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Capítulo 2

• Tres horas después…

El hermoso avión por fin aterriza en el Aeropuerto internacional de Linate, en la majestuosa ciudad de Milán. Después de hacer una parada de emergencia.

Mientras esperan sus maletas, Julie revisa por última vez su teléfono antes de volver apagarlo, ya que antes de abordar hace horas atrás, su madre le llamaba con insistencia y ella ya no le pudo devolver la llamada.

Después de dejarle un corto mensaje a su madre indicándole que está bien y que cuando se establezca le llamará de vuelta, Julie está por apagar el teléfono cuando ve una llamada entrante de Nathan.

«¡Después de una semana es que se digna en llamar! ¿Para qué? ¿Ahora que me fuí de la ciudad, sí quiere volver hablar?

¡Jodete Nathan!»

Ella decide ignorar la llamada inmediatamente y guarda el móvil en su nueva y hermosa mochila de Chanel. Un regalo de cumpleaños de parte de su madre.

— Amiga ahí viene tú maleta. ¡Sal de esa nube! —Eliza chilla mientras toma sus dos maletas.

— ¡Ya voy! —Julie protesta y va por su maleta.

Un gemido la abandona al darse cuenta que pesa más de lo que recuerda y corrobora si es la suya al revisar la parte inferior de la maleta.

Al confirmar que sí es la suya, recuerda todos los abrigos y zapatos que guardó en la misma y comienza ha reírse. Eliza inicia su andada y Julie al girarse para seguirle de cerca, choca fuertemente contra el cuerpo de otra persona cayendo ambos al suelo.

Un grito por el asombro escapa de lo más profundo de su garganta y al tratar de entender lo ocurrido y el porqué siente tanto peso encima de su pecho, Julie abre los ojos y lo que ve delante de ella la deja muda.

Eternamente muda.

Su respiración se incrementa y sus pestañas revolotean sin parar.

El hombre frente a sus ojos, es el más hermoso que ella alguna vez haya visto. El color de sus ojos, es lo que la manda directo al sosiego.

Al mismísimo cielo.

Su extrañeza, gracias al exótico matiz de sus ojos, hacen que no pueda dejar de mirarlo.

Y sin darse cuenta, la mano de Julie vaga hasta el rostro del hombre frente de sí y se posa cerca de sus ojos.

— ¿Acaso eres real? —Susurra inmersa en la mirada del hombre.

— Sí. —El asiente y sonríe al mismo tiempo— ¿Estás bien? —Pregunta segundos después y comienza a tomar distancia de su rostro para luego extender su mano y ayudarla a ponerse de pie— Te pido mil disculpas. No te vi venir.

Julie por fin deja de mirar a sus hermosos ojos de un color pardo muy claro y comienza a estirar su ropa, la cual se arruga por lo ocurrido, al mismo tiempo que detalla al hombre que tiene enfrente y se impresiona con su notable belleza y elegancia, su traje de vestir de un color gris oscuro ceñido al cuerpo, le hace notar su cuidado y el nivel de importancia que él a de tener.

Ella deja de observarlo de manera disimulada para luego agacharse y recoger su mochila y titubeante se vuelve para decir:

— Sí, estoy bien. ¡Gracias por preguntar!

Ella va a levantar su maleta del suelo pero él se adelanta primero y se la entrega con cuidado.

— Gracias. —Ella susurra con pena al darse cuenta que todas las personas a su alrededor los están viendo.

— No hay de qué... —El susurra y también se da cuenta de las miradas.

Pasándose la mano por el rostro, el oculta una sonrisa y negando con la cabeza algo avergonzado, también recoge su maleta del suelo. Julie se agacha para ayudarlo y toma de su maletín. Pero cuando se lo entrega, el roce de sus manos la hace sentir un inmenso escalofrío. Su piel se eriza de pies a cabeza y él también puede sentirlo, así que ambos apartan las manos al mismo tiempo.

— Gracias. —El susurra al colocar el maletín sobre la maleta— ¿Segura de que estás bien? ¿No te golpeaste la cabeza al caer? El impacto realmente fue muy fuerte.

Ella niega con la cabeza y luego ve a su mejor amiga Eliza caminar hacia ellos a toda prisa.

— ¿Qué fue lo que pasó? ¿Estás bien?

