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Capitulo 3 El Examen

Vane se dirigió hacia su habitación, llevaba el sobre entre sus manos, sentía que le temblaba sin poder controlarse.

Al entrar, colocó el pasador a la puerta, después se dejó caer sobre su cama, mirando hacia el techo, con los brazos abiertos, su mirada estaba fija sobre el techo.

El techo era una gran pantalla, donde todo el tiempo se reproducían imágenes del espacio en tiempo real.

La chica parecía hipnotizada, su mente iba de un pensamiento a otro, no entendía por qué no se le preguntaba sí estaba de acuerdo en llevar esa vida, para ella era difícil aún entender muchas cosas, aunque había crecido en medio de ese ambiente.

Así permaneció por algunos minutos, inmóvil, después se sentó para revisar la información sobre aquel hombre, tomó una de las fotos entre sus manos, en verdad que era guapo, atractivo y exitoso, un ideal hecho hombre.

—Así que tu eres mi objetivo, demasiado guapo, y no es mi mayor deseo que un hombre como tú me termine odiando, pero tengo que hacerlo, te pido disculpas de antemano, creo que tendrías alguna razón de peso para hacer lo que hiciste, nadie actúa sin tenerla.

Vane se dedicó los días siguientes a revisar la información detalladamente, no quería que su madre se molestara con ella por fallar, mucho menos su abuela, le tenía mucho respeto.

El día del examen, Vane se dirigió hacia la sala de reuniones, al entrar, ya se encontraba ahí todo el clan Coldwell, solo faltaba Darius, que había avisado que llegaría días después, debido a un retraso con documentos personales que eran importantes.

—Sí me siguen viendo de esa manera, me pondrán aún más nerviosa, y no podré hacer el examen. —Las chicas voltearon de inmediato hacia otro lado.

—Adelante, hija, toma el lugar que te corresponde al frente, será mejor que iniciemos de una vez el examen, haré la primera observación, la manera en la que te has presentado vestida, no es la adecuada, te has atrevido a presentarte ante nosotras en pijama.

—Lo siento, abuela, estamos en casa, y yo pensé que podría estar cómoda.

—Has pensado mal, para mujeres como nosotras, la imagen lo es todo, ¿Alguna vez has visto que aun con mi edad, me presento mal vestida a alguna de nuestras reuniones o eventos,

—No, abuela, lo siento. —Vane se sintió avergonzada, su abuela tenía razón, jamás la había visto mal vestida, ni siquiera en pijama, solo la usaba dentro de su recámara, y sus tías y primas eran iguales.

Vanessa pensaba que tenía que haber sacado mucho más de su padre que de su madre, eso respecto a su comportamiento, porque físicamente, las Coldwell eran muy similares, rubias de pelo largo ondulado, y de facciones parecidas, aunque ella se destacaba entre las demás por que era la menos exuberante, su cuerpo era natural, no se había hecho cirugías, y esperaba no hacerlo en el futuro.

—Ve a tu habitación a cambiarte, y regresas aquí vestida debidamente. —Ordenó con voz seria la abuela, la chica obedeció de inmediato, minutos después estaba de regreso.

—¿Lo ves? Así es diferente, toma tu lugar.

La chica tomó su lugar, era un pequeño sillón que habían puesto a medio lugar, las otras integrantes de la familia estarían sentadas al frente, era como una especie de interrogatorio, más que un simple examen.

Vane moría de los nervios, sentía las miradas inquisitivas de las mujeres sentadas frente a ella, solo harían preguntas las mayores, sus primas solo observarían su desempeño.

—Empecemos, por ser la cabeza de la familia, haré la primera pregunta, ¿Cuál es el nombre de tu objetivo? Describe su apariencia y gustos. —Vane pensó que esa era más que una pregunta, eran tres realmente, suspiró profundamente antes de contestar.

—Dante Damasco, conocido por sus amigos como Dadá, tiene 30 años, es rubio, ojos azules, corpulento, de los hombres es el más chico de su familia, gusta de ir al gimnasio, suele ir al club, ha participado en torneos de tenis, así como en la fórmula uno, que es otra de sus pasiones, las carreras de autos, gusta de hacer deportes extremos.

—Perfecto, veo que has cumplido con tu tarea, continuemos.

—¿Qué sabes sobre su familia? —Preguntó su madre.

—La familia Damasco es originaria de Italia, aquí en el país tienen varias empresas de diversos rubros, pero es un secreto a voces que su familia pertenece a un clan de mafiosos italianos, Procida es el lugar donde nacieron todos ellos, una pequeña isla en las aguas del Mediterráneo de tan solo 16 kilómetros de longitud.

—¿Quienes son los integrantes de su familia? —Preguntó la madre de Sara, su tía Caroline.

—Su padre es Dionisio Damasco quien tiene 60 años, y su madre, Claire de 56 años, Donatello es el hermano mayor 36 años, los gemelos Diego y Daniel 35 años, David 32 años y la más pequeña, Dina, de 19 años.

—Madre mía, esa familia ama los nombres que empiezan con la letra D. —Exclamó Katrina.

—¡Silencio! —Ordenó la abuela, la mujer se tomaba muy en serio aquello.

