Capítulo 2
Paula se levantó muy temprano para preparar el desayuno y que su padre pudiera ir a trabajar. El sábado había una fiesta de graduación, pero ella no podía ir porque no tenía dinero ni para las entradas ni para comprarse un traje.
Su situación económica la entristecía mucho. Quería poder asistir a todos los actos con sus amigos, pero casi nunca podía.
- Buena suerte, papá. Te dejaré la comida preparada para que la calientes antes de volver al trabajo por la tarde.
- Muy bien, mi princesa. Estudia y vuelve a tu clase, pero no te preocupes por mí... ¡Ya me las arreglaré!
Paula ha llamado a Tamara.
- ¿Puedes revisar mi nota de Psicología aplicada a la salud?
- Por supuesto, compañera. El profesor Robson acaba de publicar nuestra primera nota.
Tamara sabía que Paula no tenía internet en casa, por lo que le sería mucho más difícil acceder al portal de la universidad a través de los datos móviles. Comprobó la nota de su amiga y le molestó mucho tener que decirle que no era un buen resultado. Para evitar tener que hablar, decidió enviarle una copia impresa.
Paula
Llevo esperando el resultado de horas de estudio, esta asignatura es una de las que más me cuesta y eso que está relacionada con la salud.... Implica temas psicológicos y eso es un poco complicado para mi mente tan práctica.
Sabía que no me había ido bien en los exámenes y por eso temía los resultados. Mi corazón se aceleró y descargué la imagen, mi cuerpo se estremeció al ver una media tan baja. Sólo había conseguido un seis, esa es la media de la facultad, pero para nosotros, los becarios, es necesario mantenerla por encima del siete, o podrían retirarnos la beca.
Pronto Tamara me envió un mensaje para intentar consolarme tras aquella triste noticia.
- No te enfades Paula, yo te ayudaré a estudiar esta asignatura y te pondrás al día fácilmente.
Intenté hacerme a la idea y en cuanto me envió las demás notas, me alegré más al ver que había sacado un nueve en anatomía, que era la asignatura del profesor Eduardo y eso es lo único que me importa. Quiero ser uno de los seleccionados para ir a este viaje y lo único que necesito para ello son buenos resultados.
Le di las gracias a Tamara y colgué el teléfono, dejé la comida preparada para mi padre y me duché para ir a la universidad y elegir uno de mis modelos más sexys. Cogí dos autobuses cada día para llegar al campus y tuve que pasar por delante de algunas personas divertidas e incómodas que intentaban acercarse a mí, por supuesto a causa de mi ropa.
Después de bajarme del autobús, aún me quedaban diez minutos para llegar andando a la facultad, y vi que un lujoso coche plateado se paraba a mi lado y bajaba sus oscuras ventanillas. Era el profesor Robson, llevaba gafas ray-ban negras y, en cuanto me vio, se las quitó lentamente.
- ¿Quieres que te lleve a terminar? Con esos tacones tan altos, estará cansada y tendrá que prestar mucha atención a mi lección... ¡Creo que ya has revisado tus notas! - dijo mirándome fijamente.
Si este hombre cree que ofreciéndome un aventón tiene alguna posibilidad, está completamente equivocado. Intenté no sonar enfadado mientras le contestaba:
- Sí, profesor, ¡ya he mirado mis notas y sé que tengo que esforzarme mucho para aprobar!
Me abrió la puerta del coche, aunque subiéramos con la mayor discreción, siempre habría alguien que nos viera juntos y nos hiciera comentarios.
Entramos en el aparcamiento del colegio, salí rápidamente de su coche y le di las gracias:
- ¡Muchas gracias por llevarme, profesor!
- Ha sido un detalle y espero que te esfuerces más y obtengas mejores resultados, Paula.
Entré desfilando y miré por el rabillo del ojo.... Dándome cuenta de que su mirada me seguía hasta la salida.
[...]
Robson nunca pensó en engañar a su mujer, ni siquiera en su mente. Sólo él sabía lo difícil que había sido ganarse el corazón de Sheila y no debía dejarse llevar por los deseos.
Fue a la sala de profesores y Eduardo ya estaba allí, presumiendo una vez más de sus logros.
- Ya está todo arreglado para nuestro viaje, sólo voy a habilitar una plaza para que los alumnos hagan una prueba y sean elegidos, ¡pero ya tengo dos plazas reservadas para mis alumnos más trabajadores! - La forma vulgar en que se refirió a ellos dejó claro que los había elegido.
