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Capítulo 3 Fénix.

Miedo, es lo primero que siento cuando cobro la conciencia, aunque sigo manteniendo mis ojos cerrados, miedo de abrirlos, miedo a lo que podría encontrar. Esa sensación de terror a lo desconocido, sé que ya no estoy en el bosque, sé que algo cambió en mí y eso me aterra; no puedo estar toda la vida así, no puedo jugar como cuando era niña que pensaba que si cerraba mis ojos nadie me vería, si lo se era tan ingenua.

Al abrir mis ojos quede impactada era todo tan hermoso. Pero aún seguía confundida por lo que está pasado y más aún no sé dónde carajos estoy.

El último recuerdo que tengo es a mi envuelta en llamas, ahora estoy en un tipo de palacio, todo aquí parece hecho de oro brillante, pero no ostentoso casi como un paraíso, todo es tan irreal como en un sueño. ¿Será que morí?, ¿estoy el paraíso?, no es que me asombre, digo nunca fui buena creyente, siempre creí que al morir volvería a nacer la reencarnación era mi mejor opción.

Dejó mis pensamientos aún lado, ya que no me llevarán a ninguna parte, prefiero seguir por un pasillo largo como los demás, con la diferencia que algo en él me atrae; trato de no tocar nada, de aquí párese cosas muy valiosas, al doblar en una esquina me encuentro con una gran puerta y como soy curiosa decido abrirla haciendo un fuerte ruido puede que se vea valiosa, pero necesita una arregladita.

Me encuentro con un gran salón amplio, me siento muy pequeña en este lugar. Aunque todo este sitio era fascinante y cada rincón me distraía con los miles de diamantes que parecían constelaciones, pero no reconocí ninguna.

Enfoco la mirada al frente de mí donde se encontraban seis tronos en cada uno, vi alguien sentado, no sé cómo no me percate de ellos al entrar, como valentía no es, mi nombre iba a salir de ahí, pero una voz me detiene.

— Hija—giro lentamente para ver quien dijo eso y me encuentro con un señor que estaba en un trono, creo sentir que el miedo vuelve, me voy acercando poco a poco sin decir nada hasta llegar más cerca de él.

Quería decir tanto, pero las palabras se quedaron atravesadas en mi garganta; era como ver a Bastian, su parecido es tanto, cabellos rojizos, su mirada es como mamá, la describió, transmite paz, al menos eso le entendí cuando la embriague para que me dijera quien es mi papá, lo bueno que no se dio cuenta si no me hubiera castigado.

—No dirás nada. —la mujer a lado del hombre que me dijo, hija, espera una respuesta de mi parte.

—Pues no sé qué decir —le digo en un tono desinteresado —mi madre siempre me habló bien de mi padre, jamás pondría en duda su palabra.—un brillo muy singular aparece en los ojos de mi padre cuando nombre a mamá.

—Tu madre, como está, ¿se casó de nuevo? —con que eso era hasta le costó decir eso.

—Si hasta ahora llevo el quinto padrastro. —trato de ponerme sería y no reírme con la cara de espanto que puso, si señores, venganza dulce, venganza, eso le pasa por irse y no llamar, eso dura un rato hasta que otra mujer habla.

—Deja esa cara de espanto, no ves que la niña te está tomando el pelo. —sonrió cuando veo la cara de alivio de mi padre.

—Lo siento, pero tenía que hacerte esa broma, te la mereces. —me duele el estómago de reírme.

—Así que no se casó. —al parecer él sigue queriendo a mamá y si es así, no sé por qué se fue.

—No, cada vez que algún tipo se le acercaba, le decía que ella ya estaba casada y amaba a su esposo, a veces funcionaba, pero había algunos que se ponían pesados, mi hermano y yo los echábamos - el asombro en sus rostros distrae de lo que hablaba.

—Her…hermano.

—Si mi hermano y para ser sincera mamá se quedó dormida cuando lo hicieron, ustedes son como dos gotas de agua. —todos en el trono se miran entre sí —¿A caso tú no sabías de mi hermano?

