La Huérfana y el Mafioso Ruso en una Encrucijada de Amor

Esa tarde hacía frío.

A mí y a nadie más se nos permitió salir. Imposible.

Contemplé la luna llena desde la única ventana enrejada de la habitación.

La puerta se abrio.

- Acaban de terminar conmigo: te toca a ti - , me dijo Anya.

Anya era mi compañera de cuarto, compartíamos la misma habitación desde que teníamos dieciséis años.

Teníamos la misma edad. No sabía prácticamente nada de ella, era una chica morena pero simpática.

Sólo sabía que sus padres la habían dejado en este agujero, para los psicópatas pero un lugar donde todos los desechos humanos, considerados inútiles para la sociedad, eran catapultados.

Besprizornye, además de ser un orfanato y un centro de acogida, también era un manicomio.

Prácticamente éramos considerados escoria humana miserable, sin dignidad, sin familia, abandonados a nosotros mismos.

Saliendo de la habitación, crucé el pasillo descalzo, hasta llegar a aquella sucia habitación -considerada por nosotros los niños como un imperio satánico- donde nos esperaban pruebas y análisis de sangre.

Quién sabe qué estaban haciendo con todo esto.

Me despidieron de ese lugar después de casi media hora. Los minutos más largos de mi vida. Minutos de sufrimiento, incluso con anestesia consciente.

Regresé con Anya, que sostenía un teléfono celular en el que probablemente estaba marcando un número de teléfono. El número de John, su novio.

- ¡Oye, estás enojado! SABES BIEN QUE AQUÍ ESTÁN PROHIBIDOS LOS TELÉFONOS, SI TE ATRAPAN, TERMINARÁ COMO LA ÚLTIMA VEZ - , dije con las consecuencias ya en mente.

¿Era posible gritar y susurrar al mismo tiempo? Yo diría que sí.

- ¿Oh sí? Recuérdame lo que pasó la última vez, dame algunos rastros amnésicos - dijo con calma.

- ¿No te acuerdas? ¿Tú, en ese cuartito frío, húmedo, sin comida ni agua, sin cama, sufriendo durante dos días consecutivos? Por culpa de un tipo que nunca te responderá un mensaje de texto, te está lavando el cerebro. Tienes que darte cuenta: ¡son sólo falsas promesas! - dije furiosamente.

- ¡ Él me ama, Ellie! ¡Entendiste! Lo tuyo es solo envidia porque nunca has tenido la oportunidad de tener una relación, es más ¡solo eres una pobre virgen reprimida esperando ser salvada por alguien que nunca llegará! Esta es la verdad ” , dijo.

- ¡Al menos no abandoné a mi hijo entregándolo a mi familia! Y sabes qué: si llamas hombre a John , ¡preferiría nunca tratar con el género masculino! - escupí ácidamente. Había llegado a un punto delicado.

- A medianoche John, vendrá a buscarme, estaba pensando en invitarte pero pensándolo bien, si tanto te importa, mejor te quedas aquí y caviles sobre tu triste vida, solo, - dijo. Nunca había dicho nada con tanta convicción.

- Sólo digo esto por tu bien, luego haz lo que quieras – dije tirándome sobre mi cama.

No era la primera vez que Anya y yo teníamos una discusión como ésta. Cuando se trataba de John, no veía nada más.

Ah como lo dices? El amor te vuelve ciego .