Robson se atrevió a entrar en materia, sólo para confirmar sus sospechas.
- ¿Podría saber quiénes son esos alumnos tan especiales? - pregunté, tomando un sorbo de café caliente.
- ¡Tamara y Paulinha!
Se dio cuenta de lo astuto que era, llevaría a su objetivo de conquista con su mejor amiga para que no lo delataran cuando volviera.... Meticulosamente pensado por su mente enferma, esto enfureció a Robson.
- No creo que sea buena idea que Paula se ausente tanto tiempo de la universidad, ¡tiene bajas notas en mi asignatura!
- Pero por desgracia para Robson... Tendrás que desarrollar una nueva forma de evaluación, ¡igual que harán los demás profesores! - replicó Eduardo, que no renunciaría a ese viaje fácilmente.
Molesto, Robson se fue a dar sus clases, y ese día no se reuniría con aquellas chicas en clase.
Paula y Tamara entraron en los aseos, y allí estaba una de las alumnas que la había sorprendido llegando en compañía del profesor de Robson.
- ¡Hoy me he dado cuenta de lo gran estudiante que eres! - sonrió irónicamente.
Paula se volvió hacia ella y replicó
- Si la ironía en cuestión tiene que ver con el inocente levantón que me ha dado esta tarde el profesor Robson... ¡Estás siendo tonta!
- ¿Seguro que soy tonta? Mira cómo vistes y lo que los hombres de esta universidad dicen de ti en los pasillos. Pero te diré una cosa, puedes follarte a quien quieras, pero el profesor Robson nunca caerá en tus garras... ¡Está muy bien casado y es un hombre recto!
Robson pasaba por el lavabo y escuchó parte de su conversación, mientras Tamara se limitaba a mirar.
- No te voy a decir que soy un santo, Ana Elise, ¡pero el profesor Robson sería el último hombre de este mundo al que me sentaría encima! - replicó Paula.
Ana Elise se rió e ironizó:
- Cualquiera diría que un hombre como él no te atrae: ¡rico, guapo e inteligente!
- No es mi tipo y, además, ¡me bastaría con chasquear los dedos para que alguien como él se desenamorara de mí! - Paula siguió retocándose el carmín mientras decía esto.
Robson la oyó girar el pestillo de la puerta para salir del baño, e inmediatamente salió y entró en la primera habitación que encontró... Evitando ser visto por ellos.
Lo que Paula había dicho en aquel baño le había afectado tanto que por un momento había olvidado en qué clase se suponía que estaba.
Tras enfrentarse a Ana Elise, Paula se dirigió a su aula, pero mientras caminaba por el pasillo de la universidad... Se topó con Laura, la psicóloga de la institución y esposa de Eduardo.
Miró a Paula de pies a cabeza y no le gustó lo que vio.
- Creo que te haría bien ser más discreta, ¡alguien que quiere llegar a ser una gran profesional no debería ir por ahí así!
- Si te refieres a mi ropa, como psicóloga, ¡deberías saber que nada de eso es un modelo para determinar el carácter de una persona! - replicó Paula, fulminándola con la mirada.
Laura fue llamada por su padre y el rector de la universidad, llamado Orestes. Tamara miró sorprendida a Paula:
- ¿No será que el profesor Eduardo te mencionó y eso la puso celosa? Nadie se mete con alguien así, ¡sin una razón!
- No sería tan estúpido, si me está tratando así es porque sabe que su marido dará clase hoy en mi aula y me verá tentándole así... ¡no ha podido resistirse a venir a envenenarme con sus celos! - Paula y Tamara se dirigieron al aula.
Al entrar en la rectoría, Laura sacó inmediatamente el tema que quería tratar con su padre:
- Papá, ¡creo que por fin estoy embarazada y no quiero que Eduardo haga este largo viaje! - dijo, mientras se sentaba en una silla suavemente colocada.
- Pero es su asignatura y no podemos perder la oportunidad de llevar a los estudiantes a conocer esta realidad... Antes de sus prácticas. - replicó el hombre, frunciendo el ceño.
- Por favor, asigne esta tarea a otro profesor que esté cualificado. No quiero pasar sola por esta fase del embarazo... - insistió Laura.
