CAPÍTULO 2. Mi primera vez
En la discoteca, Sofía:
Una vez, que grité ante el desconocido que ocupaba aquella sala privada, él reaccionó atacando de palabras y golpes a quien fuera mi agresor.
—¡Maldito…! —Gruñó este— Es que no tienes como conquistar a una mujer y la quieres conseguir a la fuerza —bufó mi ángel de la guarda, quien por cierto, se veía muy grandote y musculoso.
Al pronunciar estas palabras, brincó encima de quien me atacaba y comenzó a darle una golpiza. Solo escuché los bramidos de quien me había salvado, descargando toda su furia en aquel ser. Después de esto, mi héroe lo dejó inconsciente en el piso.
Posteriormente, me tomó en sus brazos, me llevó a la sala privada, ocupada por él. Le comenté que necesitaba ir al baño y de inmediato, caminó hacia este, sentándome en el retrete, cerrando detrás de sí la puerta, al salir del mismo.
—¡Cualquier cosa, gritas, Sofía! Estaré detrás de la puerta esperando tu llamado —me anunció él, llamándome por mi nombre y quien también, parece me conoce.
—¡Sí! —le respondí sin ganas de hablar, aun temblando, tratando de aclarar en mi mente lo que me pasaba, lo que estaba sintiendo. De repente, vi una ducha y pensé que el agua calmaría ese fuego que sentía en el interior de mi cuerpo.
«Es una ducha, a lo mejor si entro en ella, con el agua se me pasa lo que tengo y se me quita esta sensación de brasa ardiendo que traigo encima» reflexioné, sintiéndome cada vez peor. Me levanté, apoyándome en la pared.
No tengo fuerzas para desnudarme, me bañaré así, analicé, entrando en la ducha con todo y vestido. Después de unos minutos, salí, me quité la ropa y me envolví en una toalla, pero sin secarme.
Él, al verme de pie en la puerta del baño, corrió hacia mí, me tomó en sus brazos y me sentó en su regazo. En seguida, me secó y frotó mi cuerpo con delicadeza, con lo cual sentí, una intensa y rápida subida de ánimo, junto a esas ganas inmensas de actividad sexual.
Luego, me abrazó y yo apoyé mi cabeza en su pecho. Comencé a tocarlo, acariciarlo, hasta que se apoderó de mis labios y mi boca, enredando su lengua con la mía. Despertando, avivando y estimulando mi cuerpo para el placer.
De esta manera, inicie mi vida sexual, con una persona que ni siquiera su nombre conocía. Como aún estaba bajo los efectos de la droga y el alcohol, mi visión y mi audio seguían distorsionados. En virtud de esto, no tenía los rasgos de su rostro muy bien definidos.
Mi héroe, me quitó la toalla y observó mi cuerpo totalmente desnudo, simétricamente perfecto y aunque este no lo sabía, también virginal. Él comenzó un recorrido con sus manos, bajando por mi espalda, mis caderas y mis nalgas, las cuales apretó fuertemente.
Al halar mi cuerpo hacia el suyo, sentí un bulto duro y grande en su regazo. Mientras, con su boca y su lengua recorría mi mentón, el lóbulo de mis orejas, cuello, pecho, deteniéndose con deleite en cada uno de mis pezones, hasta lograr que estos se endurecieran.
Por esta razón, comencé a emitir jadeos, gemidos, gritos y susurros de placer:
—¡Aj, aj!
—¡Hummm!
—¡Dime si te gusta, Sofía! —me suplicó, totalmente encima de mí.
—¡Ssssí, ssssi! —siseé sin muchas ganas de hablar. Me sentía totalmente ardiente y embriagada, pero de deseo y pasión por este desconocido, a quien estaba desnudando de forma salvaje y violenta, con habilidad como si lo hubiera hecho antes.
Cuando logré desnudarlo en su torso, me provocó morder sus grandes pectorales y los pezones de sus tetillas, lo cual hice de forma descontrolada y fuerte, provocando en él, una reacción violenta y salvaje, por lo que se terminó de desnudar, quedando solo en bóxer.
Por esta razón, llevé mis manos sin equilibrio y sin enfoque fijo hasta su calzoncillo y se lo quité, soltando aquella bestia salvaje, dura, erguida y la cual goteaba algo blanquecino. Por instinto, me doblé y lo limpié con mi lengua.