— Sí. Si… —Julie asiente y vuelve la mirada hacia el hombre de ojos bonitos— Te pido disculpas, de verdad no fue mi intención. Tampoco te vi venir.

El asiente y sonríe, a lo que ella también le sonríe de vuelta. Pero Eliza corta el momento al tomar de la mano a Julie y comenzar andar.

— ¡Vamos amiga! Apresúrate, el taxi ya nos espera.

— Ciao… —Dice en un susurro despidiéndose de él.

— Ciao, bellissima. —Dice mientras le sonríe de nuevo. Su mirada es intensa y persistente mientras la ve alejarse y ella lo puede sentir.

Julie asiente hacia su amiga y sujeta con fuerza su maleta hasta que segundos después escucha el llamado del hombre de ojos bonitos.

— ¡Hey! —Grita mientras intenta correr hacia ella pero su maleta y las personas pasar se lo impiden.

Ella gira la cabeza y lo ve alzar la mano, mostrándole un objeto. Julie se detiene por un momento pero luego deja de verlo al escuchar a su amiga gritarle que se apresure.

Cuando están subiendo al taxi, ella por fin se da cuenta de lo que él estaba mostrándole pues algo le falta, algo muy importante.

Su hermoso collar y dije en forma de corazón se cayeron de su cuello gracias al impacto del choque entre ambos.

Julie suspira con fuerza mientras se cubre el rostro con una mano y la otra vaga por su cuello ahora vacío.

Ese dije era tan importante, todo el collar lo era. Fue el último regalo de su padre antes de fallecer hace dos años atrás. Y ahora lo ha perdido para siempre y todo por no regresar, por el apuro.

— Necesito regresar… —Susurra al sentir un ataque de pánico venir— Mi collar Eliza, perdí mi collar.

— ¿Qué? —La rubia espeta y detiene al conductor del taxi, el cual ya estaba por conducir.

Ella sabe lo importante que ese collar es para Julie.

— ¿Dónde lo perdiste? Lo cargabas puesto todo este tiempo, nunca te lo quitas. A menos que…

— El chico. —Julie chilla— Él iba a dármelo pero luego me llamaste y no me di cuenta que era el collar lo que él estaba mostrándome.

Ella se apresura a salir del auto y por poco es atropellada por otro taxista.

— ¡¡Julie!! —Eliza grita aterrada al ver lo que estuvo a punto de pasar.

— ¿En qué andas pensando? —Le grita el taxista desconocido en italiano— ¡Casi te atropello!

Julie decide ignorarlo, pues de igual manera no entiende del todo el idioma y se adentra al aeropuerto nuevamente. Viendo hacia todas partes busca con la mira al hombre de ojos pardos bonitos y se da por vencida al pasar cinco minutos y no verlo por ninguna parte.

Derrotada, regresa al auto donde su amiga la espera llena de ansiedad y al ver el rostro de Julie, supo que no lo había encontrado.

— Lo siento… —Eliza le susurra con pesar a lo cual Julie asiente.

— Yo también, y mucho.

• Treinta minutos después…

Ambas se adentra en la hermosa casa de hospedaje con más de cien años de antigüedad y sonrientes, le entregan las maletas al encargado del lugar quien junto a un botones, las guían a la cual será su habitación durante todo un mes.

— Espero les sea de su agrado la habitación que les hemos preparado con todo cariño. Belle signore…

Julie sonríe ante el peculiar acento inglés del encantador señor y asiente en agradecimiento.

Ya en la habitación, ambas comienzan a desempacar y a pelearse por el closet más grande ya que la habitación tiene dos.

Todo el lugar es precioso, los ojos de Julie ya duelen de tanto detallar cada rincón y decoración que tiene la hermosa e inmensa casa de hospedaje.

— Tu jefe sí que se esmera por hacer sentir bien a sus empleados. —Ella susurra con desgano antes de abrir las ventanas y ver la hermosa vista.

Ya está por anochecer y lo que ve la hace ladear una sonrisa después de largas horas sin hacerlo.

—Ni lo dudes. —Eliza le responde desde el baño— ¡Mira esta preciosidad! —Chilla de la emoción— ¡Julie apresúrate!

Esta rueda los ojos y recordando su a amado collar, grita:

— ¡Deja de apresurarme! Que por andar corriendo he perdido mi collar para siempre.