— No…no...no sabía que tenía otro hijo aparte de ti. —la tristeza en su voz es clara, aunque creo que esto también pondrá triste a mi hermano.

—Bueno, pues si algún día te da por conocerlo al cabeza de zanahoria le alegrará verte. —digo para que se relaje porque veo que la noticia lo puso melancólico- ya todo aclarado, alguien me explica que pasó y porque estoy aquí con personas que no conozco sin ofender. —miro a papá que está vez está más tranquilo.

— Primero nos presentaremos. —Sonríe papá.

—Soy Ra, Dios del sol y padre de ellos. —se presenta el hombre de en medio.

—Entonces, ¿eres mi abuelito? —algo en lo que soy buena es en decir cosas para incomodar a las personas; es claro, ya que él intenta ponerse serio ante mi pregunta porque se ve joven, alguien tan así no sería el abuelo de nadie.

—Si tú quieres llamarme así no hay problema. —escucho que una mujer se ríe demasiado fuerte y es la misma que está a lado de papá.

—Lo siento, pero es la primera vez que veo a papá el gran y venerado Dios Ra estar tan incómodo. —da gracia, pero si lo puse incomodó es un don lo que hago.

—Bueno, como sea me presento, yo soy Lilit, madre de los demonios. —me asombra mucho lo que dice madre le los demonios, así que no solo existente los hombres lobo y ahora que creo que debí suponerlo, ya que mi “abuelito” dijo que es el Dios del sol Egipcio.

— Me toca. —habla un hombre a su lado —Mi nombre querida sobrina es Vlad, pero dime Black, soy el padre de los vampiros, —me dice muy tranquilo.

—Okay hablas de Vlad el primer vampiro. —activo mi modo nerd sé que dije que prefiero a los hombres lobo, pero los vampiros también me intrigan.

—Si ese mismo, pero mejor dime tío. —me agrada mi nuevo tío.

—Ya me toca, soy Deilec padre de los brujos. —él es el más joven de todos y parece adivinar lo que pienso —Ya sé que pensaras que soy muy joven para ser el padre de los brujos, pero todos aquí tienen más edad de lo que aparentan. —eso hace que me asombre.

— Así que mamá se casó con un anciano. —todos con excepción de papá se ríen.

—Creo que eso te lo explicaré después. — aclara la garganta.

—Bueno, me toca a mí, soy Artemisa, pero muchos me conocen como la Diosa Luna, madre de los hombres lobo. —es muy bella, su cabello blanco es muy largo, su vestido del mismo color resplandece, sus ojos son tan azules como dos zafiros.

Esperen si ellos son mis tíos hermanos de papá, hijos del Dios de todo lo creado, entonces papá es también un Dios, o peor aún yo soy su hija. Cuando me pongo nerviosa ni sé lo que pienso es un poco confuso, pero la idea está no.

—Viendo tu cara de terror me dice que ya estás asimilando la información, así yo también me presento porque no creo que tu mamá haya dicho mi nombre. — asiento —Bueno, el nombre que se me dio cuando nací fue Fénix y el que utilice en las tierras era Fran, soy tu padre. —en serio es todo confuso ahora entiendo a quién lo saqué.

—Sabes me perdiste, me dices que tu nombre es Fénix como el ave mi…. oh. — ya capté, él es el ave mitológica que renace de sus cenizas.

—Si yo soy el Dios que representa esa ave, por eso estás aquí. —todo me confunde.

—Para ser sincera yo creí que ya estaba muerta porque lo último que recuerdo es a la bruja de Dinora asfixiándome sin ofender. —veo a mi tío Deilec.

—No me ofendo, hay algunas cosas que no puedo controlar. —está serio, dejando su postura tan desinteresada que tenía notándolo bien, parece como si tuviera mi edad, es muy joven.

—Tú llevas mi sangre y lo que hizo la bruja de alguna forma aceleró para que tu lado Fénix despertara por completo, por ese motivo te hemos llamado — esto cada vez me gusta menos, solo por lo que pasó decidió verme.

