LOS GOLPES DE MI PASADO

- ¡Avry! Una voz exclamó desde la pequeña sala de estar. Ven aquí, cariño, déjame presentarte a la familia Mason.

La joven que sostenía sus muñecos en una mano, frunciendo el ceño, los dejó para bajar las escaleras. Al entrar en la habitación, sus ojos se encontraron con los de la cabeza de familia, Carla.

- Avry, esta es la familia Mason. Acaban de firmar tus papeles de adopción.

- ¿Dónde están los Jasper?

La niña ahora estaba preocupada. Una vez más, tenía que hacer las maletas y encontrarse en una nueva casa con gente que no conocía.

- La gente de Jasper ya no te quiere cariño, lo siento.

“No se preocupe”, dijo el único hombre en la habitación, “cuidaremos bien de esta joven. Recibirá la educación que necesita, y si tenemos que castigarla por su mal comportamiento, no lo dudaremos.

Desde muy joven, Avry lo había entendido. Sabía que esta familia no sería amable con ella. El niño la miraba con malicia, la mujer que iba a ser la madre no mostraba nada y el hombre era el ser más aterrador que había visto en su vida. Sin embargo, no tuvo la posibilidad de poder elegir, pues a pesar de su amabilidad, pudo ver que Carla no podía aguantar más. Era hora de que ella se fuera y no volviera nunca más. Para irse a una nueva vida, infeliz como es.

- ¡William, Joshua, aquí ahora! Gritó una voz femenina desde la cocina.

Los pequeños yacían tranquilamente en un colchón abrazados. Lamentablemente tuvieron que levantarse, reunirse con su madre que, según sus gritos, estaba sumamente alterada. El pánico y el miedo se apoderaban de ellos un poco más con cada segundo que entraban en la casa. Sus pasos apresurados se escucharon y resonaron entre las paredes.

Rápidamente se encontraron frente a la mujer que les había dado la vida, esta mujer tan odiosa y completamente destrozada. Finalmente, mucho más suave en sus gestos que su padre.

La madre simplemente había gritado demasiado fuerte, provocando directamente la ira del progenitor. Sin otra palabra, los cuerpos de los gemelos se vieron martirizados. Uno estaba gritando, mientras que en el segundo, no salió ningún sonido de su boca. Interiormente se prometió a sí mismo una cosa: que cueste lo que cueste, un día sacaría a su hermano de esta vida para darle una mejor. Mientras tanto, teníamos que ser pacientes. Espera y crece en absoluto silencio. Sus extremidades adormecidas, quería quedarse dormido. Tenía dolor, estaba dolorido, pero no había nada que pudiera hacer.