— Bueno, está bien. ¡Pero entonces sal de esa nube! Te traje para que despejes tu mente. No para que te cierres…

Cuando Julie entra al baño, palidece al ver la hermosa pieza de arte.

— ¡Dios mío! —Susurra.

— Te lo dije… —Eliza sonríe juguetona y comienza bailar como loca estúpida por el baño.

Julie se ríe y negando con la cabeza sale del pequeño cuarto de baño.

— ¡Estás loca!

— ¡Pero así me quieres! —La rubia grita mientras se quita la ropa para darse una ducha.

~~~***~~~

Al llegar a su casa, Marcos se apresura hacia la habitación y tirando el maletín sobre la cama, deja la maleta cerca de la puerta y se quita el abrigo, el cual deja sobre un sillón.  Luego, al quitarse el traje de vestir, ve como el collar de la chica del aeropuerto cae al suelo.

Al agacharse para tomarlo, se queda viendo el hermoso dije en forma de corazón y detalla que es de un color rojo carmesí. También es de zafiro y brilla gracias al reflejo de la luz. Marcos sonríe ante la belleza del collar y al recordar a la dueña del mismo.

Un suspiro lo abandona y decide dejarlo sobre la cama.

Marcos está más que seguro de que la joven mujer, es una turista. Así que mañana a primera hora, se pondrá en contacto con uno de sus amigos que trabaja en el área de seguridad del aeropuerto y la buscará para devolverle su collar.

Algo tan valioso y hermoso no cree que sea agradable perder. Sobre todo, si es regalado por alguien especial. Ya que detrás del dije, Marcos pudo leer una muy pequeña dedicatoria. Apenas y es visible, pero fue suficiente para entender el significado.

Porque sí el perdiera algo parecido, también le gustaría recuperarlo.

Y es una suerte que lo haya notado, es una suerte que el collar ahora, esté en sus manos, nunca se sabe qué hubiera hecho otra persona con el collar al encontrarselo en vez de él. Porque al menos, el tiene la intención de regresarlo a quien le pertenece.

Marcos suspira y decide olvidarse del collar,  al quitarse toda la ropa, se adentra en el baño y se da una buena ducha de más de treinta minutos.

Está exhausto.

Más que eso, y de todo. Cansado.

Ya no soporta la situación que con la que lidia día a día en su vida personal. Un compromiso por conveniencia, con una mujer que no ama pero a la cual le dió su palabra. Un suegro insoportable, un demonio disfrazado de santo pero que de eso no tiene ni el alma.

Una mujer que lo necesita, pero un compromiso que lo apresa donde y con quiénes no quiere estar.

Al salir del baño, Marcos camina lentamente hacia su armario y busca entre toda su ropa un pequeño cofre que oculta en la parte alta del mismo.

Con cuidado, regresa a su habitación y se sienta en la cama. Al abrir el cofre, una foto de sus fallecidos padres es lo primero que ve y lo recibe. Con lento desdén su mano acaricia la fotografía y ante el recuerdo, un suspiro lo abandona.

— Lo hago por ustedes... Debo ser fuerte. Lo hago por ustedes. —Susurra para sí mismo.

Él cierra los ojos y como puede, hecha los recuerdos aun lado y busca la llave del auto antiguo de su padre, el cual decide conducir después de cuatro años.

Que por suerte, gracias al buen mantenimiento que el auto tiene y el cual Marcos también le ha dado, a pesar del poco uso, lo mantienen en perfecto estado.

Es un auto clásico, una barbaridad. El mejor regalo que su padre pudo darle, aparte de la vida.

Guardando la fotografía de sus padres y por consecuencia el cofre en su lugar, Marcos regresa a la habitación y se apresura a vestirse.

Esta noche, tiene una reunión junto a sus amigos en el bar de karaoke más popular y concurrido de la ciudad.

Y por desgracia, también su despedida de soltero.

Su compromiso es una farza, ya que Marcos no sostiene ningún tipo de relación sentimental con su futura esposa. Una farza que lo mantiene a raya de vivir su vida a plenitud. Una farza que lo obliga, a aparentar ante la sociedad y sus amigos, un compromiso que en realidad no existe.

Una historia de amor y de romance de en sueño. Que hace de su relación, la envidia de todas las parejas italianas.

Aunque, una tormenta se aproxima, y el plan de Marcos junto con su prometida, puede fallar.

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