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Capítulo 4 Flechazo.

Florencia:

Pase toda la noche dando vueltas sin poder dormir, cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de Leonardo, esa barba recortada a la perfección, sus labios que tentaban a besarlos, ¡demonios! ¡¿Que me pasa?! Me levanté temprano para salir a buscar trabajo, tomé mi guitarra, si no conseguía nada tendría que ponerme a cantar en la plaza, no me iba nada mal cuando lo hacía, pero necesitaba un sueldo fijo para ayudar con la renta de la cabaña.

Estuve caminando un largo tiempo, estaba sumida en mis pensamientos cuando alguien tocó mi hombro, al girarme lo vi, Dios todo poderoso, ¿acaso podía ser aún más hermoso con la luz del sol? Creí que lo había visto bien anoche, pero no fue así, Leonardo es el hombre más hermoso que he visto.

— Hola. — Me mira con una hermosa sonrisa Blanca y yo por unos segundos no sé qué contestar.

— Ho— Hola Leo. ¿Qué haces aquí? — Parezco tonta hablando así.

— Vine por ti, quisiera pedirte, mejor dicho, quisiera contratarte por el fin de semana, a partir de hoy, tengo una reunión con el grupo que estuvo anoche en el restaurante y me gustaría que cantaras, te pagaré bien. — Habla con tanta confianza como si me conociera de toda la vida. Y lo peor es que no tenga ni fuerzas ni ganas de negarme.

— No lo sé, debo buscar un trabajo fijo. — lo más sensato es que me aleje.

— Puedes empezar a buscar el lunes, te pagaré lo que ganabas en dos meses donde Alfredo, ¿qué dices?

— ¡¿Que?! Es demasiado, no soy un reproductor de música, deberé parar a descansar y...

— Por supuesto, no estarás cantando siempre, solo unos temas por aquí y por allá, además te garantizo que te divertirás, ¿qué dices? — Sé que me arrepentiré, pero más que por el dinero iba a aceptar para poder estar a su lado.

— De acuerdo, a qué hora y donde. — Me hace subir a su auto mientras hablamos.

— Te llevo a tu cabaña para que recojas algunas mudas de ropa, te irás de inmediato conmigo y volverás el lunes a primera hora.

— Hoy es viernes, dices tres días en tu...

— Es una estancia grande, tengo habitaciones de sobra, no te preocupes. — ¿Cuánta tentación voy a pasar al tenerlo a mi lado?

— Bien, vamos y de paso le avisaré a Mónica.

— ¿Es algún familiar tuyo? — Su pregunta me sorprende es como si realmente le interesara saber cosas de mí.

— No, es la otra camarera del restaurante, vivimos juntas porque compartimos gastos, eso es todo.

— Oh, ¿y tu familia? ¿Siguen en México?

— Sí, ellos están allá. Ya no pudieron volver. — No pude evitar que mi voz salga un poco rara gracias al nudo que se formó en mi garganta, mis padres quedaron en aquel lugar, que una vez fue mi hogar, por lo menos sus cuerpos están allí, porque su recuerdo y amor estarán siempre conmigo.

— Hey, ¿estás bien? ¿Qué sucede?

— Nada, detente aquí ya llegamos ahora vuelvo. — Escape como mejor sabía hacerlo, me estaba costando retener mis lágrimas, no me gusta hablar de la muerte de mis padres.

Al entrar veo que todo sigue como cuando me fui hace un par de horas.

— Mónica, despierta.

— ¿Qué pasa? ¿Qué hora es? — dice la somnolienta morena.

— Es temprano, solo quiero decirte que volveré el lunes, no te preocupes por mí, ¿de acuerdo?

— Mmm, bien, cierra la puerta y déjame una nota, todavía estoy dormida, no sé si recordaré esta charla.

— Eres increíble.

La morena con la que vivía, simplemente se dio la vuelta y continuó durmiendo. Tomé mi mochila, la cual siempre tenía preparada por si debía escapar, aun estando casi en el fin del mundo tenía miedo de que Manuel, alias el cuervo, o alguien de su cartel me encontrara, me detuve en ese pensamiento. MALDITO CUERVO, ¿CUÁNDO TE PIENSAS MORIR, PARA QUE YO PUEDA VIVIR EN PAZ?

