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Capítulo 4: El desmayo de Ana.

Un mes después…

Hay una actividad recreativa en la universidad, Tony para integrarse más con los muchachos, práctica con ellos actividades al aire libre, sabe que su materia, para algunos resulta muy aburrida. Ana es la primera en decir que, si a todo lo que propone, Tony se ha convertido para ella, como una especie de amor platónico.

—Ana, Ana—repite Tony dos veces su nombre—¿En qué estás pensando jovencita? —la mira con ligereza.

—En nada profe—esboza un sutil suspiro, ya que estaba pensado en él. Por lo que a veces, se escapa de este mundo por un rato. Ja, ja, ja. El amor está en el aire.

Sofí, se le acerca:

—Párate vamos por algo de beber, este profesor parece más bien de educación física—protesta Sofí producto del cansancio.

Al Ana levantarse, siente un fuerte mareo, su mente se nubla y no comprende el porqué, al tratar de ponerse firme, cae lánguidamente en el suelo.

—Ana—grita de inmediato Tony, quien va junto con los muchachos a socorrerla.

Es trasladada a la enfermería de la universidad, el paramédico encargado, en darle los primeros auxilios, le recomienda que vaya a un doctor, para que la revise más a fondo, ya que está muy pálida y con evidentes signos de fatiga.

—Señorita Rodríguez le sugiero, que vaya pronto a un médico, para que le haga una revisión más exhaustiva, puede tener alguna enfermedad que desconocemos.

—No fue nada, solo un simple mareo.

—¡Nada! —exclama Sofía—ahora mismo le voy avisar a Abel, para que entre los tres te convenzamos, para que acudas al médico.

—No me gustan los doctores—expresa Ana su negativa.

—Vamos, tienes que hacer caso y anda ahora mismo a un médico, te lo suplico—las palabras de Tony hacen que, cambie su postura de inmediato.

—Claro ahora mismo voy. Llamo a mi padre, para que acompañe, así no voy sola.

—Yo también voy contigo Ana—frunce Ana el ceño, ya que Sofía lo que quiere, es huir de la universidad.

Se alejan de la universidad, con el permiso impuesto por el profesor y llama Ana a su padre:

—Papi, tengo que ir al médico, me acabo de desmayar en la universidad.

—Dios mío santo ¿Qué tendrás hija? Tú siempre, ha sido muy sana.

—Si papá, pero no sé qué me pasó.

—Vamos ahora mismo al hospital, para que te revisen y te hagan unos análisis ¿Dónde estás hija?

—En la salida del campus.

—Toma un taxi ¿Estás con Sofí?

—Si ella me acompaña.

—Perfecto, te espero en el hospital central, ya salgo para allá mi amor. Todo estará bien pequeña.

—Gracias papi—responde Ana, sintiéndose todavía mareada.

Tony, no le presta atención al desmayo de Ana, por algún motivo ya había pasado un mes desde aquel incidente, jamás tuvo noticias, ni del doctor, ni mucho menos de la mujer, que le iba prestar su vientre. Por lo que trata de olvidar, todo aquel asunto y pasar la página.

Casualmente lo llama otro de sus amigos, quien es su mano derecha en el periódico, Alfred Gibs quien ocupa el cargo, de vicepresidente ejecutivo del periódico “Un nuevo tiempo”.

Lo llama, para comentarle un asunto de trabajo:

—Alfred, necesito un favor, me acaban de enviar una información, de un suceso en el centro de Manhattan, por favor manda alguien, para que cubra la nota.

—Tranquilo, ya se envió al reportero hace rato. Te noto distraído ¿Quieres hablar?

—Voy para el periódico, estoy saliendo de la universidad con mi chofer.

—Perfecto, aquí te espero amigo.

*****

En el hospital…

El padre de Ana velozmente llega, para saber que tiene su hija, había quedado muy preocupado por la llamada de hace rato. Echa un vistazo, en el área de espera y estaba Sofí, sentada esperando mientras atendían a Ana.

—Hola Sofí, vine lo más pronto que pude ¿Cómo está mi hija?

—No se preocupe señor Anderson, su hija está bien. Solo fue un simple mareo, Ana no está acostumbrada, a hacer actividad deportiva.

