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Capítulo 2

No, vale, no es su coche. Aunque es muy parecido. Idéntico si llevas el miedo instalado en el cuerpo y vives en un sitio donde puedes encontrarte a cualquiera por varios lugares.

Le pido a la chica del mostrador unas diez copias y espero mirando cosas de las estanterías.

— Aquí tienes — Me ofrece el taco de folios. Pago lo que me pide y salgo. Tampoco ha sido tan difícil.

Diez copias son demasiadas, creo que tan solo hay dos o tres editoriales por aquí cerca y una un poco más alejada, pero nunca está de más tener de repuesto, por si acaso.

En ocasiones he pensado en marcharme de aquí, pero no merezco ni quiero cambiar una vida que me gustaba y en la que era feliz. Yo no tengo la culpa de que otros se equivoquen.

— Eh, Vega... Hola — Voy tan enfrascada en mis pensamientos que ni me doy cuenta que me hablan a mí.

— Vaya... Hola Sebas — Lo sabía, era imposible llegar a casa sin encontrarte con alguien conocido.

— Te veo mucho mejor — Mete las manos en sus pantalones vaqueros, mordiéndose el labio inferior.

— Sí, gracias — No sé cuál de los dos está más incómodo ahora mismo. Pero aún así, reúno la fuerza necesaria. — ¿Podemos tomar un café y... hablar?

— Claro — También le pilla por sorpresa mi propuesta, pero le doy pena, como a la mayoría de gente últimamente, así que acepta — ¿Ahí mismo te parece bien?

Señala el bar que se encuentra en la acera de enfrente, asiento con la cabeza y lo sigo hasta allí. Nos sentamos fuera, todavía hace buen tiempo.

Pedimos dos cafés con leche y nos quedamos en silencio.

— Y dime, ¿cómo te encuentras? — Intenta ser amable.

— Sebas, ambos sabemos cómo puedo estar después de aquello — El nudo en mi garganta crece pero lo ignoro — Simplemente quiero respuestas.

— Pero Vega, yo...

— ¿Tú lo sabías? — Pregunto con los ojos llenos de ira que contiene un nuevo sollozo — Tan solo necesito saber si mi vida era una completa mentira, si yo era la única engañada.

— Yo... él es mi mejor amigo, ¿qué podía hacer? Estaba entre la espada y la pared. Solo podía aconsejarle, hacer que se decidiera pero... supongo que fui el peor amigo del mundo para ti.

Quería respuestas pero no sabía que ni siquiera esperaba estar preparada para puñales como este. Lo sabía, claro que sí, él y todos los demás.

— Y, ¿desde cuándo? — He perdido completamente el control y algunas lágrimas recorren mi mejilla.

— No, Vega. Te hice daño en su momento pero no voy a permitir que sigas sufriendo, no lo mereces... todos somos culpables, pero no deberías ser tú la que te escondes cuando ellos pasean por ahí como si nada, ¿entiendes?

Me levanto de golpe, creo que lo sobresalto, a él y a todos los que están en las mesas contiguas. Necesito salir de aquí, correr, alejarme... ahora mismo no me parecería tan mala idea irme a la isla más lejana del mundo, ahí, perdida en mitad del océano y a la que sea casi imposible llegar. De hecho, hasta tengo en mente el lugar perfecto.

Me autodestruyo recopilando información.

Punto número uno: todo el grupo sabía lo que estaba pasando y ninguno fue capaz de decirme nada.

Punto número dos: no era algo pasajero, de hecho, continúa a pesar de todo.

Punto número tres: me da igual... no, de eso nada, ¿por qué sigo queriendo indagar? ¿Por qué no puedo poner punto y final?

Voy al parque más cercano y me siento en uno de los bancos de madera, respirando profundamente, intentando relajarme.

Mi misión hoy era dejar mi currículum en algunas editoriales y eso haré, por supuesto.

Cuando estoy más tranquila camino hasta la más próxima, a unos diez minutos. También dejó otros dos en las que no están demasiado lejos.

Me dirijo a la parada del autobús, la última está a las afueras, en la parte más moderna de la ciudad, la última zona en construir.

Leo mi propio currículum a pesar de sabérmelo de memoria. No tengo demasiada experiencia pero sí es cierto que he escrito algunos reportajes para pequeños periódicos de la red. También algunas reseñas de libros y varias críticas de películas. Espero que sirva de algo.

***

Llego a casa a la hora de comer. Mamá tiene casi todo preparado y le ayudo a poner la mesa mientras esperamos a papá.

— Y entonces, ¿cómo te ha ido?

— Bastante bien — Sonrío, he decidido no contarles que he visto a Sebas. Sí les menciono las editoriales donde he estado y que todas han aceptado mi currículum, al menos algo es algo.

— ¡Vaya, también en la editorial de Rafael! — Exclama papá con sorpresa. — ¿Cómo no me lo habías dicho? Podría haber hablado con él.

— No, de eso nada — Muevo la cabeza a ambos lados con determinación — Solo me faltaba ser la enchufada y la hija del amigo del jefe. Olvídalo, papá.

No vas a hacer nada, prométemelo.

— Está bien, si es lo que quieres...

Asiento, dada por zanjada la conversación. Terminamos de comer en silencio, aunque mis padres se miran entre ellos, incluso se hacen gestos. Mamá parece reprocharle algo y él se defiende.

— Os estoy viendo — Termino diciendo, poniendo los ojos en blanco.

Ambos esconden una sonrisa, yo también acabo haciéndolo hasta que no podemos más y terminamos echándonos a reír.

— Rafael es un buen hombre, y estará encantado de que trabajes en su editorial — Murmura papá una vez que hemos acabado de comer y estamos recogiendo. Pero le fulmino con la mirada y disimula cogiendo lo que más cerca tiene y examinándolo.

— No lo pongo en duda, papá, pero deja que sea yo la que se ocupe de eso — Le saco la lengua. — Voy a escribir un rato, si necesitáis algo estaré en mi habitación.

— Intenta descansar — Escucho la voz de mamá una vez en mi cuarto. Qué fácil parece diciéndolo así.

¿Escribir? ¿Y qué puedo escribir?

Oh, sí. Que no se puede confiar en casi nadie. Que todo el mundo te acaba fallando, hasta quien pensabas que no podría dañarte nunca. También que no merece la pena planificar una vida, porque de la noche a la mañana todo cambia, en un abrir y cerrar de ojos, otras personas lo deciden por ti.

Y que no existe esa persona, ese príncipe azul que te abraza por las noches y camina contigo de la mano. Con el que te imaginabas todo, con el que querrías compartir hasta lo más mínimo. Que ya no hay caballeros que te ofrecen una vida a su lado... Y podría, incluso escribir, que el amor ha dejado de existir para mí.

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