Sinopsis
Hanna Müller es una atractiva estudiante de medicina, que tiene a su cargo a su hermana de ocho años Mia, tras la muerte de su madre hace ya dos años, ella es su única familia, su todo. Para poder mantenerla a ambas, Hanna, de día, estudia medicina, pero por la noche hace de acompañante en una agencia de hombres millonarios. Dentro de sus normas, está la máxima, de no tener sexo con sus clientes, además ella tiene novio. Por otro lado, Roy William Miller, es el CEO, tras su padre, Norman Miller, retirarse el año anterior, lleva la dirección del Grupo Miller, aunque comparte sus acciones con sus hermanos y hermanas, entre ellas está su melliza Alian. La razón por la que trasladó a la sede central de Miller en Londres es porque quería estar cerca de su hermana, ya que no se fiaba del marido de ella, nunca le había gustado. Una noche descubre a su cuñado con otra mujer, una atractiva y deseable mujer que despierta su interés, al igual que su irá. Aunque esta última empeoró al descubrir que esa preciosidad es únicamente una acompañante, una mujer que se vende por dinero. Pero tres cosas suceden al mismo tiempo que lo cambia todo. Lo primero Mia, la hermana de Hanna, sufre un accidente, que necesita de una operación y una rehabilitación muy larga. Segundo descubre que su novio la engaña, por último, Roy la salva de los abusos de unos sus clientes, pero el cliente consigue que la despidan. Sólo le queda aceptar la propuesta del maldito CEO de ser su amante por un año, sin ninguna restricción por su parte, excepto la de enamorarse. ¿Qué sucederá? Ven a leer una de las historias de los mellizos de mi novela prima. "La noche que te convertiste en la madre de mis hijos".
Prólogo:
Hanna Müler.
Salí corriendo del hospital, donde estaba haciendo las prácticas de ultimo años de carrera antes de la especialidad. Suelo ser una persona muy previsora, me gusta gestionarme mis tiempos para dedicarlo, sobre todo, a mi hermana Mía de ocho años, pero esta vez Madame Flynn Lee no me dio casi tiempo para prepararme.
Por lo visto esta noche teníamos un servicio urgente, varios millonarios habían llegado a la ciudad para una convención de hoteleros y necesitaban compañía para asistir a diferentes eventos. Se suponía que descansaba este fin de semana, pero por lo visto no era así.
Miré el reloj en mi muñeca, tenía todavía dos horas para llegar a casa, dar de comer a Mia, avisar a la señora Hollman, para qué anoche se quedará con mi hermana, y prepararme para estar lo suficientemente atractiva, para asistir a la convención que se iba a celebrar en el Gran Hotel Miller Continental, daba gracia que Beatriz me recogiera, o sino no sabía de donde iba a sacar el tiempo.
Habíamos sido llamados diez de los mejores acompañantes de mi empresa W.S Company, que iban distribuidos entre damas y caballeros acompañantes. Era una empresa totalmente legal, ofrecíamos servicios de acompañante masculinos o femeninos, niñeras o niñeros, damas o caballeros de servicio, organizadoras u organizadores de eventos, y todo aquello que tuviera que pudiera hacer la vida de los millonarios, las millonarias, los empresarios, las empresarias, solteros, solteras, casados, casadas o viudos, viudas, más fácil.
Las reglas de W.S. Company eran muy claras, no era una empresa de damas y caballeros de compañía, dónde los servicios más especiales, como son las relaciones sexuales estaban rotundamente prohibidos, éramos simplemente una empresa de servicios. También estaba prohibido, revelar secretos de los o las clientes o meterte en algún conflicto donde él o la cliente quedará en evidencia, y lo más importante enamorarse de un cliente o una cliente.
Lógicamente el o la cliente debían comprometerse, también en algunas reglas, bajo contrato, como era, comportarse con educación y respeto hacia su acompañante, no podían darnos regalos que no fueran ya previamente estipulado en el servicio que habíamos prestado, no enamorase de la o el acompañante, y desde luego, no difundir mala publicidad de la compañía que habían contratado. Cualquier rotura de esas reglas tanto por parte de las o los acompañantes como por, el o la cliente que nos había solicitado el servicio constituía un rompimiento de contrato, y la consiguiente sanción económica estipulada en el contrato, o despido, según procediera.
En realidad, este no era mi trabajo soñado, estaba estudiando medicina, me quedaba un año y después, quería hacer la especialidad de cirugía general, además interinidad, que me daría el dinero suficiente para dejar este trabajo. Mientras tanto debía atender a mi hermana, tras el fallecimiento hace dos años de nuestros padres, en un accidente de coche múltiple, donde murieron muchas personas.
Mis padres eran maravillosos padres, y unos auténticos eruditos en medicina, mi padre era profesor de medicina, y se dedicaba a la investigación del cáncer, mi madre, por su parte, era una excelente pediatra, como médicos eran excelentes, pero como muchos importantes científicos, para todo lo que tenía que ver con la economía, la gestión económica y los ahorros financieros, eran un total desastre. A pesar de sus grandes sueldos, no eran para nada ahorrativos. Nunca pensaron tener previsto, por si en el futuro, o como en este caso, tras su accidente de coche que acabó con sus vidas, tener asegurado el futuro de sus hijas.
En su defensa, digo que, hasta hace dos años, era la típica estudiante de medicina, hija de eruditos en ese campo, que sólo se preocupaba por estudiar, y en que su padre le diera todo lo que ella le pidiera, me encanta salir de fiesta a divertirse con sus amigas, que compartían mi oculto hobby, pero todas terminaron desaparecidas, cuando mi familia cayó en desgracia.