- ¡Prometo pensármelo!
En el aula, Eduardo se acercó a Paula y le soltó a propósito que había sido seleccionada para el viaje y ella se alegró muchísimo.
Laura ya no quería que su distanciado marido participara en el viaje... saber que Paula sería una de las seleccionadas aumentaría los celos y la ira de Eduardo.
El decano Orestes esperó a que terminaran las clases y se dirigió a la sala de profesores, donde podrían hablar más sobre la posibilidad de un intercambio.
- No creo que Eduardo sea el profesor más adecuado para este viaje en este momento.
Las palabras del suegro del rector le sorprendieron, y la no tan buena sorpresa se reflejó en la expresión de Eduardo.
- No entiendo Orestes, ¿qué quieres decir? - preguntó.
- No quiero estropear una próxima sorpresa, así que, por favor, intenten comprender mi posición como rector.
Robson tomó entonces la palabra, el ambiente en la sala era una mezcla de sorpresa y ansiedad.
- ¿Así que el viaje se cancela?
- En absoluto Robson, este viaje es una inversión importante que se ha diseñado para proyectar y dar a conocer la universidad fuera del estado, ¡y esta es una oportunidad perfecta! - replicó el rector.
Los profesores presentes permanecieron en silencio y el decano Orestes esperó a que alguno de ellos hablara, ya que todos eran licenciados en fisioterapia y cualquiera de ellos podría acompañar el proyecto.
- ¡Me pongo a su disposición para acompañarle!
Las palabras de Robson sorprendieron a todos en la sala, ya que solía dejar muy claro que no estaba disponible para viajes largos debido a su familia y al estado de salud de su hijo.
- ¿De verdad podrías acompañarles? - insistió Eduardo.
Robson se levantó, fue a la fuente, se sirvió un poco de agua y se volvió hacia ellos con una sonrisa.
- No sólo puedo, ¡sino que sería un placer!
- Perfecto. Así que nada mejor que un profesor de su excelencia y experiencia le acompañe y tenga la libertad de desarrollar el proyecto y el método de evaluación que prefiera, para seleccionar a los alumnos que deben acompañarle. - Añadió el rector, dando por concluida la repentina reunión.
Cuando llegó a casa, Paula puso inmediatamente su móvil a la venta en una conocida página web. Aunque no tenía dinero para comprarse ropa bonita para el viaje, decidió vender su móvil para conseguir algo de dinero extra.
A Eduardo no le gustó perder la oportunidad de acompañar a Paula en este viaje. Pero, como se lo pidió su suegro, que también era el decano de la facultad, no tuvo más remedio que aceptar la situación.
Robson se da cuenta de que, aunque no era su intención, ha acabado salvando el matrimonio de Eduardo y Laura. Ahora cree que Paula merece una segunda oportunidad para mejorar su relación con él. Para evitar su imprudencia, Robson planea asignarle una tarea que le llevará tiempo ocupar su joven mente.
En cuanto llegó a casa, pensó en cómo decirle a su mujer que, por primera vez en años, iba a hacer un largo viaje con estudiantes.
- ¡Orestes me ha reservado un viaje con los estudiantes a Los Ángeles para los próximos días! - le informó, mientras ella le ayudaba a desabrocharse la camisa y se proponía calentarle esa noche.
Sheila pareció sorprendida y preguntó
- ¿Por qué tú, amor? Sabe que no puede estar fuera de casa...
- Estás siendo demasiado extremista. Nuestro hijo está bien, sano y feliz. ¡No veo ningún problema en que viaje por trabajo!
Ella se apartó bruscamente y se cruzó de brazos. Él se acercó y le acarició suavemente los hombros.
- Mi amor, no te preocupes por eso, ha llegado el momento de darle a nuestro hijo todo por lo que hemos luchado todos estos años.... Igualdad, es un niño normal y tenemos que tratarlo así si es lo que esperamos también.
- Tienes razón Robson, es que estoy usando a nuestro hijo como excusa, ¡pero la que se va a arrepentir de haber estado tanto tiempo lejos de ti soy yo! - Dijo bajando la mirada.
- Te juro que te llamaré a todas horas y, además, treinta días pasarán rápido.
Ella no estaba contenta, pero aceptó, porque lo amaba y comprendía que en ese momento él necesitaba tiempo para dedicarse a su trabajo.