—Parece que has estudiado muy bien los archivos que te dimos sobre la vida de tu objetivo, eso es bueno, ¿Qué harás para acercarte a él? —Preguntó la madre de Katrina, su tía Constanza.

—Entraré a trabajar como su secretaria ejecutiva, he logrado investigar que la secretaria actual es la que trabajaba con su padre, está por jubilarse, así que me he proclamado para el puesto, tendré la entrevista en unos días más.

—Perfecto, se han terminado las preguntas, no deseo tampoco hostigarla con esto, creo que está preparada para su primer trabajo, las chicas deberán hablar con ella y darle consejos, aunque creo que no es tan necesario, Vanessa se ha educado para esto desde que cumplió los 15 años, pero bueno, deberán enseñarle sobre otros temas.

—Claro que lo haremos, abuela. —Dijo Tanya, al ser mayor solo unos cuantos años que Vane, sabía que en algunos temas era inexperta, así había ocurrido con ella.

Las Mujeres se dirigieron al comedor, después del supuesto examen acostumbraban una gran comida, poco después, llamaron al timbre insistentemente, el ama de llaves de mal humor se acercó a la puerta para ver quién era el atrevido que hacía que llamaba de esa manera.

—Mujer, pensé que no abrirías. —Un atractivo chico estaba parado frente a la puerta.

—Niño, Darius, que bien que ha llegado. —Exclamó la mujer, Darius la abrazó efusivamente.

Las Coldwell hicieron un gran revuelo al ver que el único integrante hombre de la familia había llegado, Darius era muy apuesto, rubio como todas ellas, alto y con un cuerpo lleno de músculos, resultado de extenuantes horas en el gimnasio.

—Mi divino hijo, has llegado. —Su madre se acercó a abrazarlo, él correspondió al abrazo.

—¿Y dónde está mi princesa? —Dijo refiriéndose a Vanessa, la chica se acercó a él sonriendo.

—Pero mira cuanto has crecido, me fui por cinco años, deje una niñ* y encuentro una hermosa dama.

Darius abrazó a Vanessa, alzandola entre sus brazos, comenzó a dar de vueltas, mientras ella reía, acostumbraba a hacer eso cuando era pequeña.

Después saludó también efusivamente a sus tías y a sus primas, por último a la abuela que observaba complacida lo que ocurría.

—Venga para acá la mujer más bella del mundo, pero mira nada más abuela, cada día más bella.

—Salamero que eres con tu abuela, hijo, cada día estoy más vieja.

Esa tarde fue de fiesta en casa de la familia Coldwell, hasta que a Katrina se le ocurrió decir que sería el debut de Vane.

—¿Qué estás diciendo? Mi hermana no hará nada de eso, ya lo he hablado contigo, madre.

—No puedes impedirlo, ella también pertenece a esta familia, ella y tú nos deben respeto y tienen que obedecernos, el que no lo haga, dejará de pertenecer a la familia Coldwell.

La abuela estaba sumamente molesta, era prácticamente una tradición entre ellas, y no pensaba dejar que terminaran con ella.

—No te preocupes, Darius, todo está bien, no hay problema. —Vane intentó calmarlo.

—Pero me has contado sobre tus sueños, ¿Qué hay de ellos?

—No importan, haré lo que me pide la abuela.

Darius era un rebelde, pero sabía que la abuela hablaba muy en serio, era una mujer amorosa, pero la peor enemiga si no se le obedecía al pie de la letra.

El chico salió a la terraza para fumar un cigarrillo, necesitaba calmarse, Vane salió un poco después.

—¿Desde cuándo fumas? —No sabía que lo hacía, él le contaba todo, pero había omitido ese detalle.

—Desde que trataba de hacerme a la idea de que debo cumplir con lo que la abuela me ordene, por un momento pensé en no regresar, en alejarme, pero eso sería no volver a verte ni a nuestra madre, y eso no podría soportarlo, por eso tardé algunos días más en regresar, lo estaba pensando.

Vane se acercó para abrazarlo fuertemente, Darius era tan soñador como ella, quería viajar, conocer el mundo, enamorarse de una buena chica, casarse y tener hijos, pero eso solo se lo contaba a ella, sus sueños eran similares.

—¿Entonces has pasado el dichoso examen?

—Lo hice, aunque fue más un interrogatorio que otra cosa, solo quieren asegurarse de que cumpliré bien mi trabajo, desde que murió la madre de Marianne, la abuela no permite que haya errores.

Dos integrantes de la familia habían muerto años atrás, la madre de Marianne a manos de su amante, y la madre de Tanya, que murió cuando ella nació, durante el parto, fue criada por la abuela y la madre de Vane.

—Hubieras hecho lo posible por no pasarlo, ¿Cuándo empezarás el trabajo?

—Sabes que eso en nuestra familia sería humillante, en unos días más conoceré al objetivo.

—Necesito que me des los archivos para estudiarlos, necesito saber que estarás a salvo.

—Te los daré más tarde. —Regresaron para unirse a las demás integrantes de la familia, ellas charlaban animadas como si nada pasara, era normal entre ellas la forma de vida que llevaban.

Por la noche, Darius revisó cuidadosamente los archivos, al hacerlo se sintió furioso, ¿Cómo demonios enviaban a la más pequeña de la familia a lidiar con un clan de mafiosos?

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