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Capítulo 6

- Shh, preciosa, ¿has olvidado la regla? Estás obligado a guardar silencio.

- Me has engañado", gemí.

Me retorcí, intentando juntar las piernas, pero las mantuvieron abiertas imperiosamente.

Una lengua húmeda descendió de nuevo sobre mi coño, y alguien comenzó a lamer sensualmente mis pliegues.

- ¡Oh, Dios mío!

- Te va a encantar esto", me acarició la cabeza. - Relájate y no pienses en nada.

- ¿Así que sois dos?

Así que esos pasos, la respiración ruidosa en la distancia, ¡no lo estaba imaginando en absoluto!

- No he venido solo. He venido con un amigo.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

Qué pesadilla.

¿Qué me espera?

- ¿Haces esto a menudo?

- Es suficiente", reconocí la nueva voz.

Era la misma voz ronca e importante. Piel de gallina... La voz del otro hombre sonaba aún más sexy que la de su amigo.

- Nos gusta experimentar, Alice. Y nos encantan los tríos.

- Pero yo... ¡negocié el sexo con un hombre! - Respiraba mucho, mucho.

- Debería haber leído el acuerdo con atención. Te has perdido algo.

Maldita sea...

- De todos modos, no importa, ¡duplico la cantidad! Voy a poner otro millón, ¿qué dices?

¡Dioses, eso es mucho dinero! Suficiente para pagar mi deuda, enviar a mi padre al hospital y hacer algunas reparaciones. No puedo negarme, sería un tonto. Si lo aguanto una vez, mañana se acabará esta dulce y sórdida pesadilla. Además, parece que ya no pienso con claridad. Los bastardos pusieron algo en mi bebida, es como si estuviera siendo controlado por alguien más. Y hace mucho, mucho calor. ¡Increíble!

Una extraña tensión se apoderó de todo mi cuerpo, concentrada alrededor de un apretado guisante. Quiero deshacerme de este lastre loco, afilado y caliente. Me siento como si la impaciencia me desgarrara en pedacitos, por una sed de placer desconocida. Es como una droga. Si no lo domino... moriré o me volveré loco.

Dejé caer la cabeza sobre la almohada y me aferré a las sábanas con los dedos. Arqueé la parte baja de la espalda, dejando escapar un gemido ronco.

- Creo que dijo que sí.

Los desconocidos se rieron con altanería y se pusieron manos a la obra. Uno de los hombres continuó lamiendo mi vientre, mordisqueándolo, y el otro... La enorme cabeza de su polla se acercó a mis labios y se frotó contra ellos, dejando un rastro húmedo y salado.

- Abre la boca, preciosa, ahora me toca a mí.

Obedezco, abriendo la boca, sintiendo cómo la poderosa herramienta se desliza dentro, estirando mis mejillas.

¡Es realmente grande!

El doble de grande que el de mi amigo.

- Oh-h-h, ¡se siente tan bien! Ahora chúpate esa.

Empiezo a chupar, lamiendo la apretada y jugosa cabeza. Mi cerebro se apaga por completo y me siento como si estuviera en un sueño. Un sueño travieso y sucio en el que tengo sexo con dos diablillos sexys. Uno de ellos me hace una mamada, el otro me hace un coño.

- ¡Joder, eres una jodida tía buena! - El pistón gigante esclaviza mi boca con empujones seguros. - ¿Te gusta lo que hacemos mi amigo y yo?

- S-sí", me estremezco de agonía.

- Ya estás demasiado mojado", dijo el otro hombre, que estaba brujuleando a mis pies. - ¿Estás preparado para perder tu virginidad?

- Quiero... tener un orgasmo.

Los hombres rieron con fuerza. Uno de ellos salió de mi boca y el otro dejó de torturar mis pliegues con su lengua. Ahora una gran y gruesa polla ocupaba el lugar de la lengua en mis pliegues. El órgano duro y caliente presionó contra mi vientre, clavándose en él, sollozaba, apretaba los dientes, se retorcía e intentaba juntar las piernas, pero alguien las retenía.

- Relájate. Vamos a cogerte ahora.

- ¿De uno en uno?

- Sí.

Alguien me rodeó la nuca con sus brazos, apretó con avidez un puñado de mi pelo y se desplomó sobre mi boca en un beso salvaje. Me estaba besando con fuerza. ¡Duro y caliente! Este beso fue húmedo y profundo. Con la lengua. Mientras que el segundo hombre comenzó a zambullirse con confianza.

- Mmm", murmuré dolorosamente, moviendo mis caderas en respuesta, y dándome cuenta de que ya estaba dentro. Se congeló, dándome la oportunidad de acostumbrarme un poco.

- ¿Es grande?

- Loco", susurré contra sus labios mientras seguía besándolo insaciablemente.

Un beso loco. Mojado, salvaje. ¡Nunca he besado tan frenéticamente! Como un animal. Ese beso me distrajo de mi incomodidad mientras su gran polla me llenaba brusca y poderosamente en toda su longitud.

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