Cuando mis padres fallecieron en ese accidente, los acreedores que hasta ahora se habían conformado con recibir un pagaré a cuenta de la gran fortuna que mi padre ganaría cuando sus estudios terminasen, y mientras los sueldos astronómicos pagaban la casa, y los lujos que yo y mi hermana pedíamos, exigieron su ejecución, y cayeron sobre los bienes que quedaban de la familia.
Tuve que vender la gran mansión que mis padres habían comprado, así como muchos de los tesoros, y joyas que mi madre y yo teníamos, para pagar la deuda que mi padre había contraído.
Cuando todo acabó, nos quedamos con lo suficiente para comprar un pequeño apartamento en las afueras de Londres, cerca de mi universidad, para poder ir caminado, ya que también tuve que vender mi deportivo.
En un principio pensé en dejar mi carrera de medicina, y dedicarme a trabajar para cuidar a mi hermana, pero cuando estaba a dos meses de tener que pagar la matrícula del próximo semestre, una de mis compañeras me habló de la empresa W.S. Company, al parecer muchas y muchos universitarias y universitarios, habían trabajado para ella, usándola para pagarse su carrera, ya que, entre el sueldo, y las propinas que recibía por los o las clientes, te podías permitir ese lujo.
Pese a lo bien que me habló del trabajo, yo lo rechacé de primeras, pensé que tendría que hacer otras cosas por dinero, para mi modo de ver en ese momento, un o una acompañante eran igual que a una prostituta o a un jineteo.
Pero esto era por mis perjuicios, nada más lejos de la realidad. Otras causas de mi primer rechazo fueron que tengo novio hace cuatro años, es un hombre maravilloso que se ha mantenido a mi lado pese a todo lo que he sufrido, ha sido el primer y único hombre con el que he estado y ni quería cruzar esa línea.
Pero como se suele decir, "las ganas nacen de la necesidad", y cuando las facturas se acumularon, la mensualidad del colegio de mi hermana ya no se podía aplazar más, y el semestre de la Universidad estaba muy próximo, decidí probar para intentar resolver por unos meses mi problema. Pero cuando empecé a trabajar, y empecé a tener clientes fijos, me di cuenta de que no era tan malo como mi mente había pensado en un principio. Todos mis clientes eran muy respetuosos y cumplían con las normas de la empresa, comencé a tener clientes fijos, que cuando pasaban por la ciudad, solicitaba mis servicios, siempre estipulaban mi regalo previo, que solía ser económico.
Así mismo, las ganancias de este trabajo me ayudaban a pagar mis estudios y los de mi hermana, así pudimos mudarnos a una casa más grande y mejor, y vender la antigua.
El dinero dejó de escasear, comencé a ahorrar, y pude comprarme un coche, y pagarlo al contado.
Cuando comenzará mi interinidad, el próximo año, dejaría este trabajo, además de que, hasta ahora, mi novio John, no se había enterado, en casi dos años, del trabajo que hacía, pensaba qué hacías turnos extras en el hospital, para mantener así a mi hermana, si todo iba bien, creo que nunca se enterará.
No es que no quiera decirle la verdad, el problema es que John viene de una familia bastante conservadora, la familia Raddiffe, una familia muy conocida en el mundo de la hostelería. De hecho, a raíz de lo que sucedió con mis padres, y debido a que salió en todos los periódicos, donde se hablaba de como la muerte de uno de los mejores científicos alemanes, icono de la lucha contra el cáncer, trajo la quiebra económica de la familia.
Debido a esto, John y yo, tuvimos que fingir que habíamos roto la relación, ante la negativa y la oposición familiar, sobre todo por parte de su madre, de que continuáramos nuestro noviazgo, con una mujer que había perdido su herencia.
La verdad que eso fue idea mía quería facilitarle mucho a mí novio, el que tuviera problemas con su madre, qué le generarán problemas en sus aspiraciones. John se hallaba inmerso en una lucha con sus hermanos mayores, para poder acceder a la presidencia de la cadena hotelera Raddiffe Blue, que había dejado su padre tras su muerte, debido a un paro cardio respiratorio, pero era únicamente su madre, la que tenía la última palabra, por eso decidí ayudarlo.
- "¿Estás lista? Me dijo mi mejor amiga y compañera en la empresa, Beatriz Walker, era una modelo en ascenso, para pagarse su carrera y que le daba publicidad, ya que muchas veces había eventos donde diseñadores, y gente de ese mundillo asistía.
- "Me pongo los tacones y listo, por cierto, este traje que elegiste para mí, ¿no crees que es muy revelador?, como suspire, va a reventar la parte de arriba del vestido, y voy a formar un verdadero espectáculo."- me queje con mis amigas.
Bea era la que se encargaba de las compras, y adjudicación de los vestidos de la damas o caballeros de compañía. Tenía un ojo clínico para la moda y el estilismo, así que cada día recibía en mi casa, el vestido que me tocaba esa noche que trabajaba, yo lo tenía que devolver limpio y sin roturas al dia siguiente, o se me descontaría del sueldo, ese día también era cuando iba a cobrar por el servicio que había realizado la noche anterior.
- "Menos quejas, Caperucita, que es para que tu lobo se sienta a gusto a tu lado, y te dé una buena propina."- me dijo mi graciosa amiga.
- "Mientras sea una propina, y no quiera comerme."- le dije burlándome también, que estúpida fui.
Lastimosamente debí insistir más en cambiarme este vertido de Caperucita pervertida, ya que, por culpa de este maldito, y de un malentendido, mi vida iba a comenzar a cambiar, drásticamente, quisiera yo o no.