*CAPÍTULO 1; UNA PRINCESA EJEMPLAR*
Isabdiella abrió los ojos a un nuevo día, se estiró y sonrió.
—Gracias Alá, por un nuevo día. — restregó sus ojos. Se levantó y fue directamente al baño de sus habitaciones. Después de hacer sus necesidades y asearse como corresponde, después de rechazar la ayuda de Leisha. Estaba lista para afrontar un nuevo día.
Se observó en el enorme espejo, el Caftan rosa la cubría con una innegable elegancia, el cinturón dorado hacia un pequeño ajuste a su hermosa figura. Hizo un rápido recogido en su cabello, no se aplicó maquillaje alguno, sonrió al recordar las palabras de su prima; " Eres una Princesa demasiado simplona" otra persona tomaría las palabras de Zahiry como un afrenta, pero no ella. En el fondo su prima tenía un poco de razón; era sencilla, usaba maquillaje sólo en ocasiones especiales, no recargaba su atuendo con oro y joyas preciosas, sólo usaba una fina cadena de oro en su cuello quien sostenía un letrero dorado con su nombre. Nada demasiado ostentoso. En definitiva Zashirah y ella si parecían simplona ante la siempre magnífica, maravillosa e impoluta Zahiry.
Leisha, llamó a su habitación y luego de entrar dejó sobre la pequeña mesita un servicio de té.
—¿Necesitará algo más, Alteza?— preguntó en tono dulce.
—No Leisha, así está bien— le dedicó una hermosa sonrisa.
—En ese caso, me dedicaré a mis actividades matutinas, estoy a su disposición— hizo una pequeña inclinación con su cabeza.
—Tranquila Leisha, sé donde encontrarte— La joven se retiró dejando la sola por algunos minutos, ya que después de un firme llamado la puerta volvió a abrirse.
—¡Papi! —corrió a los brazos de uno de los hombres que más amaba.
—Buen dia, mi niña— Zabdiel, abrió los brazos sonriente para luego estrechar con fuerza a su pequeña hija— ¿Como amanece la Princesa más hermosa de Norusakistan y todo Oriente medio?
—¡Por Alá!— río feliz y depositó un beso en la mejilla de su padre— Amanezco muy bien, padre. Ahora apresuremonos, te esperaba para nuestro café matutino.
—Como siempre— Zabdiel sonrió y apartó la silla para que su hija tomará asiento. Amaba ese hábito, ir a darle los buenos días a su hija, tomar el té o café con ella y conversar un poco.
—Como siempre— ratificó ella. Sirviendo ambas tazas y entregandole a su padre la que le correspondía. —¿Mucho trabajo para el día de hoy?
— En lo absoluto, tesoro— Zabdiel debió de su humeante taza— Afortunadamente para mí, tu hermano dirige muy bien las actividades Norusakistanas.
—Es un Soberano Magnífico — aseguró ella — debes estar muy orgulloso de Jamal.
—Lo estoy. También de ti, eres una Princesa magnífica, la hija que cualquier padre desearía tener — ella sonrió con dulzura — tu hermano y tu, son mi mayor orgullo, Della —así la llamaba cuando era una pequeña niña— no pude haber deseado hijos mejores.
—Ni nosotros, mejores padres— acarició su mano— todos hemos sido bendecidos por Alá, ha sido muy bondadoso al regalarnos una familia tan hermosa.
—Así es— bebió de su café — ¿Y usted, Alteza? ¿tiene planes para hoy?
—Sí—sonrió— iré a la escuela de niñas. Quiero supervisar las actividades de éste mes y asegurarme de que todo se lleve a cabo.
—Magnífico.
—La profesora me ha asegurado que un par de padres querían incorporar a sus pequeñas, así que espero nuevos ingresos— sonrió enormemente.
—Heredaste el entusiasmo de tu querida madre, sin lugar a dudas. Ambas aman los proyectos que beneficien al pueblo.
—Ambas amamos al pueblo— aseguró ella— Norusakistan es importante para mi— desvió su mirada y se perdió en el ancho desierto— agradezco ser su Princesa y poder aportar tanto.
— El pueblo te agradece tanto amor, realmente te quieren.
—Soy feliz por ello, papi. Ahora que acabamos el café, apresuremonos. La familia de seguro estará esperandonos— Efectivamente esperaban por ellos para desayunar. Después de los respectivos saludos, todos se sentaron a la mesa a disfrutar del desayuno.
—Se ve usted radiante hoy, Excelencia— Ivette halagó a su sobrina.
—Muchas gracias, tía. Debe ser la felicidad.
—Seguramente— dijo Zahir en tono burlón, ganándose una mirada de reproche por parte de su esposa.
—Majestad— Zabdiel, habló a su hijo y Nael enfocó en él su mirada— ¿Ha logrado concertar la cita con el Emir del oeste?
