CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 02
¡Estoy en un abismo sin salida!
Doy un disparo al tiro al blanco de color rojo y le atino, justo en el centro como desde un principio desde que llegué al campo de entrenamiento del abuelo Miguel. He estado de un genio que ni yo misma me soporto y creo que los estúpidos medicamentos que me recetó mi psiquiatra ya no me están ayudando.
Tengo tanta ira conmigo misma que vacío el cartucho del arma y los proyectiles salen disparados uno tras de otro sin cesar. Vuelvo a cargar el revolver para volver a desahogar mi frustración. He sido el hazme reír de toda Europa por culpa de Liam Nornan.
He querido ir a cortarle los huevos con mis propias manos, pero papá me amenazó con mandarme al psiquiátrico de Suiza si llego a cometer un delito de esa magnitud y si fuese por mí, ya ese tipejo ni existiría.
Me tiro en el suelo y bebo un poco del botellón de agua que uno de los asistentes de este lugar me han traído. El calor en Barcelona hoy está insoportable y el sudor baja por mi frente humedeciendo así la blusa de color blanco que tengo puesta. Escucho unos pasos aproximarse y por el olor que desprende de su cuerpo, ya sé que es Miguel.
—Sí la abuela se entera de que estás aquí, te van a mandar a dormir al sofá—digo esto y suelto una risita burlona. Mi abuelo me tira algo por la espalda que logro esquivar para que no me golpee—¿Se te olvida que llevo tu sangre?—le respondo a la defensiva.
Aplaude orgulloso y ruedo los ojos.
—¿Qué harás con esa frustración que sientes, Dara? Tu padre no te va a pasar que le hagas un daño irremediable a ese muchacho. Aunque yo podría mover algunas influencias y… —hace una seña con la mano como si se estuviese cortando el cuello—Tú me entiendes hija…
Me levanto del suelo y corro hasta él para darle un beso en la mejilla. Miguel Smirnov es el hombre que daría cualquier cosa por su familia y por la gente que ama. Es por eso que no podía permitir que nadie pisotee el apellido que me ha dado todo.
—Te van a matar, Miguel, mira que te lo estoy diciendo. Después no quiero que vayas a mi apartamento a quejarte de mi abuela… —alguien abre la puerta y sé que lo he metido en problemas. Victoria solo escuchó lo último y creo que de esta no se libra hoy. El abuelo abre los ojos cuando me despido rápidamente y logro escuchar un «Traidora» muy al fondo. Bajo las escaleras y dejo de sonreír. Para el mundo soy la Smirnov problemática que lo único que hace es meterse en pleitos y ocasionar disturbios. Pero muy al final solo soy una chica que desea ser normal pero este demonio que llevo como enfermedad no me deja.
Amarro mi cabello en una coleta alta apenas parqueo mi coche a las afueras de mi universidad. Me aplico un poco de labial color vino tinto oscuro para llamar la atención y decirle a todo el mundo «Si me jodes te jodo el doble» Las mujeres empiezan a verme y murmurar cosas entre ellas.
Sé que en este justo momento estoy en la boca de toda la universidad de Hilton. Sé que las noticias me han vuelto mierda y que esa demanda por parte de la madre de Liam por lo que le hice a su hijito empeoró todo. Alzo mi cabeza y camino como si los pasillos de mi facultad fuesen la mejor pasarela de París. Jamás me van a vencer.
Estudio administración de empresas para poder encargarme de la multinacional de la familia. Mi padre y mi abuelo tienen todas las esperanzas puestas en mí, ya que ni mi hermana ni mis primos quieren hacerse cargo al negocio familiar. Heileen una de las tantas chicas de esta institución que le he roto la cara entra con la nariz vendada por la operación que se tuvo que hacer por culpa de que le rompí el tabique cuando en estos días me gritó. Apenas me ve desaparece de mi campo de visión y sonrío a medio lado.
El profesor entra y como todos los días empieza a explicar de una forma extraña los métodos que estamos estudiando en clase. Mi vejiga se le ha dado por joderme a la mitad de la explicación así que alzo la mano para ir al baño.