Salí lo más rápido que pude luego de dejarle una nota a mi compañera.

— ¿Vamos? — pregunto con una sonrisa en mi rostro y es que solo me basta verlo para sonreír.

— Eso fue rápido. — Solo sonreí, y el hizo mismo, dejándome totalmente encandilada, con esa sonrisa de dientes blancos y perfectos, era hermoso y eso que he visto a hombres bellos en mi vida.

— ¿Estas lista? te aseguró que ahora comienza la aventura de tu vida.

— Ya lo creó.

Fue todo lo que pude decir, y no sé porque demonios me sonroje, algo me dice que está en lo cierto, esta será la aventura de mi vida.

Leonardo:

Se ve totalmente hermosa, con su cabello suelto, es extremadamente largo, aunque ahora su rostro tiene un deje de tristeza, me pregunto hace cuánto no ve a su familia, me siento responsable, por hacerla recordar la distancia que los separa, quizás si todo sale como tengo pensado, realicemos un viaje a México, me gustaría recibir la aprobación de sus padres.

Dios, estoy hablando de aprobación de sus padres cuando ni siquiera le eh propuesto nada a ella.

— Bienvenida a la estancia León. — Le anuncio ni bien pasamos la tranquera de entrada, sus ojos adquieren un brillo de picardía.

— ¿León? Cuanta humildad. — lo dice con burla, pero lejos de enfadarme me hace reír a carcajadas. Si se está burlando, bien, mientras ella este alegre, no me molesta.

— No sé me ocurrió otro nombre, aunque quizás lo cambie por estancia el Hada. ¿Qué te párese?

— Me gusta, pero tal vez deberías preguntarle a tu novia si le gusta. — En ese momento me congele, no quería mentirle, pero ¿cómo explicar todo lo referente a ese tema? llevaría tiempo, no se lo podía decir ahora.

— ¿Que te hace pensar que tengo novia? — pregunto con cautela.

— Tú alianza. — hace tantos años que la llevo que la había olvidado, ya que para mí no significa nada.

— Eso tiene una explicación, pero ahora déjame mostrarte tu hogar, por lo menos durante los próximos días. — Y por el resto de tu vida, si es que me aceptas. Dios, jamás traté de enamorar a alguien no sé qué hacer, le di un pequeño recorrido por la estancia, luego de mostrarle su habitación.

El caminar a su lado me permite perderme en su aroma, estoy seguro de que no usa ningún perfume, es solo el aroma de su piel, huele a vainilla y coco, un aroma tropical, como si lo llevara en su sangre.

— ¿Pasa algo?

— Disculpa, tu aroma me distrae, hueles de maravilla. — Le dije la verdad sin pensarlo, y lo único que espero es que no lo tome a mal.

— Lo dices como si fueras a comerme. — Ella solo ríe ante su idea, esos labios cada vez que se curvan deja ver una belleza y simetría en su cara como nunca había visto. Me tiene a sus pies. Mi hermosa hada.

— Quizás, esa es mi intención, poder comer un poco de ti, y así saber si eres real o una hermosa ilusión ante mi desesperación, por encontrar a la mujer perfecta. — La cara de asombro no se hace de esperar, pero se recompone rápidamente.

— Será mejor que dejes de decir esas cosas o terminare creyendo en ti, cuando la verdad es que le perteneces a otra. — la cierta nota de tristeza en su voz me alienta a hablar y tratar de explicarle lo patético de mi situación.

— Solo por un capricho estúpido de mis padres es que estoy comprometido, nada que no se pueda arreglar.

— ¿Acaso estas diciendo que tus padres te consiguieron novia?

— No, novia no, una prometida que es peor, pero hasta anoche… nunca sentí la necesidad de oponerme realmente a sus deseos, pero ahora que te conozco, solo quiero tomarte en mis brazos y gritarle al mundo entero que por primera vez en 28 años me enamoré. — bien lo dije y seguro que ahora saldrá corriendo.

— No hablas enserio nadie se enamora de pronto, sin conocer a la otra persona, saber su pasado o sus planes para el futuro.

Podía ver como mis palabras no la asustaban, ni la enfadaba, ella solo me miraba con un brillo de anhelo en sus ojos, el cual tomé como una invitación a seguir, a mostrarle mi corazón, y para que sepa que en el solo estaba ella.

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