—Entonces, si no hubiera pasado eso, tú no me hubieras dicho quién eres. —le reprocho cosa que hace que todos en la sala se pongan serios.

—No, hija, lo que pasa es que si alguien se llegaba a enterar de que tú o tu hermano eran mis hijos, correrían peligro —me mira triste —no sabes lo que me dolió dejarlos, yo amo a tu madre, fue es y será la mujer que ame por la eternidad. —okay eso fue lindo.

—¿Mamá sabe quién eres?

— Si, se lo dije todo cuando le pedí que se casará conmigo, aunque al principio creyó que estaba loco, aun así se casaría conmigo, después me creyó. —necesito saber la historia de mis padres, al menos toda por qué mamá hasta borracha sabe guardar secretos.

—Pues ahora entiendo todo. —rasco mi barbilla pensando en el comportamiento de mama.

—¿Qué entiendes? —pregunta Lilit.

—Pues porque me dolió el rechazo de uno, sus hijos. —señaló a la Diosa Luna, sé que ella me escogió como pareja de vida de uno de sus hijos.

—¡Que hizo que! — levanta la voz mi padre y mira a su hermana —¡Luna!

—Yo pensé que él la aceptaría, pero no conté con que la bruja lo hechizara, —Porque todo me lo dicen así como así sin anestesia tengo que asimilar todo lo que dicen rápido.

—Bueno, no sé cómo es eso, pero yo solo lo quería como hermano. —trató de calmar a mi papá porque, aunque suene imposible, su cabello se puso más rojo de la ira, si creo que vi chispas en sus ojos.

—Lo sé, pero pensé que sería feliz, ahora morirá de la tristeza por no tener a su mate. —eso me asustó mucho.

—Pero, como, no entiendo por qué. —me altero, no quiero que nada le pase a mi amigo.

—Te explico al convertirte en una Fénix, te consumiste en llamas, cuando eso pasó murió tu parte humana; renaciste como una persona sobrenatural, tu parte humana era la mate de Aldo, al morir está, él sintió su muerte, por eso todos piensan que tú estás muerta, hará que la tristeza lo consuma no solo eras su mate también su mejor amiga la culpa lo está consumiendo. —no puedo creer lo que le está pasando a mi amigo.

—Pe.pe...ro, pero no es su culpa. —digo llorando —La que mato mi parte humana fue Dinora no él, no merece sufrir. —lloro hasta que mi padre baja de su trono y me abraza.

—Ya lo sé, pero él morirá, ya que no tiene mate. —dice mi tía triste, como puede pasar esto, amo a Aldo, jamás dejaría que sufriera.

— Tú eres la Diosa Luna, podrías darle otra pareja de vida, otra oportunidad. — me le arrodilló ante ella suplicante, no me importa humillarme, estaría así toda una vida con tal de ver bien a Aldo.

—Veré que puedo hacer, pero levántate. —lo hago con la ayuda de papá.

—Hija, te hemos llamado para proponerte algo. —quito las lágrimas de mí en mejillas rojas.

—Al ser tú la única Fénix, aparte de tu hermano y de mí, queremos que escojas a personas que como tú que no tienen maldad en su corazón para que formen un grupo de protectores para los seres sobre naturales. — el abuelo me lo dice serio.

—Pero, pero yo no sé cómo usar los poderes de un Fénix. —murmuró asustada, no sé ni cuidar un pez, lo sé por qué el último que tuve desapareció. ¿Cómo un pez desaparece?, no lo sé.

—Por eso no te preocupes, nosotros te ayudaremos — me saca de mis pensamientos, mi nuevo tío Black, que se mantuvo muy callado.

—¿Qué es exactamente lo que quieren que haga?, que convierta a humanos en Fénix.

—No solo a humanos, también pueden ser seres sobrenaturales, pero tienes que ponerte de acuerdo con los líderes de cada especie para firmar un tratado, pero eso será después. — ellos ya tienen todo planeado, algo me dice que no me han contado todo lo que debería saber.

—Está bien, lo haré. —que más da se supone que la fénix son inmortales, no creo que algo malo me pase.

—Entonces comencemos con el entrenamiento.

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