—Así es, padre. Al igual que con el sultán Yabsan, nos reuniremos mañana después de la comida. Norusakistan ha servido de ejemplo a estos dos pequeños pueblos y desean nuestra orientación y ayuda para el crecimiento de su pueblo.
—Eso es maravilloso— intervino Isabella.
—Gracias a Alá, que muchos comienzan a entender que modernizar un poco nuestras Naciones no significa renunciar a nuestras raíces — Isabdiella sonrió feliz— sino que es fortalecer el pueblo, ayudarnos a crecer.
—Así es, Alteza— Nael sonrió— y saber que Norusakistan ha sido fuente de inspiración, me lleva a sentir mucho orgullo. El arduo trabajo de años, de ésta familia, da unos maravillosos frutos. Yabsan, ha dicho que planea instalar una pequeña escuela al norte, realmente su gente se lo agradecerá.
—Hablando de escuelas— intervino Isabdiella— hoy iré a la escuela de niñas, quiero recibir reportes y cerciorarme de los adelantos de este mes. Tendremos nuevos ingresos.
—Eso es maravilloso— aseguró Zashirah— si me lo permites, me encantaría ir contigo.
—Yo complacida con tu ayuda, prima.
—Creo que tu eres la gemela de Zashirah y no yo— dijo Zahiry— son tan... idénticas en gustos y conductas. ¡Por Alá! — gimió — Vamos de compras o algo así.
—Tu falta de compromiso comienza a ser preocupante— dijo Ivette, mirando seriamente a su hija.
—Lo ha heredado de mi— dijo Zahir con descaro— Pero ya verás. Será una princesa completamente comprometida con su pueblo. Como digna hija mía.
—Por ello es que no termina de madurar y crecer— Ivette frunció el entrecejo— no dejas de justificarla, de apoyar sus caprichos, llegará el momento en que tendras que negarle algo.
—No lo creo— dijo Zahiry— mi papi es muy bueno.
—Ya lo veremos cuando llegue el momento— dijo Ivette zanjando el tema.
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Isabdiella y Zashirah, llegaron al pequeño, pero cómodo colegio de niñas. Las recibió una mujer ya adulta que a pesar de ser muy tradicional al estilo de vida del Oriente medio, apoyaba el crecimiento del país, la modernización de algunas áreas y sobretodo la educación femenina.
—¡Altezas! — exclamó la dulce mujer — Que honor recibirles.
—Es todo un gusto estar aquí—aseguró Zashirah sonriendo.
—Así es— aseguró Isabdiella— veníamos a saber como andan las cosas por aqui— ambas Princesas tomaron asiento.
—Las cosas van muy bien. ¿recuerda usted lo que le había dicho de los nuevos ingresos, Alteza?
—Por supuesto, quisiera saber sobre eso.
—Todo ha salido excelente, ésta mañana hemos tenido tres nuevos ingresos, cada vez se suman más niñas y eso es maravilloso.
—¡Bendito sea Alá! — dijeron ambas Princesas.
La conversación siguió por unos veinte minutos organizando nuevas estratégias que logren captar a más jovencitas, con la finalidad de tener futuras mujeres con una educación superior, o promedio, al menos.
Luego salieron en dirección a Palacio.
—¿No irás al hospital?
—No, Zashirah. Hoy me quedaré en Palacio a descansar. Quiero conversar con mi padre y con Nael, para la propuesta de una capacitación en el área de la fotografia; mi madre podría ayudarme en eso. Iré al hospital otro día.
—¿Te has peleado con Hassan?
—¡Por Alá, claro que no!- la miró directamente a los ojos- Hassan, es un hombre maravilloso. Es sólo que. . .
—Se acerca demasiado— la interrumpió— amenaza tus emociones y tu estabilidad.
—No. . .Si. . .No, bueno no sé.
—Será entonces que Drew. . .
—Ya basta con ese tema— frunció el ceño- no quiero hablar más de Drew. Entiéndanlo, él es el hombre menos indicado para mí. Es desenfadado, mujeriego, descarado y tiene un serio problema para adquirir compromisos de cualquier tipo. Yo soy una Princesa, una Norusakistana comprometida con el deber y mi pueblo, somos polos opuestos. Si hay alguien que realmente me amenaza es Drew Penfoll, no Hassan— estaba agitada y parecía enojada.
—Pero te gusta— Zashirah, se encogió de hombros y la miró con una traviesa sonrisa.
—Eso es lo que menos importa, Zashirah.
—Yo creo que es lo que más importa. Hassan no hace brillar tus ojos como Drew.
—¡Por Alá, déjame en paz!— frunció los labios— no quiero hablar de él — Se giró y con paso apresurado salió de la escuela, los guardias miraron su cara, pero nadie se atrevió atrevió decir absolutamente nada. A fin de cuentas; ella era la Princesa de ese país y debía ser respetada.
Zashirah sonrió con pesar, Isabdiella sentía por Drew, más de lo que estaba dispuesta a admitir