Capítulo tres
El sábado y domingo pasaron normal, entre las súplicas de Britt para que la perdonara por lo del viernes y mi flojera de fin de semana.
Me encuentro terminado de arreglarme para salir al Instituto, gracias a Dios y a mi alarma, hoy no voy tarde. Cuando ya estoy lista bajo a la cocina para tomar mi desayuno, como siempre me encuentro a mis padres y los saludo.
Después de hablar unos pocos minutos con ellos, por fin me monto en mi auto para arrancar hacia el instituto, coloco un poco de música y emprendo mi viaje.
Al llegar busco un lugar en el estacionamiento, aparco y antes de bajarme reviso la hora.
7:40 am.
Buen tiempo.
Salgo del auto y me dispongo a caminar a la cafetería, por la hora sé que Britt aún no ha llegado, es muy floja para pararse temprano. Me siento en una mesa, después de comprar un café y me lo voy tomando mientras espero a que mi mejor amiga se digne en aparecer.
Observo que la cafetería esta vacía y para matar tiempo veo mi instagram, cuando siento que alguien se sienta en la mesa.
—Vaya, al fin te dignas en aparecer.— le digo a Britt.
—Oh, no sabía que me estabas esperando.— me dice una voz grave que definitivamente no era la de mi mejor amiga.
Levanto la mirada y efectivamente me doy cuenta de que no es Britt.
—Disculpa Matt, pensé que era Britt.— le digo con un poco de vergüenza.
—Tranquila, me lo imagine.— me dice con una sonrisa.
—¿Cómo has estado? ¿Cómo te ha ido estos primeros días?— pregunto.
—Muy bien, solo venía a saludarte y a darte esto.— dice dándome un papelito.
Se levanta y se va sin darme tiempo a responder o reaccionar.
Agarro el papel y lo empiezo a desdoblar, cuando voy a ver qué es un chillido me asusta y hace que suelte el papel.
—Hola mi querida y hermosa amiga, ¿Cómo estas?— me dice Britt agarrándome del brazo para comenzar a caminar hacia el salón.
—Bien, pero, ¿Por qué tanta energía? Si se puede saber.— le pregunto alzando una ceja.
—Nada amiga, hoy es un bello día y hay que aprovecharlo al máximo.— dice sonriente.
Entramos al salón y como siempre nos sentamos juntas, el profesor empieza su clase y trato de prestar la mayor atención posible, pero mi plan no sale muy bien que digamos, pues siento como alguien me observa, volteo disimuladamente y veo que ese alguien es Matt.
Él se da cuenta de que lo miro y me regala una sonrisa matadora, le hago seña para que no me mire, pero como la suerte hoy esta de mi lado, nótese el sarcasmo, el profesor me vio haciéndole la seña a Matt.
—Señorita Miller. ¿Tiene algo que decirle a la clase?— me pregunta con una ceja levantada.
—No profesor— le digo nerviosa.
—¿Es que acaso no le gusta mi clase Señorita Miller?— vuelve a preguntar.
—Si me gusta profesor.— respondo más nerviosa aún.
—Parece que no Señorita Miller, sálgase de mi clase, por favor.— dice.
Por eso odio a este viejo.
—Profesor, si la va a sacar a ella, debería sacarme a mí también. Yo la distraje de la clase.— dice Matt alzando su mano.
—Vaya, entonces los dos se salen de mi clase.— dice abriendo la puerta.
De mala gana agarro mis cosas y le hecho una mirada a Britt, quien me ve y empieza a subir y bajar sus cejas. Ruedo los ojos y terminó de salir sintiendo la mirada de todos.
Cuando salgo me encuentro a Matt al lado de la puerta, lo ignoro y sigo caminando.
—Hey, ¿estás molesta?— pregunta agarrándome del brazo.
—Uno, no me toques, apenas te conozco. Dos, no tendría porque importarte si estoy molesta o no.— le digo descargando mi molestia con él.
—Oye tranquila, ¿quieres un jugo? Yo invito.— me dice guiñando un ojo y dándose la vuelta.
Resoplo y ruedo los ojos, pero igual lo sigo. Entramos a la cafetería y nos dirigimos a la caja para comprar los jugos. Ya con nuestras bebidas en la mano nos sentamos en una mesa vacía.
—Oye discúlpame lo del salón, mi intención no era que te sacaran.— me dice un poco apenado.
—Tranquilo, fue mi culpa por no andar pendiente.— digo desanimada.
—Bueno... ¿Viste el papel que te entregué?— pregunta.
!Rayos, el papel!
Yo sabía que se me quedaba algo en la mesa temprano.
—En realidad no, esta mañana cuando llego mi mejor amiga me pego un susto de muerte y se me ha caído.— ahora la apenada soy yo.
—Tranquila, no te preocupes.— observa a otro lado.
—¿Qué decía el papel?— le pregunto intrigada
—Era mi número, pero si me prestas tu teléfono te lo puedo anotar.— me dice sonriendo.
—Claro, ya te lo presto.— respondo buscando mi celular.
Le paso mi teléfono y anota su número, el mismo se llama del mío, para tener mi número también.
—¡Listo! Nos vemos mañana Emm— dice levantándose, se acerca y me besa la mejilla.
Siento como me sonrojo solo con un toque.
Que vergüenza, debo parecer un tomate.
—¡Claro Matt! Adiós, nos vemos mañana.— le digo bajando un poco la cabeza para que no notara mi sonrojo.
Escucho como ríe y después la puerta de la cafetería cerrarse.
Ok, acabo de quedar en pena y como una adolescente enamorada.