Sinopsis
La desgracia ha llegado a Ciudad Prohibida. Una maldición se apodera de la vida de An, la esposa del Emperador y amada Emperatriz del reino. El tiempo es muy limitado, pero aún hay esperanza. Un sabio de dudosa procedencia, dijo que la única salvación es la pluma del legendario Fenghuang; el verdadero reto es encontrarla antes de un lapso limitado de tiempo. Yun, el hijo más pequeño de la dinastía Qing, decide lanzarse a tan arriesgada misión, llevando como pista nada más que un antiguo acertijo. Con la inesperada, y quizá no muy deseada ayuda de Siu Wu, una chica proveniente de una pequeña y recóndita aldea, él espera poder rescatar a su madre, antes de que sea demasiado tarde, pero habrá un secreto escondido detrás de toda esta encrucijada. Una antigua guerra entre criaturas míticas volverá después de miles de años. El Fenghuang y el Dragón están a punto de volver de las cenizas ¿Lograrán consolidar su amor después de sus tragedias legendarias?
Prefacio: Una curiosa historia
—Mis queridos pupilos, el día de hoy hablaremos sobre nuestros seres protectores y sagrados. Nuestro pueblo ha crecido bajo la protección de muchos espíritus que cuidan de nosotros en todo momento. Es por eso que China se siente un pueblo dichoso cada vez que vamos a los templos y le oramos a estos seres magnánimos de luz. Joven Shun, ¿podía comenzar la lectura?
El niño se aclaró la garganta, se puso de pie y comenzó a leer las escrituras.
—Fenghuang... ave legendaria y sagrada por excelencia para el pueblo de China. Se dice que éste mítico ser representa la unidad de todos los pueblos desde la prehistoria. También tiene la fama de brindar buena suerte a todo aquel que crea en él, por ello es que mucha gente ha plasmado la imagen de su figura en los grandes templos y también en los altares de sus casas para pedirle protección. Asimismo es una costumbre que se utilicen los colgantes de jade con la moldura del Fenghuang para protegerse mientras se está fuera de casa.
—Eso es todo príncipe Shun, a ver continúa la lectura príncipe Jin —dijo el Laoshi* de los tres pequeños soberanos de Ciudad Prohibida.
—Pero por supues...
–Yo, yo por favor, Laoshi ¡Que sea mi turno! ¿Si? —intervino Yun, mientras levantaba su mano con insistencia.
—Joven príncipe, tienes que esperar tu turno, las cosas no pueden ser como tú quieres todo el tiempo —sermoneó con suavidad.
—No es lo que me dice Padre cuando le pido algo —hizo un puchero.
—Ugh... está bien, continúa tú —contestó resignado; siempre era lo mismo con el más pequeño de los Qing.
—Eres un consentido y un caprichoso, hermano —bufó Shun, el mayor de los tres.
—Cállate y escucha la lectura —contestó Yun y se aclaró la garganta —. Se dice t-ambién que desde tiempos antigu-os que el Fen-ghu-ang es el protect-t-or de la Empera...triz, siendo su am-m-uleto de la bu-ena suerte en to-do momen-to.
—Bien... suficiente Yun, ahora sí le toca a Jin. —El laoshi interrumpió la lectura.
—¡Pero si apenas voy comenzando! —alegó Yun.
—Ya sabes que cuando le quitas un turno a tus hermanos te acorto el tiempo —Lo vio con autoridad para que el pequeño pasara el libro a su hermano.
—No es justo. —A regañadientes pasó el libro y se cruzó de brazos.
—Continúa Jin, por favor. Te escuchamos —El Laoshi juntó sus manos para prestar atención al príncipe.
—De acuerdo —sonrió el príncipe Jin y prosiguió la lectura—. El significado del Fenghuang es del todo positivo para el pueblo chino y representa honestidad y lealtad, sobre todo si en una casa está su imagen. Además su espíritu sólo está presente cuando el gobernante es justo y no hay corrupción de por medio. Se dice que el Fenghuang posee los cinco colores de los elementos que son...
El pequeño príncipe dejó de prestar atención a la lectura y dirigió su mirada al gran ventanal, ya que el viento mecía con suavidad las cortinas color crema del gran salón de estudios. De pronto un destello colorido más veloz que un relámpago pasó ante su vista y su alma se llenó de curiosidad al instante.
Yun volteó a ver a su hermano Jin, que estaba sumergido en su turno de lectura. Luego vio a Shun, que como todo un niño bueno hacía anotaciones en su cuaderno y el Laoshi se limitaba a observar a quien en ese momento le tocaba leer; realmente estaba muy orgulloso de sus pupilos reales.
Sin pensarlo dos veces, el más pequeño se levantó de la mesa con cuidado para pasar desapercibido, caminó de puntillas y salió del salón. Evadió en el camino a unos cuantos guardias y sirvientes escondiéndose detrás de los muebles, de las vasijas y de las columnas ornamentadas del palacio; esas eran las ventajas de ser pequeño; aunque eso no lo libró de que su corazón sintiera el miedo de lo que conocía como desobediencia.
En una carrera se colocó sus sandalias, que estaban justo enfrente de la puerta que daba al exterior junto a las de sus hermanos y se dirigió hacia el jardín trasero, donde había visto aquel extraño destello. Caminó por los alrededores y con infortunio no vio nada. A lo mejor su vista le hizo una mala jugada y quizá sí fuera un relámpago. Cabizbajo por la decepción se encaminó con paso lento hacia el interior del palacio.
Ya casi llegaba a la puerta principal cuando lo volvió a ver, destellaba con una luz cálida y gentil que provenía de lo alto; justamente de la copa de aquel árbol rosado, tan antiguo como hermoso. Sin pensarlo dos veces, Yun corrió hacia ese árbol de cerezo, que para el niño era tan alto como el cielo.
Miró hacia arriba y un poco de vértigo invadió sus sentidos. Tragó grueso, pero ningún tipo de malestar le impediría llegar hasta aquel destello que parecía llamarlo. Se trepó como pudo y divisó el aura luminoso en la copa o ...quizá más arriba. A cada poco miraba hacia abajo, no había manera de que avanzara; esto comenzaba a frustrarlo sobremanera.
No pretendía quedarse solo en las faldas del árbol, la necesidad de aquel descubrimiento era más de la que pudo imaginar, porque en cuestión de un par de minutos ya había avanzado a la mitad del árbol. Yun sentía que a cada paso estaba tan cerca de llegar, algo le decía que faltaba muy poco para saber qué era aquella luz que parecía llamarlo.
—Se puede saber ¿Por qué abandonaste la clase así de repente, joven príncipe? —El Laoshi lo miraba desde arriba con mirada retadora.
—Es que, no creerás lo que...
—... Solo baja ahora, o el Emperador se enojará conmigo si te ve allí y no en clase —sermoneó el Laoshi al principito y él bajó de inmediato sintiendo que se había perdido algo emocionante.
—Vamos adentro —Le dio un leve empujón para animarlo a que entrara al palacio—. La lectura aún no termina y ya es tu turno de seguir, como tanto querías.
Mientras tanto, en lo alto del cerezo, uno de los árboles más antiguos del palacio, un ave de color rojo con diversas plumas coloridas y una larga cola, observaba cómo el principito entraba a su hogar y sus plumas volvieron a relucir con la luz del atardecer.
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Glosario:
Laoshi: profesor o tutor.
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