, ¿qué ha hecho aquí, qué hizo?
– Ander , yo...
Me silenció con una gran nariz un segundo después, lo cual agradecí porque no sabía lo que estaba tratando de decir.
– No me digas que lo sientes porque malditamente no lo haces.
Casi gruñó, no, esperen, si lo hizo y maldición, se ven tan sexy, no debería pensar eso, pero diablos!, es que no entiendo como no se hizo más feo, haría las cosas más fácil.
–Así que... Quién es el bastardo desgraciado que consiguió llevarte al altar – pregunta mirándome otra vez.
Esos ojos, esa mirada dulce, ahora enfadada, siempre me gustaron, si, probablemente tengo una rara debilidad por los ojos claros, no lo sé.
–Yava... ¿Qué?
Fruncí el ceño al terminar de procesar su pregunta, con clara irritación coge mi mano y la eleva a la altura de mi cara señalando lo obvio, el anillo, el maldito anillo, no me lo había quitado, ¿por qué? No lo sabía, tal vez solo se me olvidó, sí, úlFabricioamente he estado algo despistada, distraída.
En lugar de esperar una respuesta, suéltese, parece frente a usted, meta su cuerpo en la cárcel, ponga sus manos en las rejas y acerque lentamente su rostro, uno a cada lado del cuerpo. ¿No puedes evitar inhalar ese aroma? ¿Huele a chocolate? Es un poco dulce, pero ahora puedes morir de diabetes.
-Todavía no sabes lo que significa dedicación-Casi lo toca y susurra a mis labios.
Abrí los labios esperando un beso que nunca llegó, pues de un momento a otro ya no se encontraba en mi campo de visión, había desaparecido y un extraño presenFabricioiento se instaló en mi pecho haciéndome fruncir el ceño.
–Intentar besar a la mujer de tu hermano, eso está mal hermanito.
Esa voz... esa voz ronca y malditamente sensual, todo mi cuerpo se tensó, no podía ser él, debe haber millones de hombres que tenían la misma voz que él, pero no me di la vuelta para averiguarlo.
Al contrario, Ander observó evitar mirar al hombre que está a mi lado a los ojos, y tuerce las comisuras de su boca en dos, una sonrisa divertida, hasta que finalmente suelta una fuerte carcajada, así que temo que los invitados lo escuchen.
– Hey , Jack – murmuró negando con la cabeza, confirmando mi temor – no tienes la más mínima idea de la joyita que tienes como esposa – se burla.
Sé por qué dice esto, pero no me importa lo que diga. Se dice lo peor de mí. No me molesta. Quiero la opinión de una persona enojada, pero definitivamente es un idiota.
– No te preocupes, pequeña zorrita – El tono fuerte y sensual una vez se había desvanecido a azul en su mirada mientras tomaba mi barbilla y me obligaba a mirarlo. Era tan profundo que era como si me estuviera mirando. Mi fantasma se agacha en su lugar. Pensé que me estaba volviendo loco.– he contratado la mejor abogada, solucionará nuestro problema – sonríe de lado, esa maldita sonrisa se queda grabada en mi cabeza, seductora y a la vez peligrosa – Creo que me he enamorado de mi abogado, todo un pibonazo – susurra como si fuera nuestro secreto.
No sé cuán diferente es eso de la ira fría e inmediata que envuelve mi cuerpo tembloroso, quiero golpear esa estúpida sonrisa sensual con un puñetazo, bastardo.
– Sabes que tengo curiosidad de saber quién es la pobre chica – sonrió alejándose de su toque – quisiera darle mis condolencias.
Si crees que puedes ponerme celoso, estás muy equivocado. No soy una mujer inútil, pero leo los periódicos. Sé lo que dicen de mí. Según las revistas de moda, soy la mujer más hermosa del país, y en el mundo soy la segunda y Angelina Jolie es la primera.
– Es mucho más guapa que tú, te lo crees demasiado Zara – sonríe con intención de dañar mi gran ego, intento fallido – Pero si tanta curiosidad tienes...vamos.
Dijo tomando mi mano y empujándome dentro. A veces trato de soltarme de su agarre, pero él me abraza fuerte y se detiene para saludar a algunas personas y me dice que sea su esposa. No sé por qué hizo eso, y pensando que le gustaba su maldito abogado y quería el divorcio, se detuvo en una pareja, pero como a mí le gusta decirle cosas a la gente. El corazón comienza a endurecerse, a temer lo peor, y nada bueno sale de ello.
- La pareja Dumas - Se dice que son una pareja de expertos, pacientes y que importan - Dile a sus esposas y esposas que huyan. ¿No crees que eso es malo? - Bromeó con una sonrisa.
Eso también, no me importa el final.