Los pasillos están solos, me bajo las bragas para hacer mis necesidades y luego me lavo las manos para volver a salir. Camino lento porque no quiero verle la cara esas bolas de perdedores. Me quedo titubeando en la entrada del aula pero decido entrar al ver la ausencia del decano.
Miro extraño mi asiento y sé que algo me falta—¡¡Venga ya!!—grito con fuerza tirando mis cosas al suelo—¿Quién ha tomado mi cartera?—la abuela Marcela me la había regalado cuando apenas tenía trece años y la tengo conmigo porque es el único recuerdo que tengo de ella. Aprieto los puños y me giro al escuchar una risa en el fondo. Darío, el bad boy de la facultad de Hilton ha tenido la pésima idea de meterse conmigo.
Empujo las sillas para abrirme paso hacia él, sus carcajadas se vuelven más sonoras y todo empeora cuando sus amigos se unen a él. Agarro su cuaderno y lo rompo a la mitad. El moreno se levanta de su asiento y me jala del cabello sin previo aviso.
—¿Qué crees que haces, puta?—respira, Dara, respira, porque si lo matas, Miguel te va a matar a ti—¡Contesta perra! ¿Crees que porque vienes de esa familia de locos, te tengo miedo?
Lo intenté, pero nunca debiste haber dicho eso.
Los gritos se hacen presentes, tomo un bolígrafo y lo entierro en su mano para que me suelte. Me echo hacia atrás y lo tiro al suelo de una patada. Soy pequeña pero desde que tengo memoria me han preparado para este tipo de cosas. Nuestra familia sufrió mucho en un tiempo por culpa de los enemigos de abuelo, así que quisieron prevenir entrenando a todas las mujeres Smirnov’s para que se defendieran por sí solas.
Presiono mi pie sobre su entrepierna y no me detengo hasta que alguien me jala de la cintura. Me he metido en problemas. Mierda…
Mis padres están que me matan con la mirada. Mía baja la cabeza y niega porque sé que esta vez he tocado fondo. El rector les explica que lo siente mucho pero lo que hice hoy fue la gota que rebasó el vaso y solicitan mi expulsión inmediata.
—Podemos llegar a un acuerdo, señor… —interfiere Akim intentado salvar mi carrera—mi esposa y yo somos egresados de esta universidad y al menos ¿Podría dejarla terminar el semestre? Ya falta poco para la culminación y… —se queda callado cuando este niega.
—Dara atentó contra la vida de un estudiante ¿Sabe lo grave que es eso? Denle gracias al cielo que llegaron a un común acuerdo con sus padres. Si no internan a su hija van a lamentar no haberlo hecho en un futuro…
Me levanto de la silla y le pego al escritorio con mis manos hechas puños, nadie me va a decir que debo o que no debo hacer con mi vida. Agarro mi bolso y salgo de allí sin importarme que papá y mamá me están llamando como locos. Corro hasta mi coche y arranco a toda velocidad intentado no caer más fondo.
Llego a mi apartamento y me tiro en el sofá para romper a llorar, no es que yo quiera ser así, es que hay algo dentro se mí que explota sin yo poder evitarlo. Camino hasta mi cocina y abro la cajuela donde están mis copas de cristal y saco una para verter un poco de vino tinto y así pasar al menos un tanto mi pena.
¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué me duele tanto lo que me hizo Liam? Me limpio la nariz y me levanto al escuchar el timbre de la puerta. Maya me abraza quizás porque ya le llegaron las buenas nuevas. Chaina me pasa un bote con pollo frito para almorzar y mi hermana niega sabiendo que estoy muerta.
—El abuelo viene para acá… Al parecer te van a enviar al… —me subo en una silla y niego. Ellos no me pueden encerrar así.—Dara, lo que hiciste estuvo mal, pero…—Chaina me pasa un sobre y doy un paso hacia atrás. Sandara está arriesgando mucho por mí—El crucero zarpa hoy y si quieres irte, debemos irnos ahora mismo.
