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*CAPÍTULO 5; BESOS HOSPITALARIOS*

Isabdiella despertó con los primeros rayos del sol, en cuanto se movió para levantarse, Zashirah abrió los ojos y le regaló una hermosa sonrisa.

— Buen día, Isa— le susurró.

—Buen día, Zash— respondió en un susurro.

—Hoy iré contigo al hospital.

—Perfecto— sonrió. Su prima se marchó a su propia habitacion e Isabdiella se propuso a darse una ducha.

Su padre no se sorprendió cuando entró y consiguió a Zahiry sobre sus sábanas. Tomaron su café en el balcón para no interrumpir el sueño de la princesa, y es que Zahiry no era para nada madrugadora, la princesa era amante del sueño y el profundo descanso, según sus propias palabras, eso le permitía permanecer bella.

Pasaban las nueve de la mañana cuando salió de Palacio en compañía de Zahiry.

Pasaron primero al orfanato, llevando algunas prendas y telas que se dedicarian a nuevo a vestuarios, Afortunadamente no eran muchos los niños sin hogar, la mayoría quedaban huérfanos por distintos motivos, pero en general los padres de Norusakistan eran cuidadosos y responsables con sus hijos.

Luego se dirigieron al hospital y el corazón de Isabdiella golpeaba con fuerza. Estaba nerviosa por ver a Hassan.

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Después de una intensa despedida en el aereopuerto en el que su madre aún se negaba a dejarlo ir y con los ojos llenos de lágrimas lo despidió, Drew abordó su avión con destino a Norusakistan, Cassy no había tomado bien el ser rechazada cuando le llamó para invitarlo a cenar y él aseguró no poder ya que se iba de viaje esa misma mañana.

Cassy podía ser bastante insistente.

Suspiró mientras el avión se deslizaba suavemente por entre las nubes. Se sentía feliz de ver a su hermana, de descansar un poco y de tener tiempo para definir su situación con Isabdiella, se sentía atraído por ella como la polilla a la luz, cuando se miraba en esos ojos sentía la necesidad de que ella lo besara, lo besara siempre.

Sabía que se había excedido con ella en más de una oportunidad, como aquella vez en su casa cuando se atrevió a acariciarle un seno y ella había salido despavorida, huyendo de él.

Su inocencia contrastaba con esos ojos que parecían hechizar a cualquiera que la viera.

Alma inocente, ojos brujos, mirada pícara y una boca hecha para pecar. Isabdiella Mubarack, era la combinación de la perdición.

-¡Qué Alá, me ayude!- dijo con una cínica sonrisa en sus labios.

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—¡DREW!— gritó Vanessa en cuánto lo vio, sus ojos se añejaron en lágrimas mientras era recibida en los fuertes brazos de su hermano mayor. Drew, la sostuvo con muchísima fuerza y se sintío feliz de que su dulce niña lo hubiese extrañado.

—Qué efucividad, Excelencia— le dijo con burla y ella le golpeó con fuerza en el pecho. Drew, besó sus dos mejillas, luego abrazó a Isabella, a Ivette quien lo estrechó con adoración. Amaba a su pequeño niñito. Luego los saludos continuaron, a Zabdiel, Zahir, Zahiry, Nael. Se sentía feliz.

—Esto es como volver a casa.

—Siempre— aseguró Vanessa.

—Pero faltan miembros. ¿Dónde está Zashirah e Isabdiella?

—En el hospital— dijo Ivette con una sonrisa.

—Ya sabes, Princesas responsables— dijo Nael.

—Eso podría dolerme— aseguró Zahiry mirando sus uñas— si fuese un poco más sensible, estaría llorando a mares en este momento. Su Majestad, es poco considerado conmigo.

— Todos somos demasiados condescendiente— aseguró Isabella— ya aprenderás responsabilidades, pequeña Alteza.

—Vamos—dijo Vanessa tomandolo del brazo— vamos a tu habitación para que descanses.

Isabdiella dejó a Zahiry en el área de pediatría y se dirigió al consultorio de Hassan, la enfermera auxiliar no estaba, entonces llamó a la puerta y después de dos minutos le dieron ingreso.

Hassan, estaba concentrado en una carpeta en la que hacía anotaciones.

—Buenos días, Hassan— dijo nerviosa.

—Alá ha sido infinitamente bueno— le sonrió con dulzura— buen día, Isabdiella— se puso en pie y caminó hasta ella, era un poco más alto que la Princesa, la miró directamente a los ojos— ¿Cómo estás hoy?

