Consumado
La celebración había llegado a su final y Amanda por fin estaba en su habitación, despojada de todo el brillo, fotos y miradas con malicia. Ella no sabía qué sentir y solo se entregó a lo que el destino tenía escrito para ella.
—El señor está terminando de despedir a las personas que estuvieron presentes y ordenó que informara que debía estar lista para salir cuando termine.
Ella ya estaba lista, pues había llegado a ese lugar con la ropa que traía puesta y un remolino de pensamientos en su cabeza.
Se sentó y esperó a quien se había convertido en su esposo. Él entró y ella lo miró con terror.
—¿Estás lista? ¡Nos vamos!
—Sí, señor.
Juntos abandonaron esa mansión y llegaron a otra mansión igual de lujosa e inmensa.
—Aquí es donde vamos a vivir y tendrás que desempeñar tu rol de esposa.
—Sí, señor.
Elliot no soportó más, y se dirigió a ella dejando claro su descontento.
—Ahora soy tu esposo y no tu superior en el campo de entrenamiento. Lo único que exijo es respeto, pero nada de señor.
Ella asintió y tembló de frío por las bajas temperaturas y lo descubierto de su vestido.
—Mi padre me enseñó respeto, pero si no te sientes cómodo lo entiendo.
Él la abrazó al verla temblar y ambos quedaron mirándose a los ojos. —Eso me parece muy bien. Ahora veremos si es de verdad —ella lo miraba a los ojos y esto le envío una descarga electrónica a todo su cuerpo —¿Qué sientes en este momento?
—Miedo.
Fue cuando se apartó de ella —Aunque lo parezco, no soy ogro.
—¡No lo pareces! En realidad eres muy guapo.
—¡Ah, sí! ¿Entonces a qué le temes?
—A todo lo desconocido que llegó a mi vida en solo un día.
—Todo esto lo vas a entender más adelante. Ahora te haré una pregunta y quiero que me respondas con sinceridad —ella asintió —¿En realidad eres virgen?
Luego de agachar la cabeza por vergüenza, le respondió. —¡Así es!
—Antes de cualquier otra cosa soy un caballero y, aunque lo que sigue es la consumación de nuestro matrimonio, no deseo obligarte a nada.
—Eso solo cambiaría el destino de las cosas. ¿Acaso no fue por lo que pagaste?
Elliot era un hombre sumamente engreído y no permitía que nadie pasará por encima de él, así qué tomó sus palabras como un insulto y solo dio la espalda sin decir más.
—Ya me tomó como pago ¿Por qué le quieres dar largas al asunto?
Le gritó Amanda antes de que él saliera de aquella habitación, haciendo que se devolviera y la llevará contra la pared sosteniendo su cuello.
—¡Jamás vuelvas a faltarme al respeto! Yo no te tomé como pagó. Si estás aquí, es solo por qué decidí ayudar a que tu padre no cometiera un disparate por desesperación.
Ella lo miraba aterrada, pues no esperaba la reacción que había tomado.
—Yo…
—Te daré una advertencia y lo haré una sola vez. “Cuida muy bien tus palabras para dirigirte a mi persona o dejaré que tu destino te alcance”
Enojado, soltó su cuello y azotó la puerta cuando salió, haciendo un gran estruendo.
Momentos después entró Sarah y se acercó a la joven que seguía aterrada.
Ellas conversaron por unos minutos y fue cuando Amanda se puso de pie y tenía muy claro lo que debía hacer en ese momento.
—Solo actúa cuando te sientas lista. —Le sugirió Sarah.
—Debo estar lista. En algún momento le prometí a mi padre ayudarlo y ha llegado ese día —¿Dónde se encuentra el señor Walton?
—Él está en la habitación principal, le voy a preguntar si desea recibirte.
—No Sarah. Yo soy su esposa y no debo pedirle permiso para consumar nuestro matrimonio.
Terminando esas palabras, Amanda salió del balcón y se dirigió a la habitación principal. Con cada peldaño que avanzaba, se informaba a sí misma de que iba dejando su inmadurez, inocencia e ingenuidad atrás, pues al llegar a la habitación principal debía entregar su pureza y la virginidad que soñó entregarle al hombre de su vida.
Él estaba tomando un baño y ella aprovechó ese momento para quitar toda su ropa y quedar totalmente desnuda. Con su cabellera cubría sus senos y se mantuvo allí de pie temblando, hasta que él salió del baño y sus ojos se encontraron.
—Te dije que esto no es necesario —le informó mientras no podía apartar su mirada de aquella delicada piel que tenía desnuda frente a sus ojos.
