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2- La familia de Mateo

Había pasado una semana desde que Ava llegó a la mansión Licciardi, Mateo no había vuelto a hablar con ella, era un hombre demasiado ocupado, a sus 30 años había logrado llegar muy alto, pero sacrificando gran parte de su libertad a cambio, continuamente viajaba por negocios, se dio cuenta de que no podía sacar de su cabeza lo que había ocurrido con esa chica, tenía que saber qué era lo que en realidad pasaba con ella.

Por la noche había regresado de Venecia, una reunión de inversionistas se había llevado a cabo y no tuvo otra opción más que acudir, por la mañana decidió que era tiempo de hablar con Ava, el médico le comunicó que ya se encontraba mejor, necesitaba saber porque se huía, quién era capaz de intentar dañar a un ángel como ella, sin saber porque, sentía la imperiosa necesidad de protegerla, sentía una extraña calidez cuando estaba junto a ella.

Desde el primer día que la vio, se quedó grabada en él su mirada, no entendía qué era lo que le pasaba con esa chica, quizás era que la veía desprotegida, él no era del tipo de hombres que se enamoraban.

Ava se sentía asustada, nerviosa, era un lugar completamente desconocido, los primeros días necesitó ayuda para ubicar las cosas, pronto logró aprenderse la distribución de la recámara, no sin antes darse unos cuantos golpes con las esquinas de los muebles, para ella hacer lo simple, lo cotidiano en un lugar desconocido era todo un reto.

Esa mañana, salió a la pequeña terraza fuera de su habitación, se sentó en un cómodo sillón, dedujo que la mansión debía tener un hermoso jardín, pudo distinguir el aroma de las de las flores, entre todas, pudo distinguir la fragancia de las rosas y el de las peonías que eran sus flores favoritas, así que podía distinguir su aroma sobre cualquier otro.

Estaba por levantarse para entrar de nuevo en la habitación, cuando sintió esa suave fragancia, la misma que había sentido cuando despertó después del accidente, así que de inmediato se dio cuenta de que Mateo se acercaba.

—Hola —preguntó mientras la observaba, esa mañana se veía especialmente hermosa —¿Cómo te sientes?

—Hola,estoy mucho mejor, gracias.

— Me gustaría hablar contigo.

—Claro, adelante.

Ava imaginaba lo que Mateo quería decirle, sentía pena de pedirle ayuda, no contaba con nadie a quien pudiera recurrir.

— Necesito que me digas lo que ocurrió esa noche, me pareció que huías de alguien, no quiero que en ningún momento pienses que no quiero que estés aquí, por el contrario, necesito saberlo para poder ayudarte.

— Es una larga historia, solo le puedo decir que mi tío, Teodoro Miller, quiere obligarme a casarme con él, mi nana me ayudó a escapar, estoy muy preocupada, necesito saber como está. —Mateo se quedó pensando por un rato, conocía muy bien la fama que tenía Teodoro, pues se movían en el mismo círculo.

—No entiendo porque tu tío quiere obligarte algo así, si es tu familiar no debería hacerlo, puedes quedarte aquí el tiempo que gustes, desde ahora estás bajo mi protección y la de mi madre y mi abuelo, los conocerás está noche durante la cena, ellos también viven aquí, están por llegar de su viaje.

—Muchas gracias, me apena ser una molestia, pero en este momento no se que hacer, no tengo a donde ir, la única persona en quién confío es mi nana.

Ava no sabía porque aquel desconocido le inspiraba tanta confianza, le contó toda su historia, la muerte de sus padres, como su tío se había adueñado de su herencia y la razón por la cuál perdió la vista, lo acababa de conocer, pero había algo en su voz que la tranquilizaba.

—Siento mucho que a tu corta edad hayas pasado por tanto, intentaré investigar cómo se encuentra tu nana, el próximo fin de semana asistiré a un evento en el que estará presente tu tío, nos han invitado a varios posibles inversionistas, desea ampliar su empresa, estará ahí uno de mis mejores amigos, le pediré me ayude a distraerlos, así podré escaparme para entrar en la mansión, y buscar a tu nana, estoy seguro que no se negara, le encanta la adrenalina.