Ante esto, mi enorme y musculoso héroe, emitió un fuerte sonido y gemido de placer, levantándome y sentándome ahorcajas sobre su regazo, haciendo que su miembro, rozara la entrada de mi vagina, la cual sentía muy caliente y húmeda, tanto así, que entre mis piernas había mucha humedad.
Él se apoderó de nuevo de mis labios y mi boca, recorriendo con su lengua toda mi cavidad bucal, bajándome al sofá, para ir directamente a mis entrepiernas, en donde lamió, absorbió y bebió los fluidos que de mi cuerpo salían.
Adueñado totalmente de mi clítoris, me hizo sentir fuertes estremecimientos y espasmos, que sacudieron todo mi ser, desde los pies, hasta mi genital. De ahí, al resto de mi cuerpo, haciéndome sentir esa cosquilla, gozo, bienestar, es decir, un estado de felicidad único, después de haber experimentado un orgasmo tras otro.
Y cuando ya estaba dispuesto a entrar en mí, reaccioné rápidamente, suplicando…
—¡Por favor… despacio, suavecito! —rogué, recordando que era mi primera vez. Obviamente, nada parecido a lo que había soñado con ese momento. Siempre soñé llegar virgen al altar.
—¿Por qué? —me preguntó él, frunciendo sus cejas, deteniéndose momentáneamente y mirándome a la cara.
—Porque es mi primera vez, no quiero que me duela —explique breve y puntualmente, sin dejar de saborear sus labios.
Él, se detuvo entre asombrado y admirado, pero luego en su rostro se dibujó una amplia sonrisa. Fue así, como volvió a iniciar su preludio sexual, llevándome nuevamente a sentir emociones y sensaciones únicas e inimaginables. Era todo un experto.
—¿Lista? —me interrogó, besándome después de haberse bebido mis propios fluidos vaginales.
—Si— respondí segura.
Arrodillándose sobre el sofá, me haló hacia su cuerpo, llevando mis piernas hasta apoyarlas en sus hombros y penetrándome primero suavemente, con lo cual grité…
—¡Ayyy! —cerré mis ojos, impulsando mi cuerpo hacia adelante, para que entrara más en mí, lo quería todo. Sentía como me llenaba y como desgarraba todo adentro, en mi canal vaginal, moviéndose rítmicamente hacia dentro y hacia afuera.
Mientras, mi cuerpo comenzó a ensayar un compás rítmico, divino, que nuevamente me hizo experimentar orgasmos simultáneos, que me llevaron a una satisfacción sexual plena. Y para cerrar con broche de oro, esta primera vez, él se vino junto conmigo.
Los rastros de mi virginidad perdida, estaban como un hilo de sangre por mi perineo, él contempló esto con una sonrisa y posteriormente, lo limpió con delicadeza con su pañuelo.
«¡Qué hombre!», pensé.
Fue demasiado bueno, no me pude iniciar en la vida sexual, con mejor maestro. Él, era único, concluí antes de quedarme dormida. En mi vida, imaginé que se podía experimentar todo esto en una entrega sexual y menos con alguien que ni siquiera conozco.
Rafael:
—¡Qué hembra! Me volvió loco, ni siquiera con María de los Ángeles, llegué a experimentar estas sensaciones y emociones —comenté en voz alta, abrumado y admirado, contemplando a Sofía dormida sobre el sofá.
«¡Parece una diosa!», analicé admirando su belleza y su espectacular cuerpo, el cual fue hecho para el amor. No quería dejarla ahí sola, pero quien se aguantara a mi madre, si no resuelvo a tiempo el problema, en el rancho.
Admirado, pensé «nunca imaginé, conseguir una virgen, en un lugar como este» Así que, moviéndome rápidamente, la vestí con su misma ropa, toda húmeda, pero era preferible esto a dejarla desnuda.
Una vez que terminé de vestirla, bajé y hablé con el dueño del local, quien era mi amigo. Le expliqué la situación que se presentó, sin referir para nada lo que ocurrió entre nosotros. Por lo tanto, le solicité total discreción sobre mi identidad, fundamentalmente, por mi madre.
Finalmente, le pedí colocará un vigilante en la puerta de la sala y que no permitiere que nadie entrará a la misma. Salvo, que ella lo autorice o que se retire. En todo caso, informé que su nombre era Sofía, por si escuchaban que alguien la buscaba…