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Nueva cita con el doctor

El día de trabajo en la policlínica estaba llegando a su fin. Víctor Vladimirovich miraba por la ventana con una expresión cansada mientras reflexionaba sobre algo. Los días del fin de semana se avecinaban, tal vez estaba pensando en cómo pasarlos de la mejor manera posible. De cualquier manera, pensar en poder descansar ya era agradable.

Mientras ordenaba algunos papeles, el doctor encontró la historia clínica de Lilya. Inmediatamente recordó a la paciente siempre avergonzada y cohibida por algo. Por alguna razón, pensar en ella en su memoria le resultaba agradable.

El médico recordó aquel recibimiento cuando ella se desvistió obedientemente, dejando al descubierto sus senos, y con las mejillas rojas de vergüenza, se paró frente a él a cuatro patas, mientras él le palpaba la espalda, tocando, como por casualidad, sus senos.

Víctor Vladímirovich saboreó ese recuerdo en su mente y sonrió. "Y ella, probablemente, es lo suficientemente obediente como para ir más allá, y definitivamente me mira con simpatía", decidió él. – "¡Quizás la próxima vez proponerle que se desnude y evalúe su trasero?" – "Él imaginó esta escena y le gustó".–

“Tonterías, por supuesto. Pero aún necesito sentir sus senos de alguna manera. Todavía son bastante atractivos y resistentes, merecen tener la atención y el afecto de los hombres.”

Mientras él pensaba en eso, entró en la consulta la misma enfermera que interrumpió su examen durante la visita de Lilya. También parecía cansada, pero sus ojos brillaban juguetones.

– Victor, tengo una buena idea. - habló ella con descaro, ignorando la subordinación, con su voz de jovencita. - ¿Qué tal si vamos a algún lugar hoy?

Viktor Vladimirovich levantó lentamente la mirada hacia ella y guardó silencio. "Oh, esta Sofía. Qué tonta es. ¿Realmente cree que entre nosotros podría haber una relación seria?"

– Lo siento, Sofotchka, pero hoy no puedo. - respondió finalmente, como si hubiera pensado un poco.

La enfermera frunció los labios y se dejó caer en la silla frente a él.

– Bueno, vamos. ¡Y luego haré lo que te gusta!

"Ya haces lo que me gusta de todos modos", – pensó él. – "¿Por qué provocarme así cuando está dispuesta a hacer cualquier cosa?"

– Lo siento, pero ya tengo otros planes y no puedo cancelarlos. – Después de pensarlo un poco, decidió suavizar su respuesta – Si lo hubieras sugerido antes, lo habría hecho con gusto.

– Bueno, Victor. ¿Por qué estás así? No me lastimes. - Se inclinó hacia él y pasó sus dedos juguetonamente sobre el pecho del doctor.

"¿Cómo decirle que se aleje? Y no quiero insultarla, chupa muy bien la polla. Pero no quiero permitir algo más en nuestra relación" - pensó él, sin apartar de ella su mirada intensa.

Sofía lo irritaba con su baja inteligencia, y él habría hecho todo lo posible para que ella fuera despedida de su trabajo, pero ella era la única persona dispuesta en ese momento a divertirse siempre con él.

Víctor tenía inclinaciones especiales en el sexo y no era fácil encontrar una mujer para aliviar la tensión sexual.

La enfermera era tonta y descarada, pero chupaba excelentemente, y también soportaba todos sus acosos, cambios de humor, y también le permitía algo en sus juegos sexuales, por lo que Víctor apreciaba a esta chica extravagante.

Mientras tanto, como por accidente, tiró un bolígrafo de la mesa.

- Oh. Lo lamento. - dijo la enfermera en broma y, habiéndose levantado, le dio la espalda y se inclinó para recoger la cosa caída.

La bata se levantó, revelando unas nalgas desnudas, elásticas y suaves, labios rosados, completamente suaves y húmedos, y su ano oscuro se abrió frente al hombre en toda su gloria.

Contra eso, Víctor no podía resistirse. Era artillería pesada. Con eso, Sofía controlaba al doctor, sin darle la oportunidad de controlar la situación.

“Ah, perra, vino de nuevo sin bragas.” - pasó por su cabeza, e inmediatamente sintió un movimiento en sus pantalones, un miembro se tensó muy rápidamente.

Ella se dio la vuelta y, sin enderezarse, lo miró inocentemente por encima del hombro.

– ¿Algo anda mal?

– Sofi, ¿qué estás haciendo? Pueden entrar en cualquier momento. – dijo el doctor con un tono más suave.

– ¿Y qué? Antes no te asustaba eso.

Se arrodilló frente a él y hábilmente sacó una polla dura de sus pantalones.

Sin apartar la vista de los ojos del médico, ella empezó a trabajar rápidamente con las manos.

Ella acariciaba su polla habilidosamente. Tan suavemente y sensualmente que de repente a Víctor se le fue cualquier deseo de pensar, se concentró por completo y se sumió en el placer.

– Sofochka... - susurró él.

¿Qué? - respondió ella inocentemente, sin dejar de acariciar su mano.

¿A dónde quieres ir?

Bueno... no sé. ¿Vamos a un restaurante?

Tal vez después... - jadeó él apenas audible, con un suspiro.

"Quizás ella no es tan tonta después de todo" - pensó Víctor, mirando a Sofía con cierto entusiasmo y al mismo tiempo con interés.

Había algo en ella que lo ponía constantemente en tensión sexual, pero en general, no le gustaba la muchacha ni por su figura, ni por su rostro, ni por sus hábitos de mujer descarada y vulgar.

Ella se inclinó más cerca de su polla, casi tocando sus labios, pero no la tomó con su boca. Luego sacó la lengua y tocó la punta de su pene.

– Tómala. - suplicó él.

Ella solo lo provocaba, rozando su lengua apenas y mirándolo directamente a los ojos con una sonrisa astuta.

- Maldita sea, ¡tómala de una vez en tu boca, zorra! - maldijo Víctor, perdiendo la paciencia.

- Quiero ir al restaurante. - respondió ella con coquetería, como una niña mimada.

- Tómala. Te lo suplico.

Pasó la lengua por la punta de su polla e inmediatamente retrocedió, sin apartar los ojos de sus ojos empañados.

- ¿Vamos?

- ¡Sí! - respondió él roncamente, ahogándose - Sí, sí. Tómala en tu boca, cariño.

- Mmm. Bien. - Ella sonrió y miró la polla, que parecía a punto de explotar por la tensión.

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