— Mi nana se llama Lola, su habitación es la última a la derecha subiendo las escaleras. — El rostro de la chica se iluminó al pensar que quizá pronto estaría su nana con ella.

— ¿Necesitas que tome algo de la mansión para traerte?

—Sería mucho riesgo, la mansión está vigilada por varios guardaespaldas, a las dos de la mañana hacen cambio de turno, en realidad sí hay algo que me gustaría recuperar, mi habitación es justo antes de la de mi nana, en el vestidor, en la parte de abajo, hay una pequeña caja fuerte color oscuro, dentro está una caja color rosa con incrustaciones de brillantes, es muy importante para mi su contenido.

Mateo no sabía porque no podía dejar de verla, era preciosa, hacía ciertos gestos cuando hablaba que la hacían ver adorable, se daba cuenta de que estaba muy mal lo que sentía, junto a ella se sentía muy viejo, doce años eran una gran diferencia, sin embargo no podía evitarlo, tampoco quería parecer un aprovechado, intentó ordenar y calmar sus pensamientos, Ava le dio la combinación de la caja fuerte, notó que en su muñeca traía puesta una pulsera de la que colgaba una pequeña llave.

Le explicó que por cada número que marcará, tenía que regresar dos números, una vez a la derecha, la siguiente a la izquierda, así hasta terminar de marcarlos todos, y al escuchar el clic de la cerradura, tenía que oprimir dos veces el botón que se encontraba a un lado para que no se activará la alarma.

Mateo pensó que tenía que ser muy importante el contenido de esa caja para que la protegiera de esa manera, y la chica debía de estar muy desesperada para confiar en un hombre que era casi un desconocido para ella.

Ava por su parte, sentía que quizás él no debería tomar ese riesgo por una mujer a la que apenas conocía, si lo hacía por lástima sería algo que ella no soportaría, no le agradaba que la vieran de esa manera.

—He contratado a una persona que será la encargada de apoyarte hasta que te adaptes a la casa, puedes pedirle con confianza lo que necesites, me he tomado la libertad de mandar a traer algunas cosas para ti, como ropa y cosas de uso personal, si algo te hace falta no tienes más que pedirlo.

—Muchas gracias, me apena ocasionar tantas molestias, espero pronto poder pagarle.

—No es molestia alguna, lo hago con gusto —si al menos Ava hubiera podido ver la manera en la que la miraba Mateo, o si él hubiera podido verse al espejo, estaba totalmente embobado observándola —Dime, ¿Qué es lo que acostumbras hacer para distraerte?

—Me gusta hacer todo aquello que pueda despertar mi imaginación, leer , escuchar la radio o la televisión. —La mente de Mateo se desvió hacia otros pensamientos, a él también le gustaba hacer cosas que despertarán su imaginación, se reprendió mentalmente por pensar en eso en aquel momento.

— ¡Genial! Hay una televisión en tu habitación, he comprado algunos libros en braille, Loren ya debe haberlos colocado en el mueble junto a la cama, espero te guste mi elección, si no es así, dime cuales te gustaría leer.

— No debe preocuparse por eso, ya demasiadas molestias he ocasionado.

— Como te he dicho, no es molestia alguna. —De hecho pensaba que nada que viniera de esa chica podría molestarle.

— Gracias. —Ava agradeció mientras en su cara se dibujaba una hermosa sonrisa, Mateo suspiró al observarla.

— La cena será a las nueve, Loren subirá para ayudarte en lo que necesites.

La madre y el abuelo de Mateo llegaron más tarde, Aurora quería subir de inmediato a conocer a Ava, Mateo la detuvo antes de que lo hiciera, no quería que la chica se sintiera incómoda, su madre solía ser excesivamente cariñosa, Guido era más desconfiado, pidió a Mateo explicar minuciosamente lo que había pasado, se encargaría de asegurarse de que la chica no estuviera mintiendo, si es que en realidad era invidente, eso no aseguraba que fuera buena persona, pensaba que quizás podría ser una cazafortunas que deseaba atrapar a su nieto, en cambio si la historia que contaba fuera real, ayudaría a su nieto a protegerla en contra de lo que sea, si mentía se encargaría de destruirla.

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