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CAPÍTULO 6. ¡O SEA, QUE SI ERA ELLA!

—Estoy obteniendo buenos honorarios, gracias a mi carrera y obviamente a tu ayuda, al ingresar a este bufete reconocido. Estoy segura en pocos meses, podré dar la inicial para un apartamento —confirmó ella con una suave sonrisa, muy decidida.

—¡Genial! —reaccionó él, aplaudiendo muy emocionado. Aunque sintiéndose internamente contrariado al ver que ella rechazaba cualquier ayuda que le ofrecía.

—Además, esta fiesta me abrió las puertas ¡Vendrán nuevos clientes! —expresó ella con certeza.

—¡Me alegro! Y ¡Te admiro! Porque a pesar de todo lo que te ocurrió, no te diste por vencida —alabó él, con una voz ronca y varonil.

Entretanto

Christopher, entrando a su Penthouse con Michelle Fontain, al revisar sus redes encontró videos virales de esa noche, todos relacionados con la mujer del traje verde olivo, en la fiesta aniversario de la empresa de Dylan Lugo.

Él, al observar detalladamente a la mujer reconoció que tenía una gran belleza, además de un cuerpo exuberante y simétricamente perfecto, pero lo que más le impresionó fue su enorme parecido con Amber.

«Si no es porque está cumpliendo condena, juraría que era ella», pensó él, aunque en ninguna de las fotos subida a la web, aparecía de frente, sino de perfil, mostrando el lado izquierdo, en el cual se apreciaba la atrevida abertura del vestido.

Esa noche, Christopher no pudo estar con Michelle. Al reflexionar en el parecido de esa mujer del video con Amber, le desconcentró totalmente, en la cita con esta. Por esta razón, a pesar de que aquella intentó seducirlo y llevarlo a la cama, no lo consiguió. Él alegó que estaba cansado.

Michelle, enfurecida, salió dando un portazo. Al bajar al estacionamiento no se fue hasta su mansión, sino que se dirigió al club que frecuenta para sacarse con alguien esa calentura que cargaba encima, en vista que Christopher no la quiso satisfacer, además, no era la primera vez que hacía esto.

Al día siguiente, Christopher llamó a su amiga, la directora del retén, Glenys Fontalvo, para saber si le podía conseguir información sobre Amber en la cárcel. Está de una vez, le ofreció tenerle noticias. Ya entrada la noche, él recibió una llamada de ella.

—Sí, soy yo —respondió Christopher— ¿Qué noticias me tienes? —preguntó el intrigado.

—¿No sé cómo lo tomarás? —interrogó esta, vacilando.

—¡Dime de una vez! —ordenó él, con una voz gruñona.

—¡Vale! La chica se graduó de abogada, consiguió el beneficio de reducción de la pena y salió en libertad hace dos meses, aproximadamente. Al parecer está ejerciendo su profesión.

«¡O sea, que sí era ella!», discurrió él, recordando el video y las fotos de la mujer con el vestido de la abertura llamativa, en la fiesta de Dylan.

«Están otra vez juntos. La muy condenada está más hermosa que nunca» consideró él, con amargura y celos.

—¿Christopher? ¿Christopher? ¿Estás ahí? —preguntó Glenys con una voz pausada y preocupada.

—¡Sí, aquí estoy! —Contestó Christopher taciturno— ¡Bueno! Gracias, amiga. Me despido porque voy a dormir, en todo caso estaremos en contacto. Al colgar la llamada, él estaba pensativo.

Un mes después

Amber, de visita nuevamente en el penal, se entrevistó con la directora Brenda Montalbán, quien le refirió que hacía un mes atrás recibió una llamada de la directora del retén, para preguntar por ella.

—¿Qué extraño? —Declaró Amber— ¡Eso es que alguien quería saber de mí! —sostuvo ella, sospechando que detrás de esto estaba Christopher, por lo tanto, no le dio mucha importancia.

