Te conozco
Las chicas empezaron a murmurar entre ellas y a agitarse de la emoción. Laura permanecía sin moverse, observaba a los chicos, tratando de recordar dónde los había visto antes. El ama de llaves los saludó inclinando la mirada. Estos se detuvieron reparando en las chicas.
—¿Nos recuerdas? —se apresuró a preguntar Claudia, dirigiéndose directamente a Kevin, pero manteniéndose en el mismo lugar junto a sus hermanas, detrás de Laura.
—Por supuesto —contestó—. Ustedes son las hermanitas Gutiérrez, recuerdo que iban a visitarnos a la casa. —Ellas asintieron. El dirigió sus ojos a Laura. Sus miradas quedaron cruzadas por unos segundos, como si trataran de recordarse—. A ti… te conozco —apuntó su dedo hacia ella y se acercó, como tratando de recordar algo.
De repente, sus grandes ojos miel se abrieron agrandándose cada vez más. Ella pudo recordar… nueve años atrás, en ese mismo lugar… Recuerda que fue allí a una reunión similar que duró unos días. El último, sus primas la encontraron cerca del lago, ese era su escondite para pasar desapercibida. Ellas la agarraron para que Claudia tuviera la libertad de pintar su rostro con una pintura extraña que habían encontrado. Laura se escapó y corrió hasta llegar a una pequeña choza donde guardaban instrumentos de limpieza y construcción. Estaba parada en silencio, oculta detrás de un armario con pinturas sobre él. Escuchó que la puerta se abrió y se quedó inmóvil del susto. Unos segundos después, había un chico frente a ella. Era Kevin Mars. Solo lo había visto de lejos aquellos días y nunca cruzaron palabra. Solo veía como sus primas se le pegaban como garrapatas. El chico alzó el brazo por encima de ella en silencio y, sin quitarle los ojos de encima, tomó una lata de pintura. Aunque ya había logrado su objetivo, aún seguía frente a ella sin dejar de mirarla con esos penetrantes ojos verdes. Con la mano que le quedó libre, tomó su rostro y se acercó hasta que pudo sentir su respiración acariciarle las mejillas, haciendo que su corazón se disparase. No entendía qué sucedía ni qué pretendía aquel chico. De repente, sintió sus suaves labios sobre los de ella. Sentía que iba a desmayarse cuando este empezó a saborearlos como si tuviera un dulce en la boca. Ella lo siguió con torpeza y el beso se intensificó. Una voz se escuchó desde afuera, alguien lo estaba llamando. Él se separó con delicadeza y se marchó, dejándola extasiada y llena de interrogantes.
—Tú… —ella lo señaló con su dedo índice—. Ya te recuerdo, patán. —Él sonrió con picardía y cinismo, haciendo entender que él también la recordaba.
—Pero tú eres esa chica… —Ella lo miró como diciendo que se callara. Él sonrió—. Eres la chica que vino con los Gutiérrez en aquella ocasión. —Ella asintió aliviada de que cambiara la frase.
—Ella es nuestra prima —le contestó Jimena. En ese momento, el otro chico se acercó.
—Soy Pablo. Yo también vine a una reunión hace nueve años.
—Ah sí. Creo que te recuerdo —contestó Claudia—. Eres el primo de Kevin. ¿Me equivoco?
—No, no te equivocas —sonrió y miró a Jimena.
—Espero que esta vez compartas tiempo con nosotros —le dijo Kevin a Laura sin aún quitar su mirada sobre ella. Ya ella se sentía incómoda de la manera en que este la estaba mirando.
—Y yo espero que mantengas distancia y midas tu comportamiento —respondió en forma de advertencia. Las hermanas se quedaron desconcertadas al escucharla y Kevin rio con descaro.