—¡Esto es una locura! Apenas se den cuenta que dejamos la ciudad, van a bloquear nuestras tarjetas y… —me callo al ver a Maya tirar un par de maletas con dinero al suelo. Estas malditas tenían todo pensando.
(***)
El encargado del ingreso al barco revisa mi pasaporte, me mira un par de veces y mueve la cabeza para que pueda entrar. The Pacific es el crucero más lujoso en toda la historia de los transatlánticos. Cuenta con cinco piscinas olímpicas, tiendas de marcas importantes, restaurantes de todo tipo, zona de spa, gimnasio, juegos acuáticos y juegos terrestres. Una zona para perros y una zona para niños y ni hablar de la estructura en como fue construida.
He apagado mi móvil porque sé que si lo dejamos prendido será más fácil para Miguel localizarnos.
Dejo mis maletas encima de mi cama y doy algunos pasos hasta los enormes ventanales corredizos que dan hacia la mejor vista del barco. El majestuoso océano imponente delante de nosotros. La brisa mueve mi cabello y me giro cuando Chaina me pasa un cóctel de piña colada que bebo de un tirón al recordar lo que mi padre nos hará cuando volvamos.
—Esta noche nos iremos de fiesta… —mala idea Maya.
—¿Desde cuando eres tan fiestera?—le tiro un cojín en la cara.
Mi hermana se sienta a mi lado—¿Te sientes mejor?—asiento pero es mentira.
—Voy a ir a echar un vistazo, si este barco se hunde como el titanic recuerden que en la tabla cabemos dos…—las chicas sueltan a reír y yo cierro la puerta detrás de mí. Mi corazón está bombeando con fuerza, tanta que siento que me voy a desmayar. Escucho el alboroto por parte de un grupo de mujeres y frunzo el entrecejo al ver a un tipejo de un metro con noventa y algo, rubio y de ojos claros ser interceptado por estas santígüelas.
Parpadeo cuando de un instante a otro su mirada y la mía se conecta, mi piel se eriza y bajo la cabeza para salir de allí a toda prisa. Voy a la cubierta del barco y la risa está tan fuerte que me ha volado la liga que amarraba mi cabello. Coloco ambas manos sobre el barandal y limpio uno de mis ojos cuando una lagrima recorre mi mejilla.
—¿Qué hace una mujercita tan linda como tú llorando y sola?—me giro al escuchar la voz gruesa y varonil de alguien. Entre abro los ojos al ver al sujeto de hace un momento a mi lado.
—No estoy llorando—me defiendo. El hombre pasa su dedo índice por mi rostro y me echo hacia atrás.
—Estabas llorando. Pensé que las chicas buenas como tú no decían mentiras… —me doy la media vuelta para alejarme de allí—¡Hey!—me llama y por un segundo me detengo—No me has dicho tu nombre.
Lo miro de soslayo—Pídelo en el geriátrico de donde te escapaste… —el desconocido suelta a reír a carcajadas, lo escucho decir algo pero ya era demasiado tarde. Ya me había marchado de allí.
Me coloco un vestido rojo a la fuerza que deja más al aire que a la imaginación. Chaina pinta mis labios mientras que mi hermana y mi mejor amiga beben un poco de vino blanco.
Las cuatro vamos agarradas de manos por los pasillos lujosos del crucero y nos detenemos al ver una discoteca con buena música y ambiente.
—¿Estás segura de esto?—miro mi móvil con la foto que acaba de postear Liam con la putilla del video y asiento—Esto va a terminar mal… —espeta mi hermana con la mano en el rostro y negando.
Maya agarra mi mano—Será con el primero que veas entrar por esa puerta ¿Estamos? Pero debe ser cuando estés lo suficientemente borracha para que… Tú me entiendes…
Los hombres nos quedan viendo, he devuelto más copas de alcohol que ya no puedo recordar cuántas fueron en total. Una canción de moda suena y me dejo llevar por la música. Paso mis manos por mis senos de una forma sensual logrando que más de uno fije la mirada sobre mi cuerpo.
Una y otra y otra copa de vino logran apoderarse de mi cuerpo y sé que es hora de mi venganza.
¡Hoy voy a perder la virginidad!