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Iba a subir al auto pero me bloqueó el camino.
- No tiene nada que ver con lo que pasó anoche me tranquilizas?
- Ninguno.
Me dejó pasar y dio la vuelta para entrar por su lado.
- Entonces, ¿qué está pasando? preguntó mientras salía del estacionamiento.
- Tengo pesadillas por la noche. Nada importante. ¿Qué hacemos hoy?
- Quiero llevarte a algún lado.
Le agradecí en silencio por no hacerme más preguntas.
- Dónde ?
- Eres demasiado curioso, sonríe.
- Está lejos ?
- Tu verás.
- Correcto.
Después de unos minutos de silencio, le pregunté:
- Por cierto, me preguntaba. ¿Cuál es tu nombre completo? ¿Porque es un diminutivo, supongo?
- Me preguntaba cuándo me ibas a hacer la pregunta, se rió.
- Entonces ?
- Florián. Pero no me gusta.
- Entendí, Florian, dije, sonriendo débilmente.
- No me llames por mi nombre de pila.
- Por qué ?
- Porque.
Es la primera vez que me habla con tanta frialdad, lo que realmente me sorprendió. Así que decidí no insistir.
- Como quieras.
Continuamos conduciendo durante unos minutos en silencio, luego estacionó junto a un pequeño río.
- Llegamos ! dijo alegremente mientras salía del auto.
Bajé a mi vez y lo seguí en silencio. Cruzamos un pequeño puente de hierro y caminamos por un pequeño sendero junto a los campos y el río.
-Cuidado que baja un poco- dijo tomando mi mano para ayudarme.
El contacto de su piel con la mía me hizo temblar por un momento.
- Guau ! Es muy bonito, exclamé cuando llegué.
- Es mi lugar, pero quiero compartirlo contigo, me dijo sonriéndome. Me gusta venir aquí para calmarme cuando estoy molesto.
- Entonces, ¿estás molesto allí?
- No, se ríe. Solo quería mostrártelo.
Se sentó en una piedra frente al río y yo hice lo mismo. Era solo un pequeño arroyo, protegido por varios árboles. El sol atravesó las hojas y se reflejó en el agua.
No hablamos mucho pero el silencio era agradable. No hizo ninguna referencia al beso de ayer, lo cual estuvo bien para mí porque me avergonzaría hablar de eso con él.
Descubrió este lugar hace unos años, mientras paseaba, después de tener una pelea con su padre. A menudo discutía con su padre cuando todavía vivía con él, pero en realidad no me dio ningún detalle y no le hice más preguntas.
Después de un tiempo, nos fuimos a casa ya que le dije a mi madre que estaría de vuelta a las cinco.
- Gracias por hoy, le digo cuando estaciona frente a mi casa.
- Siempre es un placer estar contigo, sonríe.
Se volvió hacia mí y me miró fijamente.
- Voy a ir. Gracias por traerme de vuelta.
- Espera, dijo, sujetándome por la muñeca. ¿Olvidas algo?
- Qué ? pregunté inocentemente.
Se inclinó hacia mí y besó mi mejilla. Sentí como si sus labios se hubieran quedado en mi mejilla por una eternidad. Me eché hacia atrás y lo miré a los ojos. Su mirada no es