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Un alma por una venganza

Mi cuerpo duele cada día más, hasta el respirar se empieza a dificultar, mis extremidades parecen de plomo necesito hacer un esfuerzo sobrehumano para moverme, aunque sea un centímetro en esta incómoda cama.

A pesar de tener 26 años tengo el aspecto de alguien mucho más mayor como una mujer que camina por el final del sendero de la tercera edad hacia la muerte, mi piel se tornó algo flácida, seca y pálida, tengo un rostro acabado por el cansancio lleno de ojeras y arrugas, mi cabello que antes era brilloso y abundante se tornó opaco y quebradizo, además de que empezó a caerse considerablemente.

No entendía la razón de este castigo, la vida no hacía más que torturarme, nunca fui una mala persona a pesar de que todos a mí al alrededor lo fueran conmigo.

Y ahora todas esas personas eran felices mientras yo moría lentamente en el olvido entre las paredes de esta solitaria habitación, sin nadie que se preocupara por mí, a pesar de que en algún momento hice todo por ellos.

Era un día hermoso, aunque me encontraba postrada en una cama tenía al frente las puertas de cristal abiertas de mi balcón que me dejaba ver al exterior, pero al estar en un segundo piso solo podía apreciar las copas de los árboles y el cielo azul acompañado de nubes, podía escuchar el cantar de las aves que tenían el poder de relajarme y hacerme olvidar de mi miseria, las observaba pasear por mi ventana, recorriendo los cielos, quería con toda el alma esa libertad, deseaba poder salir volando de esta habitación y desaparecer por esa ventana.

Mi humor calmado se vio arruinado por el sonido de risas provenientes del jardín, mis padres... mi esposo... y podía escuchar otras personas más.

Todos esos miserables se olvidaron de mí, hace meses que ninguno de ellos entra en mi habitación, más que las sirvientas a alimentarme y atenderme como si fuera un bebé o más bien una carga.

No son amables conmigo, para nada, suelen mancharme con la comida, se burlan de mi físico cuando me visten o ayudan a bañarme, según lo hacen a escondidas, pero me doy cuenta; en ocasiones me dan de comer solo una vez al día porque se olvidan de mí, a consecuencia de eso estoy demasiado delgada.

Fue hace 4 meses que Ricardo vino a mi habitación por última vez para notificarme que el testamento estaba listo y necesitaba mi firma, vino un día que Jair mi esposo no estaba así no sospecharía al verlo entrar con un maletín, le pedí que no volviera a venir a visitarme, no quería dejarme sola, me costó mucho convencerlo, pero en realidad era mi última voluntad no quería que nadie sospechara de sus visitas no quería que nada saliera mal, pero aun así me llamaba una vez a la semana y siempre una chica del servicio estaba escuchando todo.

La noche cayó, y no había rastros de que había sido una bella mañana, una tormenta azotaba llenado el cielo con el sonido de fuertes truenos y los relámpagos iluminaban el cielo, como nadie había venido a mi habitación desde medio día las puertas había quedado abiertas.

Tenía mucho frío, el viento sopla con intensidad, conduciendo las gotas de agua directamente hacia mi, como mi cama no estaba muy alejada del balcón, después de una hora de lluvia estaba completamente mojada.

Empecé a tener recuerdos de mi pasado, las imágenes que invadían mi mente eran tan claras, como si reviviera todo de nuevo, no pude evitarlo, las lágrimas comenzaron a correr sin control, empecé a soltar fuertes sollozos que lastimaban mi pecho, el sonido de mis lamentos era escondido por los fuertes truenos de la lluvia.

No podía creer que terminaría así, de esta manera tan deprimente, todos me pisotearon, se acercaron por conveniencia nadie me quiso en realidad y prueba de eso era lo que estaba viviendo, me dejaron morir lentamente sola en esta habitación.

No me quedaba mucho tiempo, podía sentirlo; una parte de mi quería dejar de sufrir, pero la otra... quería venganza... quería verlos sufrir como yo estaba sufriendo, llorar como yo lo hacía, sentirse tan miserables y solos como yo en esos momentos.

— ¡Daría mi alma por poder vengarme de todos!

Tome mucha fuerza para poder gritar, empecé a toser con fuerza me lleve la mano a la boca, podía sentir como mi palma era manchada por algo cálido al apartarla mire las manches de sangre; tenía la mirada apagada, ya no sabía ni que sentir.

— Esa propuesta... me interesa...

Una voz masculina se escuchó muy cerca de mí, me asusté, mi piel se erizó completamente, pero mi cuerpo no reacciono dando un salto, levanté la vista para toparme con un hombre de camiseta negra a los pies de mi cama estaba empapado, tenía el cabello blanco como la nieve y unos ojos de un color azul celestes luminosos, era tan irreal que sin duda pensé que era un producto de mi imaginación, que ya estaba agonizando

— ¿Cómo entraste?

Mi garganta ardía al hablar, hice un gesto de dolor, él se giró ligeramente y miró las puertas del balcón abiertas de par en par, para después observarme con diversión, bien me siento tonta por preguntar eso ahora.

— ¿En verdad gastaste tus fuerzas en eso? ¿No tienes una pregunta mejor? – su voz era hipnótica, relajante, pero a la vez tenebrosa.

— ¿Quién eres?... ¿Y qué haces aquí?

— ¡Bien! Esas si son unas buenas preguntas... estoy aquí porque acepto tu oferta, tu alma por ayudarte con tu venganza, y con respecto a quién soy respondo a muchos nombres dependiendo la mitología o ubicación, pero aquí y en China soy la Muerte...

Me quedé en shock durante un par de segundos, quedándome perdida en la gran belleza de este hombre que tenía al frente quien decía ser la mismísima muerte, me costaba creerlo.

— Si usted es la muerte... eso quiere decir que yo ya morí... – él negó con la cabeza

— Aún no, pero lo harás pronto si te sigues forzando a hablar, tú ofreciste tu alma a cambio de venganza, y yo como un coleccionista de almas de primera me interesa esa oferta, si es que aún sigue en pie; te diré los pros y contras de este acuerdo, si aceptas yo te curaré, podrás vivir el resto de tu vida con normalidad tendrás salud para la venganza que quieres, pero... cuando la hora de tu muerte llegue se acabó, no hay nada más para ti al no tener un alma no puedes reencarnar en la siguiente vida.

Si cambiaste de opinión puedes irte, librarte de todo dejándolo atrás y claramente olvidando todo para empezar una nueva vida desde cero, renaciendo nuevamente.

Y déjame decirte que el inframundo no es un lugar del todo agradable para estar... así que si tomas mi mano aceptas la propuesta, si no, cierra los ojos y despídete de este mundo.

Dio unos cuantos pasos hasta llegar frente a mí a un lado de la cama, me tendió su mano, la observé perdida un poco, eso de entregar mi alma lo dije más por un arranque de ira, jamás imaginaría que se volviera realidad.

Este hombre estaba tan cerca de mí que podía percibir a la perfección su aroma, era fresco y profundo, por un momento era como si pudiera oler el bosque y el mar juntos.

Un fuerte dolor en el corazón me anunciaba que el tiempo se acababa y sin pensar en nada más que mis deseos de cobrarme tanto sufrimiento causado por mi "familia" con mis últimas fuerzas levante mi brazo y tome su mano. Así fue como di mi alma por una venganza.

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