—Me encuentro muy bien— aseguró Y se abrazó a él, mientras Hassan dedicaba tiernas caricias a su cabello que estaba atado en una sencilla trenza, su caftan no era ostentoso, sino más bien sencillo y sin grandes detalle

—Pensé que no vendrías hoy— dijo él— sabes que te quiero y no quiero presionarte, llevo las cosas a tu ritmo, aunque a veces me parezca demasiado lento— dijo mientras una hermosa sonrisa iluminaba su rostro.

—Lo sé — dijo sin salir de su abrazo, se sentía tan cómoda y segura.

—Ese beso fue maravilloso Isabdiella, me hizo. . . me hizo sentir tan feliz.

—Perdón por salir huyendo, estaba tan avergonzada de haber sido yo quien lo iniciará.

—Eso reafirma mis sospechas— sonrió— no debes avergonzarte, yo estoy feliz de que lo hayas hecho.

—Es que. . . todas esas cosas hermosas que dijiste. . .

—Todas son ciertas— aseguró.

—Me siento tan bien a tu lado, tan protegida— se soltó un poco del abrazo y elevó su cabeza para mirarlo. Sus ojos eran color café, tan oscuro que podían pasar por negros, era hermoso, muy hermoso.

—Eso me hace feliz, que te sientas bien a mi lado— la tomó del mentón y la obligó a mirarlo fijamente— permíteme devolverte el gesto, desde ayer es lo que más deseo, concedeme la dicha, Alteza— ella sonrió con dulzura.

—Concedido— dijo.

—Bendito sea Alá— susurró antes de inclinarse para besarla. Isabdiella se aferró con ambas manos a su cuello, atrayéndolo un poco más hacia ella, mientras su cuerpo entero vibraba entre sus brazos.

Sus bocas se unieron en el que fue un beso tierno, cargado de amor, nada exigente, sino embriagador en si mismo. Sus labios se besaban lentamente mientras sus corazones se aceleraban y de pronto el beso se profundizó al Isabdiella sentir como la masculina lengua invadía su boca. Gimió por la sorpresa y se pegó más a él. Era delicioso, sumamente delicioso sentir todo aquello en manos de Hassan.

La lengua de él, la exploró de manera lenta, seductora. Cuando su cuerpo comenzaba a ansiar más, Hassan con mucha delicadeza detuvo el beso y unió sus frentes, cerró los ojos mientras buscaba calmar los latidos de su corazón

—Fue hermoso— dijo él.

—Maravilloso, Hassan— dijo con voz temblorosa, abrió los ojos para mirarlo y la mirada masculina estaba cargada de ternura.

—Podría besarte por días, por años, por siglos— dijo mientras acariciaba el contorno de su labio inferior.

Pasaron todo el día el es hospital, e Isabdiella le ayudaba con algunos casos que llegaban para consulta regular, sus miradas se encontraban; él  sonreía y ella se ruborizaba. Durante el día, no faltaron los besos, mientras más se besaban, más necesitaban seguir besándose.

Ya era bastante tarde cuándo se despidieron, el doctor emprendió a su casa con sus padres y su hermano pequeño, ella junto con Zashirah volvieron a Palacio. Había una niña internada a la cual ambas princesas querían mucho, esa pequeña lograba despertar un instinto de protección en Zashirah.

Al llegar a Palacio, Isabdiella se fue directo a sus habitaciones. Tomó un largo y relajante baño en la tina, con incienso y pétalos de rosas, era tan relajante que logró quedarse dormida, no supo cuánto tiempo, pero despertó porque comenzó a sentir frío. Salió de su baño y cubrió su desnudez, luego de secar su cuerpo y aplicar cremas para el cuidado de su linda piel, se colocó un sencillo caftan azul, elevó su cabello en una coleta alta y como era costumbre no se colocó nada de maquillaje.

Estaba lista cuando llamaron a la puerta, quién entró fue una sonriente Azhohary.

—Alteza, sus padres me envían a informarle que la cena será servida en unos minutos.

—Muchas gracias— le sonrió— en unos minutos estoy con ellos.

Azhorary sonrió y asintió para luego marcharse. Isabdiella se observó nuevamente en el espejo y sonrió, no sabía si serían los efectos de los besos de Hassan pero se sentía revitalizado y llena de energía.

Salió al salón donde se reunía la familia antes de pasar al comedor. Una hermosa sonrisa está dibujada en su rostro.

—Buenas noches, familia— dijo feliz, pero su felicidad se pasmó y la sonrisa se congeló en su rostro cuando aquellos grises ojos le miraron.

—Buenas noches, Isabdiella.

Era él. Drew estaba en Palacio.

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