»¿Crees, que si le pides los nombres de las mujeres que me golpearon, te los dará? —preguntó ella, con suspicacia.

—¡ji, ji, ji! —Con una risa contenida, la Directora del penal, le respondió— Aquí te los tengo —entregándole una hoja con los datos de las cinco mujeres que la golpearon.

—¡Gracias Brenda, eres magnífica! —agradeció acercándose a esta, al recibir la información.

—Según lo que conversó conmigo, una de ellas va a ser trasladada hasta aquí, así que estaremos en contacto para que busques negociar.

—Es lo que más deseo —comentó Amber, con una sonrisa.

—Entonces la esperaremos —expresó la directora.

Durante este tiempo, Amber ha ejercido su profesión, dándose a conocer como una excelente penalista, que ejerce de forma honrada y con sabiduría la profesión de Abogada. Esta logró ganar casos, que hasta ahora eran imposibles que salieran victoriosos.

Dos meses después

Amber recibió una llamada de la Directora del Penal.

—¡Hola, amiga! Aprovecha y negocia, llegó quién estábamos esperando —anunció la Directora con una voz ansiosa.

—¡Maravilloso! Mañana estaré ahí. Por favor, autoriza que se entreviste conmigo.

—¡Cuenta con eso! —aseguró la directora.

Al día siguiente, la nueva reclusa se entrevistó con la abogada recomendada por la Directora del penal, para que negociara con esta y aquella asumiera su defensa.

—¿Dígame a quién debo golpear? —fue lo primero que preguntó la reclusa con una voz arisca, áspera.

—¡A nadie! ¡Ese, no es mi estilo! —contestó Amber con una voz dramática.

«Debo cambiar la estrategia, porque está acostumbrada a conseguir beneficios con eso» razonó Amber, cambiando la táctica.

—¿Que estarías dispuesta a hacer, para conseguir que asuma tu defensa? —Preguntó Amber sin filtro, agregando— Debe ser algo bueno que me motive inmensamente —dijo ella descaradamente.

—¿Es que no sé? Porque dinero no tengo. Sin embargo, la directora me dijo que eres una abogada que negocia y acepta una cosa por otra.

—Por ejemplo, tú debes saber muchas cosas de personas que trabajan en los penales y que pagan para que golpeen a los presos.

¿Sabes de algún caso? O ¿participaste en alguno? —demandó Amber.

—¡Bue-bueno, sí! —contestó, con una voz trémula, la detenida.

—¡Ajá! Cuéntame, pero dame nombres —afirmó Amber.

—¿Cómo sé qué puedo confiar en ti? —Preguntó la reclusa, con dudas y temor.

—¡Tú lo has dicho! La misma directora te hizo la recomendación, ella sabe que cumplo lo que ofrezco ¡Así que tú decides! —comentó, Amber levantándose de la silla haciendo que se iba.

—¡Bueno, confiaré en ti! —Declaró, la reclusa.

—¡Entonces, nos vamos a entender! ¡Soy todo oído! —expresó Amber.

—Hay un caso, en el cual estuve involucrada —agregó esta, haciendo una pausa, como analizando lo que iba a decir.

»Hace como dos años, estuve varios días en el retén. Uno de los guardias, se me acercó y me preguntó ¿si estaba dispuesta a

realizar un trabajito? Era para una ricachona —otra pausa, por unos breves segundos.

»Le respondí que sí. Este ya había contactado a alguien más. Sin embargo, nosotras dos, hablamos con tres presas más que se encontraban en la misma celda y ellas aceptaron. Fue así como golpeamos a una jovencita, quien fue encerrada esa misma noche.

»Entre las cinco le dimos una rumba de palo —comentó ella sonriendo, entrecerrando los ojos y trasportándose a ese momento.

—¿Cómo se llamaba la presa? —preguntó Amber.

—¡No recuerdo el nombre! —respondió esta, haciendo eso sí una breve descripción de ella… coincidiendo totalmente con la suya…

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