—¿Ana estaba haciendo actividad deportiva? Eso sí es raro—bosqueja el padre de Ana, una sutil sonrisa.

—Si el profesor de Literatura, tratando de hacer la clase menos aburrida, se inventa a veces algunas, actividades de grupo al aire libre.

—Bueno, eso no está mal.

Sale Ana de urgencia, con el rostro palidecido:

—Hija pareces un papel ¿Tú te estás alimentando bien? Con tanto estudio tienes, que cuidar más tu salud mi amor.

—Tranquilo papi, seguro no es nada. Me acaban de hacer unos exámenes de sangre, me dijo el doctor, que esperara unas horas por los resultados. Aunque lo que, me provoca es salir corriendo de aquí.

—No vayas a empezar Ana, con la terquedad y mejor espera. Yo en cambio, sí me voy a mi casa, te llamo luego para saber de ti.

—Gracias amiga—se despide Sofí, con un beso en la mejilla, para ambos.

—Bueno, nos toca esperar—Ana se recuesta, en el hombro de su padre, mientras espera.

*****

En las instalaciones del periódico “Un nuevo tiempo” todo está muy agitado el día de hoy, con tantos acontecimientos en la cuidad.

Mientras tanto Tony, se hallaba en su oficina concentrado en su trabajo, enseguida llega Alfred para saludarlo:

—Hola profesor. Quien se iba a imaginar, el CEO de “Un nuevo tiempo” ahora profesor universitario, desempolvando su faceta literaria.

—Búrlate todo lo que quieras, te confieso que ser profesor me relaja bastante.

—Yo estuviera de cabeza, rodeado con tanto adolescente.

—En su mayoría son jóvenes, trabajo con el turno de la mañana.

—¿Estás bien? Llevo días viéndote distante, incluso muy distraído.

—Ya sabes el recuerdo de Micaela, el trabajo y mi madre, que es muy fuerte de carácter.

—Ja, ja, ja. Si Rebecca, es un pan de Dios. A ti te pasa algo mas—Sonríe Tony, por ahora no estima prudente, hablar del tema de la inseminación y menos en el periódico, donde las paredes tienen oído.

—Vamos a ponernos de acuerdo, para salir los tres Justin, tu y yo, como en los viejos tiempos.

—Wao, me alegra oírte decir eso, es bueno que ya dejes el luto. Tienes más de 5 años encerrado en tu tristeza.

—Realmente si se me ocurre algo, pero este no es el lugar para conversar—en la puerta estaba Matilde la aseadora, quién vigila los pasos de todos, para ir con el chisme luego de lo que escuchó.

—Sí, tienes razón y menos, con Matilde suelta—menciona Alfred.

—¿Me llamaba jefe? —responde la muy imprudente.

—¿Desde cuándo estás ahí escuchando? —pregunta Alfred con suspicacia.

—Estoy limpiando, los vidrios de la oficina y escuche, mi nombre sin querer—Alfred pone los ojos en blanco.

—No entiendo, ¿por qué no la has corrido? —musita Alfred, en un tono muy bajo.

—Ja, ja, ja. Es el alma de la oficina y siempre, me mantiene al tanto, de los sucesos del día.

—Debiste de contratarla, pero como reportera, con lo chismosa que es, seguro haría una buena nota de prensa—ambos se ríen, de sus comentarios.

*****

Tres horas después…

En el hospital Ana y su padre, esperan impacientes, por los resultados de los análisis de sangre.

—Llevamos, más de tres horas, en esta agonía—le murmura Ana a su padre.

—Ten paciencia mi amor. Aunque yo también, me estoy desesperando con la espera.

De inmediato, llega una enfermera para decirles:

—¿Usted es Ana Rodríguez?

—Si señorita.

—Vengan conmigo, el doctor le leerá los resultados, de los exámenes de laboratorio.

Entran al consultorio y Ana muy nerviosa, sin motivo aparente, hace contacto visual con el doctor.

—¿Qué tiene mi hija doctor, es algo grave? —Tanto Ana como su padre, se quedan mirando fijamente al doctor.

¿Cómo reaccionara su padre, cuando le lean los resultados de su hija?

Descubramos, todo lo que se avecina, en el siguiente capítulo de: Madre Equivocada – Inseminada por Error.

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