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Ajuste

02

Las vacaciones habían hecho que mis piernas se vieran más tonificadas, al igual que mis pechos que lucían más grandes haciendo que la camisa del uniforme me quedara más pequeña de lo normal. La culpa era de mi madre por haber lavado mi uniforme junto con otras prendas y se habían manchado. Por lo que no tuví más opción que colocarme la camisa que tenía de repuesto por si ocurría una emergencia. Lo que no logré notar fue que ya no me quedaba como antes, mis pechos parecía que fueran a reventar los botones de la camisa.

Maldije entre dientes al escuchar un silbido que provenía de los chicos del equipo de fútbol. 

—¡Cuándo has crecido, pequeña Minions! —gritó con burla el idiota de Donovan cuando pasé por su mesa.

Las carcajadas de sus amigos y las risitas de las porristas, no tardaron en resonar por todo el lugar.

Apreté los puños a los costados, seguí caminando e ignoré su comentario.

Fulminé con la mirada al que hacía llamarse mi mejor amigo que apretaba sus labios en una fina línea, para no reírse. Le di un codazo por el costado y escuché su queja.

Lancé con fuerza la mochila en la mesa, vi como los demás voltearon a nuestra dirección.

—Relájate Jen, lo hace para fastidiarte —comentó Matt sentándose con la bandeja de comida. —Aunque es cierto lo que dicen, ¿desde cuándo te crecieron las...

Le lancé un golpe en la cabeza y cubrí mis pechos con los brazos, cuando noté que Matt los veía con curiosidad.

—Vale, me cayo —sueltó dibujando un cierre imaginario en sus labios.

—¿Acaso es de su incumbencia si estoy o no "creciendo"? —hice énfasis en lo último quejándome. Saqué de la bolsa mi sándwich de pollo que mi madre me ha preparado y le di una mordida para nada decente. —Todos los hombres son iguales, solo se fijan en el trasero y los pechos. 

Matt me miró con desagrado al verme hablar con la boca llena de comida. 

—Primero, si llama la atención que una chica tenga una buena figura, no te lo niego. Además que es normal que llames la atención de los chicos, ya no eres una niña Jen. —Dijo señalándome con el cubierto.

Rodé los ojos, y le quité una rebanada del pastel de manzana que aún no había probado.

—Y segundo, no todos somos iguales —Se defendió. —¿O crees qué soy igual al resto?

Coloqué mis dedos en la barbilla fingiendo pensar.

—No lo sé, he escuchado muchas cosas de ti últimamente —me encongí de hombros.

—¡Oh, vamos! —se quejó mirándome ofendido. —Jamás jugaría con los sentimientos de las chicas solo por pasar el rato y lo sabes...

—Sí sí —interrumpí, —me importa más lo que hay en su interior, que su exterior. —Hablé imitando lo que siempre decía, y coloqué la voz voz gruesa como la suya.

—Ni siquiera hablo así — sonrío con gracia.

Estiré mi mano para robar otra rebanada de pastel, pero su mano fue más rápida y apartó la mía de un manotazo.

Acomodé mi trasero en la banca, mordí lo que quedaba de mi sandwich.

—Ya no somos los mismos de antes. Tu voz ya no es tan  chillona, ahora eres todo un hombre con voz gruesa y seductora —mencioné levantándome.

Le revolví su cabello ondulado al pasar por su lado.

Me lanzó una mirada de desaprobación. Sabía cuanto le molesta que le hiciera eso, pues decía que parecía mi perrito.

Tiré la bolsa al contenedor de basura y caminé de vuelta a la mesa por mi mochila. 

—Vamos —lo apresuré.

Asistió y se levantó a llevar la bandeja. Salimos de la cafetería tomados del brazo.

Algunas chicas me aniquilaron con la mirada al verme con mi amigo. Ya estaba acostumbrada a que me vieran así, porque dejé que pensaran que entre Matt y yo había algo.

Que ridículas. 

No negaba que mi mejor amigo era muy atractivo, sus ojos marrones grandes con pestañas espesas hacían que su mirada  luciera llamativa, y también tierno con las pecas que adornaban todo su rostro. Pude ver que sus rasgos de adolescente habían quedado atrás, y que se convertía en todo un hombre, con ese mentón marcado que le daba un toque rudo y coqueto al mismo tiempo. Además de su estatura de un metro ochenta que parecía enloquecer a las hormonas alborotadas de las chicas. 

Pero a pesar de lo bien que le había pegado la pubertad, nunca vi, ni vería a Matt de otra forma, era como un hermano para mí.

Entramos al aula para la clase de la profeta Gillian. Me senté en mi lugar y saqué el cuaderno de literatura. 

—Bueno chicos, hoy hablaremos de los tipos de obras literarias. 

Existen tres tipos de estilos literarios principales: la narrativa, la lírica y la dramática. ¿Quién me explica cada una de ellas? 

El aula se quedó en silencio ante la pregunta de la profesora. Levanté la mano para participar, mientras que los demás me miraron con fastidio.

No tenía la culpa de que fueran  unos flojos que no servían ni para estudiar.

—Señorita Miller —miré hacia adelante y me levanté para responder.

—Eh bueno... —aclaré mi garganta antes de seguir —La narrativa consiste en que el autor haga uso de la figura del narrador para contar los hechos protagonizados por unos personajes. Donde el escritor presenta una realidad ficticia o realidad representada como si fuese el mundo exterior u objetivo, ajeno al autor. —Finalicé

—Muchas gracias Miller —dijo —¿Quién quiere agregar? —los demás se quedaron callados en sus sitios sin decir palabra alguna.

—Yo —se levantó Harper con su cabello rubio perfectamente ordenado en una coleta alta, que caía sobre su espalda.

—Adelante señorita Owens —escuché decir a la profesora.

—Este género se caracteriza por la abundancia de descripciones, tanto de personas, como de situaciones y ambientes. —Comentó con rapidez, mientras jugaba con un mechón de su largo y sedoso cabello.— También relata acciones y acontecimientos en un espacio y tiempo determinado e incluye monólogos y diálogos entre los personajes. Lo importante de este género es el narrador, ya que es el encargado de contar la historia a través de la narración, la descripción, la exposición o la argumentación. Y puede ser de cuatro tipos.

Terminó diciendo, se sentó de nuevo en su puesto.

—Muy bien, ahora explíquenme estos cuatro tipos. Y que no sean ni la señorita Miller ni Owens, —Advirtió

Giré hacia Matt haciéndole un gesto con los labios para que participara en la clase. Me hizo caso y se levantó, rápidamente la profesora le dijo que explicara.

—Bueno, nombraré solo a dos —dijo bajando la vista hacia el cuaderno. —Narrador omnisciente, es el que sabe todo y describe la escena desde el exterior, por lo que el autor emplea la tercera persona. Narrador testigo u observador, es él que narra aquellas partes de la historia que él ha presenciado o ha conocido. No es como el primero que lo sabe todo y lo cuenta. —Explicó con fluidez y desparpajo.

—Excelente —felicitó la profesora. Caminó hacia el escritorio y continuó explicando los otros dos tipos. —Narrador en primera persona, se usa la primera persona porque el narrador es el protagonista. En este caso, el texto adoptaría una forma autobiográfica. Y por último, está las Narraciones en forma epistolar, donde la forma de narrar la historia es muy especial, ya que la historia se cuenta a través de cartas entre dos personajes.

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