—¿Acaso es por qué no me deseas? —En ese momento colocó su cabello en una coleta, quedando completamente desnuda ante la mirada de quien en ese momento se había convertido en su esposo y su dueño.
—Eres una mujer sumamente hermosa y delicada como una flor.
—Pero no me deseas…
Elliot había quedado hipnotizado ante la desnudez de aquella chica, y aunque sus labios quisieran pronunciar alguna otra cosa, su mirada lo delataba, pues la miraba con deseo, solo quería caminar hacia ella y poseerla para consumar el matrimonio.
—No quiero hacer nada por la fuerza.
—Estoy aquí por voluntad propia, dispuesta a cumplir con lo pautado, ya que tú también lo has hecho.
Como él se había quedado en ese lugar sin moverse. Ella caminó hacia él, y sosteniéndose de su cuello lo besó, fue un beso profundo, cerró sus ojos y se entregó a lo que el destino tenía para ella, aunque no lo conocía.
Esa noche Elliot se dejó llevar por lo que su cuerpo estaba sintiendo y lo que aquella hermosa chica provocó. El inicio fue un sofocante beso que ambos disfrutaron.
Muy pronto, Elliot exploró el cuerpo de aquella chica con su lengua y sintió su cuerpo temblar ante su tacto. Cosa que lo enloquecía.
—¿Te sientes cómoda?
—No te detengas.
Un matrimonio consumado, una promesa cumplida y una deuda saldada. Esa noche, en una lujosa mansión, Amanda Zúñiga entregó su pureza a quien se había convertido en su esposo.
Después de ese momento su cuerpo se sentía distinto, pero el cansancio la venció y quedaron dormidos en aquella inmensa cama. Habían pasado muchos años antes de que Elliot pasara una noche tan tranquila y durmiera plácidamente sin despertarse varias veces durante la madrugada.
Amanda fue la primera en despertarse y trató de salir de la cama sin hacer ruido, pero el de inmediato abrió los ojos.
—¡Buenos días! ¿Cómo te sientes? —le preguntó mientras ella solo lo miraba con su rostro totalmente sonrojado.
—Me siento cansada, perdón por despertarte ¡Buenos días!
—Si te sientes cansada, no entiendo por qué vas a dejar la cama.
—¿Esta será también mi habitación?
—¿No te sientes cómoda en mi compañía?
—Todo lo contrario, soy yo quien no quiere provocar incomodidades.
—No lo haces —él la observó toda despeinada, acabando de despertar con las marcas de las sábanas, y aún así la veía hermosa.
—Eso quiere decir que me puedo quedar.
—Sí —respondió volviendo a acomodar la cabeza en la almohada.
Ella se acomodó en su lado de cama y ambos durmieron hasta mediodía. Cómo era domingo y parte de la luna de miel, Elliot había ordenado preparar un desayuno especial y cuando Amanda llegó al comedor quedó sorprendida.
—Toma asiento, debes alimentarte bien después de una noche larga —le susurró al oído mientras acomodaba la silla para que ella se sentará.
Amanda, toda sonrojada, lo miró —¿También estás débil?
—Todo lo contrario, me siento renovado y todo gracias a ti.
Solo había pasado un día de conocerlo, de convertirse en su esposa y su mujer. Todo era nuevo para Amanda, pero no podía negar sentirse cómoda en su compañía.
Juntos almorzaron y la mirada de aquella chica y su belleza robaban toda la atención de aquel importante hombre de negocios. Jamás se le había visto tan cómodo y a gusto en compañía de alguien.
—La habitación principal ya está lista —le informó María.
Él volteó con molestia evidente y la miró a los ojos —Fui muy claro cuando pedí que no nos molestarán ¿Qué haces tú aquí?
—Yo. Yo solo he venido a trabajar como de costumbre.
—¡Sarah!
Él había pedido no ser interrumpido por nadie, así que el ama de llaves enseguida se acercó e hizo salir a María.
—Esa mujer es una bruja ¿Ya viste como la trata el jefe con apenas un día de conocerla?
—Creo que se casó para tener una compañera o acaso me equivoco.
—Sabes que le tocó pagar las deudas del viejo llorón para hacer todo esto posible.
—¡Cállate! No son tus asuntos.
—Voy a vigilar muy de cerca a esta mujer, pues pienso que ella y su padre tienen un plan en contra del señor Walton.
—¿Deseas ir y contarle tu inquietud al jefe?
Ella miró a Sarah enojada, pues siempre le restaba importancia a lo que ella le informaba y era totalmente fiel a las órdenes de Elliot.